En vísperas de la celebración de los cincuenta años de la revolución cubana, el 1 de enero de 2009, en la ciudad de Santiago, Raúl Castro difirió los cambios que había prometido en 2007.
En vísperas de la celebración de los cincuenta años de la revolución cubana, el 1 de enero de 2009, en la ciudad de Santiago, Raúl Castro difirió los cambios que había prometido en 2007. Nombrado oficialmente jefe de estado en febrero de 2008, él anunció este sábado pasado la eliminación de las "asignaciones indebidas" de las que hasta ahora gozaban los cubanos "meritorios".
"Hay que ajustar los sueños a las posibilidades reales", explicó. Los servicios ofrecidos por el estado "deben limitarse a asegurar equitativamente a todos la educación, la salud, la seguridad y la asistencia social", precisó el jefe de estado. "Nadie, ni un individuo ni un país, puede darse el lujo de gastar indefinidamente más de lo que recibe por la venta de sus productos o por los servicios que preste."
En su discurso del 26 de julio de 2007, el sucesor de Fidel Castro había admitido la necesidad de "cambios estructurales y conceptuales" para reactivar la economía. Entre los cambios considerados figuran la modulación de los salarios en función de la productividad, lo que contradice el dogma castrista del igualitarismo, y la devolución de tierras baldías a los campesinos.
Pese a ser un país esencialmente agrícola, actualmente Cuba importa el 84% de sus productos alimenticios básicos, cuyos precios, por lo demás, están al alza. En cambio, el precio del níquel, que representa 60% de las exportaciones de la isla, ha caído en más de 40%. Por lo demás, los daños causados por los ciclones en 2008 han sido evaluados en 10,000 millones de dólares, es decir, 20% del producto interno bruto.
Pero el régimen sigue atribuendo sus dificultades al bloqueo impuesto por Estados Unidos. No obstante, este país se ha convertido en el principal proveedor de alimentos de Cuba, el quinto socio comercial y la principal fuente de "remesas": los fondos enviados por los emigrantes a su familia. El hundimiento de la producción en la isla se remonta al fin de los subsidios soviéticos, que permitieron un tren de vida sin relación alguna con las riquezas producidas por los cubanos.
Pese a que la reforma agraria y la reforma urbana (la reducción del costo de las rentas y la redistribución de las viviendas) caracterizaron los primeros años del poder de Fidel Castro, la palabra "reforma" se ha convertido en tabú. Sea cual fuera el término utilizado, los "cambios" están atorados. La coyuntura actual hace las cosas más arduas, pero el sistema económico se ha vuelto de una complejidad y una rigidez temibles.
En Cuba circulan dos monedas: por un lado el peso cubano y, por el otro, el peso convertible (CUC) y las divisas extranjeras. Esto complica la contabilidad de las empresas y constituye una causa de desigualdades entre los cubanos. Los que están en contacto con los turistas y las empresas extranjeras, así como los que reciben dinero de sus familiares en el extranjero, tienen acceso a las tiendas en divisas, que permiten mejorar la vida cotidiana. Los demás deben sobrevivir únicamente con pensiones o salarios mensuales (14 euros en promedio) que apenas cubren los gastos de una quincena. Un cubano de cada cinco, o casi de cada cuatro, vive actualmente en la pobreza.
¿Cómo recompensar a quienes trabajan más, estimular la productividad, sin señalar al mismo tiempo unas remuneraciones manifiestamente insuficientes? ¿Cómo convencer a los agricultores de producir más sin otorgarles acceso al crédito y al mercado y la posibilidad de elegir sus productos?
"Después de veinte años de crisis, ningún sector de la economía cubana puede abstenerse de las inversiones extranjeras", señala el economista independiente Oscar Espinosa Chepe, ex prisionero político. La reactivación de la economía está ligada a las libertades civiles y sociales de las que están privados los cubanos. La ficción del pleno empleo ha estallado en pedazos, aunque las estadísticas oficiales pretendan ocultar el desempleo. El vasto sector de la economía informal, el "sistema D" a la cubana, existe dentro de la más absoluta ilegalidad. ¿Cómo favorecer el surgimiento de la clase media, hasta ahora frenada, sin autorizar las iniciativas privadas y una herramienta tan fundamental como es Internet?
Fidel Castro, de 82 años, le pasó el relevo a su hermano menor, Raúl, de 77 años. Pero el "líder máximo" sigue encarnando el inmovilismo e inhibiendo las aspiraciones de cambio. Las cuestiones molestas se aplazan para el congreso del Partido Comunista Cubano, previsto para octubre de 2009. Un partido único que no se ha reunido en congreso desde hace once años.
Las autoridades temen que la libertad de empresa y de trabajar por cuenta propia fragilicen al estado, cuya legitimidad es puesta a juicio por las generaciones jóvenes. Más del 70% de los cubanos han nacido después de 1959. Muchos no se reconocen en un líder envejecido. "No le confío a ningún dirigente cubano de más de 75 años", declaró recientemente el cantante Pablo Milanés al diario español Público. "Hay que pasar la estafeta a las nuevas generaciones, para que éstas hagan otro socialismo, pues el que existe ahora en Cuba está paralizado."
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