jueves, 19 de mayo de 2011

Continúa siendo injusto y desvalorizado trabajo del hogar: Inmujeres-DF

Se estima que en México, más de 1.8 millones de personas realizan trabajo del hogar; de las cuales, 91 de cada 100 son mujeres; 9 de cada 10 carecen de servicios de salud y 8 de cada 10 carecen de algún tipo de prestación, destaca el Instituto de las Mujeres del Distrito Federal.










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El Instituto de las Mujeres del Distrito Federal (Inmujeres-DF) señala que a través de los años las trabajadoras del hogar han vivido una situación de desigualdad y discriminación, la que -aunada a su condición de género y a la desvalorización que existe hacia este trabajo- ha colocado a cerca de 2 millones de mujeres mexicanas en una situación de riesgo y vulnerabilidad, obstaculizando el ejercicio de sus derechos humanos básicos.



En nuestro país, la realidad del trabajo del hogar habla por sí sola: Se estima que en México, más de 1.8 millones de personas realizan trabajo del hogar; de las cuales, 91 de cada 100 son mujeres; 9 de cada 10 carecen de servicios de salud y 8 de cada 10 carecen de algún tipo de prestación.



Esto se apuntó mediante un comunicado Inmujeres-DF, la cual hizo hincapié que sería un error negar que el día de hoy "muchas de las personas que aquí nos encontramos, hemos llegado hasta aquí gracias al trabajo de cientos de esas mujeres, a quienes todavía se les sigue regateando –vergonzosamente- el precio por preparar nuestro desayuno, por lavar nuestra ropa, por quitar las arrugas a las camisas de nuestros hijos, por barrer nuestros patios, por mantener vivas las flores, por preparar nuestros alimentos todos los días."



El trabajo del hogar sigue siendo un empleo informal, sin prestaciones, sin reconocimiento, sin derechos; no existe horario fijo; muchas de las trabajadoras del hogar están a disposición de sus empleadores todo el tiempo, todos los días, todas las horas; no hay definición de sus actividades, hacen de todo, cualquier cosa, lo que sea.



También se mencionó que "esas mujeres, todas, tienen un nombre, las conocemos, están más cerca de nosotras de lo que muchas aparentamos y nuestro trabajo depende en gran medida del suyo –aunque eso pocas veces nos atrevemos a decirlo-. Son ellas las responsables de hacer el trabajo invisible, sin reconocimiento, injustamente remunerado, desvalorizado, oculto."



Sobre la misma línea se dijo "esto que se menciona no es una cuestión de dádiva ni de solidaridad, no es una cuestión de benevolencia ni mucho menos de bondad, es una cuestión de justicia, es una cuestión de ética y de principios, pero sobre todo es una cuestión de derechos; porque sólo hasta que asumamos que las empleadas del hogar son eso: mujeres de derechos y con derechos, ese día podremos ver con otros ojos su trabajo, y ese día podremos entender que ese trabajo -como el de cualquiera de nosotras, debe estar acompañado de una serie de garantías."



La Institución enfatizó que para nadie es ajena la histórica lucha emprendida por los grupos organizados de mujeres trabajadoras del hogar," quienes a través de un esfuerzo infatigable han luchado en diferentes espacios en contra de una realidad que hoy -a estas alturas- debería sernos inaceptable."

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