El actual proceso de reactivación económica tras la recesión de 2008 es una recuperación con muy poca generación de empleos, incluso si se compara con otras recesiones.
En abril pasado se cumplieron 22 meses de que se decretó el fin de la recesión económica. En recesiones previas, la economía estadounidense ya había recuperado y había superado los niveles de empleo previos a las crisis.
En México, mucho se habla de flexibilizar el mercado laboral con la finalidad de generar más empleos formales, aunque en la práctica, diversos indicadores de empleo en el país muestran que esta variable es flexible. En épocas de crisis, una menor demanda y producción se traduce en destrucción de empleos. En países con flexibilidad laboral, los primeros empleos en perderse durante ciclos económicos recesivos son los de carácter temporal, pero mecanismos como el seguro de desempleo y la existencia de programas de actualización, salvaguardan a la persona despedida.
En México, ante la destrucción de puestos de trabajo formales, el desempleado debería recibir una indemnización que funciona como un seguro de transición al próximo empleo. Pero en caso que esta indemnización se evapore antes de que el desempleado no encuentre trabajo o si es que no recibe estos recursos, la persona o el individuo se empleará en la informalidad. No obstante, en México cerca de 13.5 millones de personas laboran sin ningún contrato escrito. En tanto, menos de una tercera parte de los trabajadores mexicanos son formales.
En consecuencia, en el país, es notable la movilidad que hay entre el sector formal e informal en épocas de crisis económicas.
En el año 2009, la tasa de desempleo aumentó a 6.41% de la fuerza laboral, nivel que supera la tasa promedio de 3.5% reporatada en los meses previos a la recesión global.
En consecuencia, se perideron casi un millón de empleos formales y el empleo informal repuntó hasta alcanzar casi los 13 millones de personas. Con la recesión económica, el empleo en el sector informal de la economía nacional aumentó al pasar de un 26.6% de los ocupados en 2006 a un 28.8% en el segundo trimestre de 2010.
Al primer trimestre de este año, la informalidad se mantuvo por arriba del nivel previo a la crisis, al situarse en 28.5% de la población ocupada. Otro elemento que muestra la movilidad en el empleo en México es la subocupación y el dobleteo. En la reciente crisis, el nivel de subempleo en el país aumentó a 13.17% de los ocupados, desde la tasa promedio de 7% anterior a 2008. A abril de este año, la subocupación se mantuvo en niveles altos, de 8.61% de la población ocupada. En este sentido, los cambios requeridos por la economía van más allá de sólo flexibilizar a la Ley laboral en el tema de costos de despido, sino modificaciones integrales que destaquen la productividad y la generación de empleos de calidad, con mayores salarios que impulsen el mercado interno nacional.
De acuerdo con el más reciente reporte de competitividad del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), el país ocupó el lugar 98 de 139 países en la relación de pagos y productividad.
En la actualidad, según los últimos datos en valores absolutos del Intituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) correspondientes al tercer trimestre, de alrededor de 79.8 millones de personas mayores de 14 años de edad en el país, 47.1 millones son económicamente activos (PEA) y de éstos 44.48 millones de personas están empleadas.
Del total de ocupados, a septiembre del año pasado, 12.44 millones lo estuvieron en la informalidad y 10 millones trabajaban por su cuenta.
Sólo 14.7 millones estuvieron empleados en el sector formal e inscritos al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) a septiembre de 2010.
En el país, un total de 28.47 millones de personas no tenían acceso las instituciones de salud y unas 11.57 millones de personas no tenían otro tipo de prestaciones sociales.
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