Paritarias que cierran con aumentos que promedian casi el 30%. Conflictividad gremial. Inflación. Costos laborales que crecen. Casas matrices que, a tono con un contexto internacional más inestable, prefieren la cautela. Y, para completar, elecciones presidenciales en octubre. Una serie de factores se conjugan en la realidad argentina para empujar al empleo, poco a poco, a un terreno incierto.
"Las empresas están siendo más conservadoras en sus proyectos de inversión, y esto incluye contratar gente", confirma Daniel Nadborny, director general de Mercer, una consultora de recursos humanos. "Sabemos de empresas que están postergando sus proyectos a la espera de mayor certidumbre", confía.
Santander Río fue una de las compañías que recientemente reconoció que contrataría 200 personas menos de las 500 que originalmente había previsto tomar este año, después de haber cerrado un acuerdo salarial con la gremial bancaria del 29 por ciento. Pero no es la única. Lo mismo hizo una empresa de consumo masivo, mientras que otra multinacional de alimentos envió un correo electrónico a su personal jerárquico y le advirtió que no estaba contemplado para este año incrementar la plantilla de personal. También en los medios del interior fue noticia en estos días que la textil TN Platex suspendió a más de 300 operarios de su fábrica de La Rioja porque se redujo la demanda de algodón luego de que la caída del precio internacional de esta materia prima le restara competitividad a la producción local. Y constantemente se conocen casos de frigoríficos que recortan empleos, ante la crítica situación que vive el negocio de la carne.
Los números macroeconómicos dan cuenta de un mercado laboral amodorrado. Después de la crisis internacional de 2009, de hecho, el empleo no se recuperó con el mismo dinamismo con el que repuntó la economía. De acuerdo con datos de SEL Consultores, la consultora que dirige el economista Ernesto Kritz, mientras que en 2008, antes de la debacle financiera, el producto bruto interno (PBI) creció al 6,8% y el empleo lo acompañó con el 6,4%, en 2010, pese a que la economía avanzó 9,1%, el número de asalariados privados registrados apenas creció 2,6 por ciento.
"Lo que se observa es que el nivel de actividad económica crece a tasas muy altas y empleo total prácticamente está estancado", advierte Jorge Colina, economista del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa). Y esto ocurre, dice Juan Luis Bour, economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), porque la contratación de nuevos trabajadores es una decisión de inversión, para la cual son relevantes tanto cuestiones de precios relativos de corto y largo plazo, clima de negocios y la disponibilidad de oferta y demanda de personal.
Y los precios no son precisamente favorables a la generación de nuevos puestos de trabajo. "Los costos laborales crecen a una tasa anual del 30% y, en general, los precios finales crecen mucho menos", explica Bour. "Si utilizamos como indicador de precios que perciben las empresas los datos de Indec de precios mayoristas (13%), la diferencia es muy amplia y, en algún momento, implica que las empresas deben usar recursos más baratos, esto es, reemplazar mano de obra por otros recursos menos costoso, o dejar de crecer."
Según un estudio de Mercer, por efecto de la inflación -que se traduce en fuertes subas salariales- y el tipo de cambio casi fijo, el costo laboral argentino está perdiendo competitividad frente a la mayoría de los países de la región, con excepción de Brasil. En el segmento de técnicos, la Argentina ya es más cara que México y, si se contempla el costo laboral completo -considerando el salario bruto más las cargas sociales-, contratar un trabajador localmente es más caro que hacerlo en México, Venezuela, Panamá, y prácticamente sale lo mismo que en Estados Unidos y Canadá.
"Luego -apunta Nadborny-, cuando una multinacional tiene que tomar una decisión sobre a qué país aportarle o invertir, hay otros países que son más atractivos.
La máquina gana terreno
Con salarios cada vez más caros medidos en dólares, el reemplazo de mano de obra por maquinaria también empieza a ser más conveniente en la ecuación económica de las empresas. Aunque, en teoría, la mejora en el salario es deseada y el aporte tecnológico es positivo en cuanto a que suma productividad a los empleados, Fausto Spotorno, jefe de Research del Estudio Orlando Ferreres & Asociados, advierte que cuando la relación entre equipos y mano de obra se modifica abruptamente, puede generar cimbronazos en la tasa de empleo.
Desde la devaluación hasta 2007, los salarios registrados crecieron a un ritmo inferior a los precios de los equipos durables, pero en el segundo semestre de ese año, la ecuación se revirtió y hoy ya los salarios están un 43% por encima de los precios implícitos de la inversión en maquinaria, según datos de SEL Consultores.
"Sea por razones tecnológicas o por incrementos salariales que impulsaron una mayor tecnificación de actividades con alta participación de mano de obra para moderar la suba de costos, cosa que también está sucediendo internacionalmente, lo cierto es que la elasticidad empleo
PBI ha tomado en la economía formal un giro de menor dinámica", coincide Daniel Funes de Rioja, abogado laboralista y presidente de la Copal, cámara que agrupa a las empresas de alimentos y bebidas.
