Las políticas de ajuste estructural y la reducción de varias dependencias del Estado dejaron a muchas féminas sin empleo y la única manera de sobrevivir es realizando tareas temporales, señaló Sonia Escobedo, Secretaria Presidencial de la Mujer.
Ellas ofrecen comida en puestos ambulantes o tienen precarias ventas de ropa, discos de música y películas, y no disfrutan de vacaciones pagadas, prestaciones laborales, seguridad social ni, mucho menos, alcanzarán una pensión.
La situación, sin embargo, no es mejor para algunas que disfrutan de un trabajo formal porque suelen ser objeto de un trato discriminatorio en cuanto a la calidad del empleo, salarios u oportunidades de ascenso.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, en Guatemala las mujeres reciben hasta el 42 por ciento menos de ingresos que los hombres por tareas semejantes, la tasa de desigualdad más alta de la región.
En ocasiones las mismas leyes se prestan a injusticias, como en el sector agrícola donde se les reconoce sólo como “ayudantes”, por lo que devengan menos y el propietario no está obligado a reflejarlas en las nóminas.
Rosalinda Hernández, del periódico feminista La Cuerda, califica a esta legislación como feudal y urgió a realizar una reforma al Código Laboral para solventar lagunas y atrasos legales.
Uno de estos casos ocurre en el empleo doméstico, para el cual no se establece ningún horario, ni los patronos deben firmar un contrato.
“Era un compromiso de los Acuerdos de Paz propiciar una ley para la protección de la trabajadora de casa particular, pero van 12 años y no se ha promulgado”, añadió Escobedo.
acl/car PL-19
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