martes, 21 de junio de 2011

Los emergentes no quieren un modelo social único

Una de las enseñanzas a extraer de la última 100ª Conferencia internacional del trabajo de la OIT en Ginebra, es el incremento en el poder de los países emergentes.




Los llamados “BRICS” (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) hicieron oír sus voces, manifestando ante los países industriales su voluntad de no permitir que les dicten leyes, aunque estas sean sociales y legítimas.



Símbolo de esta nueva fuerza fue la visita del jueves de Vladimir Putin, Primer Ministro de la Federación Rusa, convirtiéndose en el acontecimiento destacado de la conferencia. Los delegados, que representan a los gobiernos, los empleadores y los trabajadores de 183 países, saludaron de pie esta primera visita de un Jefe de Gobierno ruso a la conferencia anual.



El director general de la OIT, el chileno Juan Somavía, aludió a un “punto de inflexión histórico”, y el director de su rama francesa François Trogrlic consideró que se trata también de un “cambio de paradigma”.



“DIVERGENCIAS DE INTERÉS”



La OIT, que celebrará su centenario en 2019 y cuya historia refleja la voluntad de las potencias industrializadas de garantizar, tras la primera guerra mundial, una paz basada en la justicia social, debe en adelante contar con sus potencias emergentes.



Al igual que la Canciller alemana, Angela Merkel, y el Presidente indonesio Susilo Bambang Yudhoyono, que tomaron la palabra antes de él en Ginebra, Putin subrayó la importancia del diálogo social y de las reformas para reforzar la protección de los trabajadores.



Pero destacó también algunas “divergencias de interés”. “Estamos frente a una situación donde los desafíos de la eficacia económica de los Estados y sus intereses globales no siempre corresponden a las necesidades del desarrollo social y humano”, dijo. “Es lamentable pero hay que reconocerlo”, agregó.



Mientras la construcción de un piso mundial de protección social figura en la agenda de la OIT y de Naciones Unidas, y cuando el Presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha hecho de ella uno de los puntos centrales de su Presidencia del G-20, los BRICS han planteado que no tenían necesidad de las instrucciones de la comunidad internacional para construir su propio sistema de protección social.



El ministro indio del trabajo y empleo lo dijo claramente: “Somos favorables a un paraguas de protección social, pero cada país debe poder fijar el nivel. No será posible imponer un nivel único a todos los países y tampoco tendrá que haber un calendario fijo de puesta en práctica. Ese piso debe estar ligado a la riqueza del país en cuestión, a la importancia de su sector informal, a su estrategia de empleo y a sus otras políticas sociales”.



APROVECHAR SU CRECIMIENTO



Los cinco BRICS, que representan el 40% de la población mundial, 30% de la superficie del planeta y, algunos de ellos (China e India), el motor del crecimiento económico mundial, expusieron sus esfuerzos en este terreno.



Para ellos, se trata de garantizar un crecimiento basado en el consumo interior, así como de asegurar la estabilidad social, necesaria más que nunca tras la crisis económica mundial.



Los BRICS temen sobre todo que las potencias industrializadas hagan del factor social un elemento que podría penalizar a sus economías.



Por el lado de los promotores del paraguas social, se impone la prudencia. (…) Pero algunos sospechan que los BRICS quieren ganar tiempo: “Su voluntad es real, pero quieren aprovechar al máximo su crecimiento sin tener demasiadas obligaciones sociales”, confía uno de los responsables del tema.



En otra señal de esta potenciación, un sindicalista chino fue elegido como titular en el consejo de administración de la OIT, en el grupo de los trabajadores.



La batalla fue encarnizada y en ella los sindicalistas chinos argumentaron por la cantidad de sus afiliados y los opositores, entre ellos los franceses, insistieron en la naturaleza de ese sindicalismo dependiente del gobierno.



“En elecciones anteriores, el representante chino fue derrotado”, explica Yves Veyrier, de la central sindical francesa Force Ouvrière. “Hoy, tomando en cuenta la potencia económica de ese país, numerosos sindicalistas consideraron que había que darles un lugar, aunque no reúnen todas las condiciones de la libertad sindical, un principio que sin embargo es esencial en la OIT”, dijo.

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