Ante la falta de fuentes de trabajo, la mayoría de las mujeres bolivianas (en edad laboral) y las personas mayores de 50 años forman parte de los “grandes ejércitos” de la economía informal.
El estudio realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) “Trabajo y Familia: hacia nuevas formas de conciliación con corresponsabilidad social” señala que el porcentaje de mujeres que trabajan en Bolivia supera el promedio de América Latina, aunque la mayoría desempeña esa actividad laboral en la economía informal o no percibe remuneración.
Según el estudio, cerca del 61 por ciento de las mujeres en el país son activas laboralmente, frente al 53 por ciento registrado en América Latina y el Caribe. Sin embargo, más del 50 por ciento de las trabajadoras bolivianas se desempeña en el mercado informal o no percibe remuneración alguna, cuando el promedio de la región es de 36 por ciento.
Sólo el 10 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) femenina en el país tiene acceso a los beneficios y garantías de seguridad social.
En un recorrido que realizó Los Tiempos por la avenida San Martín pudo comprobar que la mayor parte de las personas que conforman los trabajadores informales son féminas.
Todos los días las calles del centro de la ciudad e inmediaciones de los principales centros de abasto se ven invadidas de comerciantes que venden de todo, desde agujas hasta ropa, zapatos, libros, cuadernos, comida, CDs, películas, entre otros productos.
La informalidad es un fenómeno que se presenta en todas las ciudades del país. En Cochabamba se ha convertido en algo tradicional producto de la situación económica que atraviesa el país hace más de 25 años.
Bertha Mamani, una mujer de 65 años de edad, indica que sobrevive con la venta de caramelos y golosinas.
“Hace 10 años que vendo golosinas en la calle. Cuando uno se hace viejo es difícil encontrar trabajo”, dice Mamani.
Otro estudio del Ministerio de Trabajo indica que las personas mayores de 50 años y de la tercera edad que no pueden acceder a una fuente laboral en instituciones públicas o privadas por su avanzada edad, se insertan al comercio informal.
La actividad de la economía informal se fortaleció con el Decreto Supremo 21060 en el último periodo presidencial de Víctor Paz Estenssoro (1985-1989).
Con la llegada a la presidencia de Evo Morales poco o nada se ha hecho al respecto, la constante falta de empleo ha conllevado a que la actividad informal siga incrementándose en todas las ciudades del país.
El economista Fernando Landa Casazola, indica que si bien existe un claro vínculo entre la actividad económica y el mercado laboral, los altos niveles de pobreza que van ligados con un estrecho mercado interno, obligan que por varias generaciones las personas deban continuar con los trabajos de sus antecesores que en la mayoría de los casos fueron informales.
Algunas de las características propias de los informales llevan a asegurar que se tratan principalmente de mujeres, con bajos niveles de calificación e indígenas, afirma Landa Casazola.
ASEGURAN COMPROMISO POR PARTE DEL EJECUTIVO
Tema pendiente para el Gobierno
El viceministro de Trabajo, Adalberto Rojas, consideró que la atención a la economía informal es “una asignatura pendiente” a nivel regional.
Explicó que el Gobierno realiza un proyecto para “monetizar” el trabajo de las mujeres en sus hogares, como un reconocimiento a esa labor no remunerada, y ratificó el compromiso del Ejecutivo para acabar con todas las formas de discriminación.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) hace una diferenciación entre “economía informal”, “empleo informal”, “sector informal” y “trabajo no protegido”.
La expresión “economía informal” se utiliza para hacer referencia al concepto general de informalidad que incluye tanto relaciones de producción como las relaciones de empleo.
El economista Landa Casazola señala que relacionando la anterior definición con la información disponible en las encuestas a hogares que hay en el país se puede englobar en cinco las categorías de empleos.
Doméstico, incluye a las empleadas domésticas; estatal, incluye a la población ocupada que trabaja en la administración pública; familiar, incluye a los trabajadores por cuenta propia y los trabajadores familiares sin remuneración; semiempresarial, incluye a los ocupados en establecimientos con menos de cuatro personas; y empresarial, incluye a los ocupados en establecimientos con más de cinco personas.
MERCADO Y OFERTA LABORAL
J Según el Ministerio de Trabajo, el mercado laboral en Bolivia está distribuido de la siguiente manera: Empleados de oficina, 21,9 por ciento que agrupa a las personas entre las edades de 20 a 24 años, que representan el 8,0 por ciento.
El sistema de unidades promotoras de empleo del Ministerio de Trabajo, determinó que las personas de 25 a 29 años se inclinan por las ocupaciones de profesionales, científicos, e intelectuales con un porcentaje del 6 por ciento. Entre el grupo más destacado de edades entre 30 y 34 años prefieren trabajar como técnicos.
CARACTERÍSTICAS PROPIAS
J Algunas de las características propias de los informales, llevan a asegurar que se tratan principalmente de mujeres, con bajos niveles de calificación e indígenas. Estas personas principalmente desarrollan sus actividades en áreas de comercio, agropecuaria y transporte. Este grupo de población en condición de exclusión, tal cual plantean algunos autores, posee como es de esperarse menores ingresos laborales en relación con sus pares formales lo cual lleva a pensar que tienen una alta probabilidad de ser pobres.
SONDEO
“Hace 4 años que vendo en la calle”
Hace cuatro años que me dedico a la venta de zapatos en la avenida San Martín. Las ventas son más o menos. Por cada unidad de calzados vendidos gano cinco bolivianos.
Esta actividad la realizo por necesidad y para mantener a mi familia, tengo cinco hijos. Mi esposo es bien mayor, está cansado y ya no puede trabajar.
Antes trabajaba como empleada doméstica, pero como ya tengo más años y no hay fuerzas para desarrollar otras actividades me dedico a esta actividad.
Vender en la calle me ayuda a subsistir y ayudar a mis hijos a que terminen sus estudios.
La mercadería compro por cuartas o medias docenas de las personas que se dedican a traer de Chile u Oruro.
Los clientes pasan y preguntan, si les gustan los zapatos lo compran y si no lo dejan.
La Alcaldía nos ha dado un permiso y pagamos impuestos anuales, si no lo hacemos la Alcaldía no nos dejaría vender en estos puestos.
Inés de Aquilino | Vendedora de calzados
“No tengo trabajo; vendo en la calle”
La falta de empleo me obligó a realizar esta actividad. Hace unos años atrás trabajaba en la Prefectura por ser simpatizante de un partido político, pero la política es sucia y me utilizaron como escalera.
Como representante del directorio 9 de Abril de vendedores ambulantes tenemos personería jurídica, estamos legalizados para vender en la calle.
Hace 40 años que realizo mi actividad en este lugar. Pagamos un impuesto único que es anual a la Alcaldía.
En 2001 tuve un accidente y esta actividad me ha ayudado a poder subsistir. Gracias a esto llevo el pan de cada día a mi familia. Todos los días salgo desde las 6 de la mañana y vendo mis productos hasta las 10 de la noche.
Tengo que comer y hacer comer a mis hijos y es por eso que venda o no venda, tengo que venir a trabajar.
Siempre he vendido productos de ferretería. Hay otras personas que cambian de rubros, comienzan vendiendo una cosa y después venden otros productos.
Domingo Nina | Vendedor
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