Carlos Urdaneta Finucci: “Para salir de la pobreza hay que fortalecer a la clase media” | Reportero24
“Hay un excesivo número de personas no calificadas. Por eso no
se ha superado el salario mínimo y hay un gran sector informal”
Carlos Urdaneta Finucci lanza una idea que suena descabellada a la luz del discurso político de la revolución bolivariana: “Para salir de la pobreza hay que fortalecer a la clase media”. El economista asegura que la idea va contracorriente no sólo en Venezuela, donde el presidente Hugo Chávez habla de guerra de clases y se declaró socialista y marxista, sino también en economías abiertas, en las que la meta es la creación de más empleos y negocios para generar riquezas.
Después de hacer carrera en la administración pública, que lo llevó a cargos directivos en el Ministerio de Hacienda y de la Cancillería entre los mandatos de Raúl Leoni y Luis Herrera Campins, la última década la ha dedicado a la investigación y la docencia en la Universidad Católica Andrés Bello y en la Universidad Monteávila. Ahora, a los 75 años de edad, vive entre San José de Costa Rica y Caracas y organiza una investigación sobre las estrategias para combatir la miseria en América Latina.
La relación íntima entre la pobreza y la falta de acceso al sistema educativo es uno de los ejes centrales de sus planteamientos. “En Venezuela, el efecto de la abundancia de mano de obra no calificada o semicalificada impide que suban los salarios; incluso, en el sector informal los ingresos son de 25% a 30% menores que el salario básico”, indica. ¿La consecuencia? El grueso de la población recibe un bajo porcentaje de los ingresos que genera la producción, mientras que los más calificados y los empresarios ”que son escasos” reciben la mayor porción.
–El Gobierno exhibe cifras de disminución de la pobreza, un hecho ligado a la bonanza petrolera de los últimos años.
Ahora que la economía está en recesión, ¿es sostenible ese logro?
- Según el Instituto de Investigaciones Económicas de Venezuela, la pobreza ha venido decreciendo de 50,4%, al cierre de 1998, hasta 29%, a fines de 2009. Sin embargo esa disminución, particularmente en estos últimos años, debería ser revisada. La producción ha venido disminuyendo desde el año pasado y esto supone un aumento del desempleo y la pobreza. El poder de compra de la población ha disminuido particularmente respecto a los alimentos. La inflación ha sido alta y los ingresos de la gente no han aumentado a ese ritmo.
Aun así el Estado no ha aumentado los aportes a las misiones, más bien los ha disminuido.
–¿Están dadas las condiciones en Venezuela para salir de la pobreza?
- Lo primero que se necesita es que se le dé prioridad al tema y esa meta requiere dinero. Sin embargo, aun cuando el país lo tiene, ya está asignado a otros gastos. Salvo que se aumenten los ingresos petroleros y el aumento se mantenga en el tiempo, habrá que hacer una reasignación del gasto, que es dolorosa para muchos.
Pero, si este es el caso, se necesita un gran respaldo que no sólo se apoye en acuerdos políticos, sino que tenga un alcance nacional.
–¿La economía venezolana favorece la creación de empleos?
- Para generar empleos se requieren inversiones, bien sea ampliando o creando nuevas empresas, pero en Venezuela las asociaciones empresariales se quejan constantemente de que no tienen confianza en el país y en sus instituciones.
Hay excesivas limitaciones y un proceso progresivo de expropiaciones. Aun en el caso de que hubiera confianza en el país y en sus instituciones, muchos creen que es cuestión de facilitar las inversiones privadas. Pero en la práctica, las inversiones no han sido suficientes y, lo que es peor, no creo que lleguen a serlo en el futuro. Una de las principales causas de la pobreza es el excesivo número de personas no calificadas.
Por eso, a través de los años, no se ha superado el salario mínimo y hay un numeroso sector informal. Cada vez más, se requiere de un menor número de gente no calificada para producir. Estamos en la era de la economía del conocimiento.
Hoy más que nunca se necesita un alto nivel de capacitación y profesionalización.
