El poder de la informalidad - LAREPUBLICA.COM.CO
¿Por qué es tan alto el acopio informal en Colombia? Es una pregunta obligada y recurrente que encuentra más explicaciones de conveniencia que de racionalidad económica.
Colombia produce 6.500 millones de litros de leche al año, de los cuales 2.827 millones (el 43 por ciento) son acopiados en el mercado informal. Claro, no toda esa leche va directo al consumo humano. Mucha se utiliza en la industria artesanal de quesos, panaderías y en otros procesos. No ha sido tampoco cuantificado el número de compradores ni vendedores.
Se sabe que hay empresas no formales que adquieren individualmente una buena producción, como también de la existencia de asociaciones en defensa de este tipo de proceso de comercialización. Se supone, finalmente, que genera un alto empleo, que en esencia son personas de bajos ingresos y de la cual viven muchas familias.
Detrás de esa estructura de comercialización existe una estructura de producción, también de pequeñas unidades que, sin ir muy lejos, responde a la situación tecnológica de ese pequeño productor, y cuyo producto adolece de calidad higiénica, sus operarios no tienen mayor capacitación que la que les da la experiencia, y tienen prácticamente cero activos productivos más que la misma vaca.
Según las cifras sobre predios de la campaña contra la fiebre aftosa, en Colombia existen 231.000 predios (46 por ciento del total), que contienen menos de 10 bovinos. Si aumentamos en la escala a predios que contienen hasta 50 bovinos, pues estos suman 403.000 pequeños ganaderos con una economía de pancoger, que reciben el equivalente a un salario mínimo mensual o menos.
Allí están englobados estos pequeños ganaderos. Por su misma condición, son productores que no obtienen buenos precios por su producto -alrededor de 500 pesos por litro-.
Infortunadamente del uso de la informalidad al poder de la informalidad, no hay sino un paso. Son dos caras de una misma moneda que, para efectos prácticos en el caso del sacrificio de ganado y en el de la comercialización de leche, entronizan y perpetúan una situación anómala que genera efectos perversos, a la sombra de los cuales indefectiblemente se nutren unos "formales".
La industria formal cuando aumenta el acopio lo hace a expensas de este tipo de mercado. Se convierte en un regulador de precios -o mejor, en un limitador al alza-. Al analizar el uso de la capacidad instalada de acopio de la industria, se concluye que allí existe un amplio margen para comercializar mayores volúmenes formalmente, pero su utilización, parecería, prohíja el manejo de precio. En la Región 1 (Boyacá y Cundinamarca), la capacidad de acopio utilizada, de enero a mayo de 2010 fue de 56 por ciento; en la Región 2 (Antioquia, Caldas, Quindío y Risaralda) fue de 68 por ciento; en la 3 (Santanderes, Atlántico, Bolívar, Caquetá, Magdalena y Sucre) de 35 por ciento; y la región 4 (resto), 39 por ciento.
Con ese esquema de acopio formal, cualquier aumento de la producción se convierte en enlechada y es motivo para bajar, o en el mejor de los casos mantener el precio del litro de leche pagado al productor. Pero también anula la transmisión de precios hacia el consumidor.
De acuerdo con USDA (2003), la reacción de la demanda ante caída del precio es elástica, lo cual significa que una caída de uno por ciento en el precio de los lácteos lleva a un incremento de 0,6 por ciento en la cantidad demandada. Si esto es así para un grupo de países, por qué no habría de producirse el mismo efecto en Colombia. Más aún se lograría así dinamizar un mercado, aumentando cobertura a estratos socioeconómicos que hoy tienen un bajo consumo per cápita.
Indudablemente se requiere trabajar en los dos eslabones, en el de pequeños, con más asistencia técnica, con la provisión de una infraestructura para la comercialización y con el fortalecimiento de formas asociativas para lograr economías de escala. Pero en el otro extremo, se requiere un cambio de mentalidad entre los industriales, que internen la concepción de cadena que debe orientar el esfuerzo colectivo para proveer leche de excelente calidad y precio a los colombianos y a los mercados internacionales. Mientras no se logren estos pasos, las debilidades del uno se utilizarán para mantener un statu quo, en el que a la larga todos pierden.
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