JUAN LUIS BOUR
Economista jefe de Fiel
ANÁLISIS. Es hora de comenzar a preocuparse por el empleo. En poco tiempo el “efecto jazz” se extenderá desde la producción a la ocupación, puesto que la demanda de trabajo se deriva de la de productos y servicios. Cuando la actividad cae, el mercado laboral reacciona en forma rezagada sobre precios y cantidades, tanto demandados (por empresas) como ofrecidos (por individuos y familias).
Se podrá ignorar y ocultar el hecho por un tiempo, pero no sus consecuencias. Las autoridades parecen haber decidido ocultar el problema, manipulando información de empleo y desempleo. Es bueno que no ignoren su existencia, dado que la recuperación futura dependerá en buena medida de las señales de política que se den durante la recesión.
Las políticas públicas dependen de la percepción de las propias autoridades de la profundidad y duración de la recesión, de su capacidad en materia de instrumentos de política, y del horizonte temporal sobre el cual estén adoptando decisiones. Limitada capacidad, impotencia instrumental y debilidad política pueden combinarse para transformar una recesión en algo más profundo y duradero.
Veamos en primer lugar los datos, que indican que enfrentamos un problema inminente en empleo. La relación directa y sin rezago entre cambios en el nivel de actividad y cambios en la ocupación, o lo que podría ser la inversa de la elasticidad, mostraba hasta el tercer trimestre del 2008 una tendencia inequívoca. Cada punto de aumento del PBI se asociaba cada vez con menor empleo adicional, tanto en la encuesta de hogares como en los otros indicadores disponibles (construcción e industria). Con una elasticidad ya en torno de 0.2 a mediados de 2008, un crecimiento menor al 5% daba lugar a una creación neta de empleo inferior al crecimiento de la población activa, y por lo tanto aumentaba el desempleo.
La caída del empleo
¿Qué indican los datos al cuarto trimestre? En primer lugar la información sectorial es consistente con una caída del empleo privado en todos los sectores líderes, construcción, industria, agro y probablemente sector financiero. De modo tal que el empleo total podría haber crecido muy poco, con caída en el empleo formal. Eso implica una elasticidad de empleo ligeramente positiva, con aumento de la participación del empleo informal.
Las manipulaciones de la EPH (Encuesta Permanente de Hogares) evitan mostrar la caída agregada del empleo, pero indican un aumento de la tasa de actividad y del empleo informal. ¿Qué deberíamos esperar en el comienzo de una recesión?
Durante las recesiones la elasticidad de empleo se vuelve nula o ligeramente negativa: el producto cae, pero el empleo informal eventualmente crece y el empleo formal se puede sostener algún tiempo, sobre todo si la recesión es corta. Hay excepciones a este comportamiento. Durante el tequila (1995) el empleo cayó junto con el PBI, probablemente por la dificultad legal para ajustar a la baja salarios nominales en una economía dolarizada.
Durante 2002 la elasticidad fue positiva, en este caso con una caída del PBI que arrastró también toda forma de empleo, formal o informal. Durante el cuarto trimestre de 2008, los salarios reales todavía crecían en el sector privado formal, y en el informal, la elasticidad empleo debía ser baja, cercana a cero, pero difícilmente negativa.
Con el PBI creciendo en términos interanuales alrededor del 2% (el 4,9% oficial está groseramente sobreestimado), el aumento del empleo total fue muy débil, más allá de compararse contra un cuarto trimestre del año anterior también muy débil.
Para entender qué ocurre con el desempleo vamos a detenernos en el lado de la oferta laboral. En este caso no tenemos aún fuentes alternativas a la EPH para evaluar lo que ocurre. Los datos de la EPH, si no fueron manipulados, indican un brusco aumento de la tasa de actividad.
Esto es lo que podría esperarse de un escenario en el cual las expectativas de los agentes económicos son de una caída futura del empleo e ingresos familiares, combinado con un aumento transitorio en los salarios reales. El cóctel es potente y capaz de generar un aumento de la oferta, o sea incorporar más población al mercado laboral. Debemos entender que este aumento de la oferta no es un fenómeno exógeno: es un signo de estrés de las familias, que reaccionan para proteger sus ingresos, a costa de sacrificar otras actividades.
Para el 2009 en materia de oferta laboral se espera que, aunque el comportamiento de la oferta es volátil, una economía en la que aumenta el desempleo y los salarios reales ajustan débilmente, tenga una presión mayor de oferta, y muestre mayor desempleo para cada nivel de la tasa de empleo.
Demanda laboral
Con una caída modesta de los salarios reales, y sin recuperación a la vuelta de la esquina, la elasticidad difícilmente se volverá negativa, y aun en este caso el mínimo (dada la experiencia argentina) no superaría el -0,10. Con una caída del PBI, el empleo total debería caer, o en el mejor de los casos crecer débilmente, básicamente por aumentos del empleo informal y público. Naturalmente con una caída del PBI mayor al 3% que se prolongue en el tiempo, no hay alternativa a caídas pronunciadas tanto en los salarios como en el empleo.
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