–¿Cuán determinante es la educación para avanzar en ese proceso?
- Hay que proporcionar educación para constituir una clase media. La gran mayoría no se contentaría con proporcionarles a sus hijos la secundaria, sino que considerarán necesario un nivel superior, sea técnico o licenciado, y sería mucho mejor si obtiene una maestría o doctorado y aprenden inglés. Estados Unidos optó por priorizar la educación. Consideran que la capacidad competitiva del país y el logro del sueño americano que consiste en llegar a gozar la calidad de vida que permite el siglo XXI depende de proveer a cada niño una formación que lo capacite para ser exitoso en la globalización, pues ésta se basa en el conocimiento y la innovación. Por eso, el Gobierno se compromete a proveer a cada niño el acceso a una completa y competitiva educación, desde la cuna hasta la carrera. Este mismo principio debería aplicarse en Venezuela.
–¿Qué debería garantizar el Estado?
- Si el sector marginado es incapaz de salir por sí mismo de esa condición y continúa siendo grande la desigualdad, el país seguirá expuesto al clientelismo, la demagogia y a la desestabilización económica y política. Aunque se diga que hemos sobrepasado las metas de las Naciones Unidas y estamos acabando con la pobreza a corto plazo, no resolvemos el problema de una injusta desigualdad. Por definición, para dejar de ser pobres, sólo se requiere alimentarse sanamente y contar con un ingreso adicional semejante al costo de la alimentación. Es decir, sólo se pretende que la gente sobreviva. Cosa muy distinta se necesita para gozar de un buen nivel de vida.
–¿Puede existir la clase media en un sistema socialista?
- Para un socialista marxista no hay clases sociales sino una sola, la del pueblo. Pero en la práctica, en los países marxistas-comunistas se formó una nueva clase, la nomenclatura, que concentró el poder político y económico.
–Pero el Gobierno creó las misiones para superar la exclusión…
- Sin duda la han aliviado; pero si disminuyen los ingresos petroleros, los beneficiarios de las misiones volverán a ser tan pobres como antes, porque han sido débiles en enseñar oficios productivos. Las misiones son programas asistencialistas y electoreros. Además, su cobertura ha disminuido: ahora alcanzan de 10% a 30% de la población. ¿Qué ha pasado? Las misiones se organizaron en forma paralela a los ministerios, pero la ausencia de planificación hizo que, entre otras limitaciones, escasearan suministros, recursos humanos y hubo falta de control. Todo ello fue impidiendo el cumplimiento de las metas.
–¿Las misiones han dejado algo positivo?
- Han sido un gran éxito para el Gobierno. A ellas se debieron los votos favorables a Chávez en el revocatorio y en las elecciones presidenciales.
El Gobierno fue hasta donde están los pobres, se internó en los sectores más alejados y tuvo una relación directa con ellos. Los programas llegaron a casi 50% de la población. Aunque las encuestas indican que la popularidad del Presidente se debilita, las misiones seguramente dejaron una fuerte huella en las barriadas a pesar de los grandes males que afectan a Venezuela. Chávez y las misiones han dejado una gran lección, tanto a los líderes como a todo el país: debemos tener una clara conciencia de que la pobreza y la desigualdad son la prioridad. Su solución es necesaria para nuestro progreso y estabilidad.
–¿La estatización de las empresas y el rescate de las tierras han contribuido a una mejor repartición de la riqueza?
- Hasta el presente, todo parece indicar que la mayoría de las empresas expropiadas han reducido la producción. La igualación parece realizarse por debajo, a diferencia de China, que promovió la empresa privada para elevar su nivel de desarrollo. Si bien los niveles de educación son un importante factor de desigualdad, la propiedad de los medios de producción es la principal causa de la brecha. En Venezuela, según las últimas cifras que conozco, los trabajadores reciben cerca de 38% de los ingresos que genera la producción nacional. El resto va a manos de los grandes y pequeños propietarios del capital. La solución sería, en vez de suprimir la propiedad privada, difundirla al máximo posible.
ADRIANA RIVERA
arivera@el-nacional.com
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