Barcelona, 28 sep (EFE).- La rápida penetración de la telefonía móvil ha ayudado a reducir la pobreza en América Latina al mejorar el mercado laboral en unos países donde prolifera el empleo informal permitiendo al colectivo de autónomos estar siempre localizables, lo que les supone una mayor garantía a la hora de conseguir trabajos.
Ésta es una de las conclusiones más sorprendentes del estudio "Comunicación móvil y desarrollo económico y social en América Latina" realizado por investigadores de varios países que ha analizado el impacto de una tecnología con apenas dos décadas de vida y a la que ya tienen acceso el 75 % de los habitantes de estos territorios, aunque en algunos estados la penetración es incluso mayor (115 %, en Argentina, 98 % en Chile o 78 % en México).
La proliferación de los móviles en esta zona del planeta (en los niveles de EEUU y por encima del conjunto de Asia) ha tenido una repercusión positiva en el crecimiento económico, sobre todo en los países y regiones más pobres, donde se ha convertido en un estímulo.
En este sentido, destaca el papel que tiene en la actividad diaria de los trabajadores autónomos que viven en las grandes urbes y que en un 50 % cuentan con empleos informales, por lo que esta tecnología les ayuda a mantenerlo.
En el ámbito rural y agrícola, el móvil les permite eliminar intermediarios al disponer información sobre los mercados y la climatología, aspectos esenciales en su actividad.
Más allá de lo económico, la investigación recoge que el móvil ha aumentado también la seguridad y la percepción de la misma, elemento esencial cuando se vive en entornos violentos, donde gracias a estos dispositivos las personas pueden estar conectadas con sus familias.
Además, esta telefonía ha incrementado la autonomía individual de la personas así como la concepción colectiva, algo que se ha comprobado recientemente entre los jóvenes y estudiantes chilenos que se han unido en una movilización social sin precedentes.
El trabajo, impulsado por la Fundación Telefónica y el Internet Interisciplinary Institute (IN3) y publicado por la editorial Ariel, has estado dirigido por los investigadores Mireia Fernández-Ardévol y Hernan Galperin, y el catedrático de Tecnología de la Comunicación y Sociedad de la Universtitat Oberta de Catalunya (UOC), Manel Castells.
Castells ha señalado en la presentación del libro que para muchos adolescentes latinoamericanos el recibir un móvil es la puerta a la autonomía personal.
No obstante, ha lamentado que los jóvenes nacidos en el marco de una "cultura multitarea" y que utilizan en la escuela sus dispositivos (con constantes sms entre compañeros) se enfrentan con la incomprensión de sus profesores que lo ven como un elemento distorsionador en el ámbito académico.
En este sentido, Castells ve necesario crear material pedagógico que aproveche las capacidades de estos "pequeños ordenadores" que la nueva generación ha introducido de forma indisoluble en su cotidianeidad.
Los efectos sociales y económicos de las tecnologías son siempre evidentes a corto y medio plazo, y en algunos casos son muy significativos, como la reducción de la natalidad provocada por la proliferación de la televisión en Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo XX.
"La comunicación es hoy el centro de la sociedad y del deseo de la personas", ha dicho Castells que ha recordado que actualmente el acceso por móvil a Internet ha superado al tradicional realizado por medio de ordenadores.
De hecho, el 85 % de la humanidad (unos 5.500 millones de personas) está conectado al móvil y en muchos países en desarrollo las líneas telefónicas fijas ya no se instalan, más allá de en las grande urbes.
Castells ha remarcado que la desigualdad de ingresos en Latinoamérica es mayor que la que existe en el acceso a la banda ancha, y ha remarcado que muchas habitantes de estos países prefieren ahorrar en otros gastos cotidianos que en comunicación, que consideran "imprescindible", porque además de entretenimiento y contacto con sus familias, les facilita el trabajo.
"El móvil no es un instrumento, es un modo de vida; un modo de comunicación y la comunicación es vida", recalca el catedrático.
En la investigación han colaborado en red también expertos del Instituto de Estudios Peruanos, la Universidad Católica de Chile, la Universidad de San Andrés de Buenos Aires, entre otros organismos. EFE
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