Funes de Rioja, que además es vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), considera que hay varios factores que hoy crean cierta expectativa entre los empleadores. Por ejemplo, algunos proyectos en el Congreso, por el fuerte impacto que tienen, sea en costos o en confianza; la litigiosidad en materia de riesgo de trabajo, que ha sobrepasado toda expectativa en cantidad e impacto económico, especialmente en la pequeña empresa, y el nivel que tendrá el salario mínimo vital y móvil, dado que los incrementos de años anteriores han puesto en niveles muy difíciles de abordar para la pequeña empresa del interior.
No por nada, de acuerdo con las estimaciones del Estudio Ferreres, sobre la base de datos del Indec y del Ministerio de Economía, desde 2008 es más el sector público y no el privado el responsable de la generación de nuevos empleos. En el sector privado formal e informal, ilustra Spotorno, se crearon apenas 60.000 nuevos puestos de trabajo entre 2008 y 2010 (de 11,913 millones a 11,973 millones). En el sector público, el número de ocupados trepó en 300.000, de 2,4 a 2,7 millones.
La calificación paga
En el mercado laboral argentino, no obstante, conviven dos realidades. Y mientras los cazadores de talentos (headhunters), que suelen apuntar a cubrir puestos gerenciales y directivos, afirman que no dan abasto para satisfacer la demanda de empresas que buscan contratar nuevo personal, algunas consultoras más dedicadas a la búsqueda de mandos medios y bajos reconocen que no todos los sectores de la economía marchan al mismo ritmo. En general, son los segmentos medios y bajos y aquellos que se encuentran dentro de un convenio colectivo de trabajo los que están comenzando a sufrir el repliegue de compañías privadas.
"Hay un freno en las contrataciones de los niveles medios para abajo, más que nada porque hay un aumento de la conflictividad, no sólo gremial, sino también por juicios laborales y pedidos de resindicalización. Esto es cuando un trabajador está encuadrado en un gremio y quiere pasar a otro", dice Agustina Paz, directora de la consultora Agustina Paz & Asociados. "En el segmento de puestos medios y altos, de gerencias y direcciones, el mercado no se frena; por ahí, lo que paran son las contrataciones masivas de operarios", coincide Gonzalo Mata, de la consultora Wall Chase Partners.
Tal como está sucediendo en los Estados Unidos, en la Argentina por estos días hay demanda insatisfecha de personal altamente calificado y una oferta no cubierta de mano de obra de baja calificación. Nadborny, de Mercer, arriesga incluso que la tasa de desocupación entre el personal fuera de convenio profesional es hoy más baja que la que informa el Indec (de 7,4%): "Porque cuando se busca gente calificada no está y hay que capturarla de otra empresa".
"Todos los meses pensamos que quizá sea el último, pero la demanda de empleo sigue sostenida", dice Germán Vidal, presidente de Korn Ferry Argentina, consultora especializada en la selección de personal para mandos altos. El ejecutivo, aclara que existe una diferencia importante respecto al período de 2006 o 2007, y es que entonces la demanda era masiva, mientras que ahora la actividad está más segmentada.
No todos son iguales
Por un lado, coinciden los economistas consultados, el crecimiento del empleo después de la crisis de 2008 se concentra en sectores que tienden a ser más intensivos en el uso de capital que de mano de obra, como, por ejemplo, el sector automotor -que genera menos puestos de trabajo, comparativamente, que otros sectores-, la siderúrgica, minerales no metálicos (asociados a la construcción) y metalmecánica (en términos relativos, el que genera más empleo).
Por el otro, según Vidal, la segmentación se da entre aquellos sectores de la economía que están creciendo gracias a nuevas inversiones en infraestructura y aquellos que están creciendo porque todavía tienen vacante algo de capacidad instalada. "Se ven sólo puestos genuinos, que no tienen que ver con reemplazo o rotación, en aquellos subsegmentos en los cuales hay ampliación por inversión, como minería o el sector autopartista", aclara Vidal.
También hay diferencias entre las compañías. Son hoy las multilatinas -las empresas con presencia regional- y las compañías nacionales las más activas. Las multinacionales están quedando, por lo general, un paso atrás, dice Vidal, no sólo por la situación que pueden estar viviendo en el exterior sus casas matrices, que las obliga a una mayor cautela, sino también porque la Argentina ha ido perdiendo peso específico en la competencia con otros mercados emergentes, por la "imprevisibilidad o el no entendimiento de los headquarters extranjeros de las reglas de juego locales". "Es difícil de explicar en una casa matriz un ajuste salarial del 25% para un ejecutivo, porque internacionalmente un aumento del 20% es considerado una superpromoción", ilustra Vidal.
Para Bour, paulatinamente se está observando una menor inversión, tanto de capital como de empleo. "Lo que ajusta más rápido es el empleo; se deja de contratar. Y eso lo estamos viendo desde la segunda mitad del año pasado", dice Bour, que por ello alerta: "Si el modelo no cambia, es probable que pasemos de una economía que crea poco empleo, como en el período 2010-2011, a una que no crea empleo, salvo en el sector público".
No hay duda: sea por factores propios o ajenos, como podría ser la mayor incertidumbre internacional, el mercado laboral poco a poco está entrando en una zona incierta o, más bien, en una zona que en el paso transitó y no desea volver.
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