Los hogares de ingresos medios ajustan gastos por la recesión. Son más vulnerables al desempleo.
La empleada del servicio fue la primera víctima de la crisis económica que enfrenta el hogar de Liliana y Alberto, profesionales con dos niños de cuatro y diez años.
Lamentablemente tuvieron que tomar la decisión de prescindir de sus servicios desde que Liliana, publicista que trabajó durante once años en una empresa de telefonía celular, tuvo que renunciar, pues desde cuando comenzó la desaceleración del país y ante la aguda competencia de ese sector, a ella y a muchos de sus compañeros les empezaron a cambiar las condiciones laborales, al punto que la última vez le quitaron las comisiones y quedaba ganando lo mismo que hace diez años.
"No fue una decisión fácil. Afortunadamente mi esposo tiene un buen empleo (es ingeniero industrial y trabaja en una cadena de almacenes) y eso nos ayuda a pagar lo básico, pero de un momento a otro nos quedamos sin la mitad de la plata con la que contábamos mensualmente", explica Liliana.
Como este hogar, muchos de los casi 3,7 millones que se supone en el país son de clase media (clasificados en estratos tres, cuatro y cinco) están enfrentando hoy una situación económica más apretada que en años anteriores, bien sea por el desempleo, que ha llevado a muchos a pasar del sector formal al informal, o porque en sus negocios no les está yendo tan bien como en el pasado reciente.
Prevenidos y ahorrando
Otras familias no han tenido un impacto en sus ingresos como consecuencia del menor ritmo con el que avanza el país (en el primer semestre decreció 0,5 por ciento), pero sí están prevenidos y están ahorrando, pues han visto a muchos allegados que se quedan sin trabajo. "En nuestro caso, la clave es seguir pagando los gastos fijos como la hipoteca y los colegios de los niños. Las cosas suntuosas las cortamos, comemos menos afuera y aunque la salud la tengo asegurada con mi esposo, la cotización a pensión no la puedo seguir haciendo", comenta Liliana.
Como esta familia, se calcula que ante la recesión el 61 por ciento de los hogares colombianos de estrato medio decidió reducir sus salidas a restaurantes, bien sea porque lo hacen con menos frecuencia o porque que va a unos más económicos, al tiempo que el 82 por ciento cambió sus hábitos de compra, buscando más ofertas que antes o adquiriendo solo lo justo. El 52 por ciento no planea salir de vacaciones y la mitad ha dejado de invitar gente a su casa o de hacer reuniones.
Estas cifras corresponden a un estudio sobre 'resiliencia' o la capacidad de los consumidores para absorber las perturbaciones y sobrellevarlas con tácticas conocidas, dado que los latinoamericanos están acostumbrados a los altibajos económicos, tras un largo historial de crisis. El autor es la multinacional Omnicom Media Group y según su directora de investigaciones en el país, Angélica Aya, comparativamente los colombianos no son los que han hecho los mayores ajustes en sus hábitos, porque en su imaginario una crisis es una situación como la que se vivió a comienzos de la presente década y no la actual, que ha sido mucho más suave.
De acuerdo con el sondeo de Omnicom, que fue realizado en septiembre pasado, se ve una tendencia de ahorro generalizada en América Latina, aunque con énfasis diferentes por países y estratos. Por ejemplo, en México el 80 por ciento de los consumidores buscan y compran más ofertas que antes, en Argentina es el 87 por ciento y en Colombia es el 73 por ciento.
Mientras tanto ya está comprobado que como consecuencia de la desaceleración las fortunas de los ricos han disminuido y entidades como la Cepal prevén que van a haber más pobres. Pero con la clase media, "aún es temprano saber qué pasó, pero con toda seguridad está afectada por el desempleo y la caída del PIB", asegura Jairo Núñez, ex viceministro de la Protección y profesor de la Universidad Javeriana, especialista en temas sociales.
Competencia en el rebusque
Núñez estima que el problema de los hogares de clase media es que ante un recorte de sus ingresos salariales deciden montar un pequeño negocio informal, con el que entran a competir con quienes ya están en esa situación "y porque existan más puestos de perros calientes, no implica que la gente vaya a comprar más. Menos ahora que el país no va a crecer, pero la población si lo va a hacer en un 1,5 por ciento", dice Núñez.
En el caso de Liliana, quien tiene habilidades manuales y suele realizar arreglos navideños, el plan es pasar la temporada de fin de año en familia (aprovechando que antes cuando era empleada no lo podía hacer porque era la época de mayores ventas) y luego volverse independiente. "Estoy cerca de cumplir los 40 años y eso hace difícil conseguir empleo, por eso creo que esa es la mejor opción no solo para recuperar mis ingresos, sino para no dejarme golpear por la inactividad, que afecta tanto como la plata, después de tantos años de trabajo duro", comenta.
Trabajan cada vez más horas, por menos
Una de las dificultades para medir el impacto de la crisis sobre la clase media consiste en definir exactamente quién pertenece a ella, pues aunque el 45 por ciento de los colombianos dice estar en dicho nivel socioeconómico, eso no es necesariamente cierto.
Según Camilo Herrera, presidente de Raddar, firma especializada en consumo, cuando una persona siente que tiene una situación económica cómoda, a partir de la cual puede ahorrar, posiblemente se identificará como de clase alta. Si carece de seguridad económica y su ingreso es insuficiente para suplir sus necesidades, se definirá como de clase baja.
En el medio, están quienes pueden llevar una vida digna sin lujo excesivo ni carencia. "Esto engloba a profesionales, pequeños comerciantes y tecnólogos", dice.
Para Jorge Iván González, director del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Universidad Nacional, la clase media son hogares con ingresos entre 6 y 12 millones de pesos. "Es una porción de la población que ha logrado mantener su estatus, pero que ha encontrado condiciones cada vez más adversas, pues si bien tienen empleo y es más educada debe trabajar más horas y éstas valen cada vez menos", explica.
A pesar de que viven bien y tiene sus bienes básicos, son frágiles económicamente, pues su estabilidad laboral no está garantizada y el ritmo de gastos sí es exigente.
Muchos gastos y vivienda pequeña
La revaluación permitió a la clase media gastar más en carro, viajes y bienes importados. Según Jorge Iván González, de la Universidad Nacional, tienen un endeudamiento cercano a 60 por ciento de su capacidad que usan en vivienda, vehículo y educación. Pagan altos costos universitarios y los servicios públicos son cerca del 7 por ciento del ingreso familiar. Una familia con ingresos de 7 millones de pesos mensuales paga 800.000 por servicios públicos, y vive en 60 o 70 metros cuadrados, un espacio menor del que disponía años atrás.
LAURA CHARRY
REDACCIÓN DE ECONOMÍA Y NEGOCIOS
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