La pérdida del poder de compra hará que los empresarios informales busquen formas de ofrecer productos de menor calidad.
Durante los próximos meses y años, el Ecuador sufrirá una creciente ‘informalización’ de su economía: un número cada vez mayor de personas se verá forzado a ofrecer bienes y servicios por fuera de la Ley y de los mercados tradicionales.
El aumento del desempleo será el principal detonante de esa suerte de ‘boom’ de empresas unipersonales o familiares que volverán a surgir sin ningún tipo de normas o regulaciones. Las restricciones comerciales recién impuestas abonarán en ese sentido, pues mucha gente buscará ingresos ejerciendo el contrabando. La reducción del crédito en el sistema financiero también hará lo suyo, pues otro grupo de gente recurrirá al ‘chulco’ para dar y conseguir financiamiento. Si el Gobierno tumba la dolarización, una legión de cambistas callejeros inaugurará un mercado negro para ofrecer divisas a mejores precios que el fijado por las autoridades.
Los semáforos ya no sólo indicarán cuándo detenerse. Cuando estos aparatos vuelvan a cobijar a miles de personas vendiendo toda clase de productos indicarán también que la economía ecuatoriana habrá arribado a un nuevo estado marcado por la precariedad de las relaciones económicas.
La creciente ‘informalización’ del país es el resultado de la política económica del Gobierno. Deliberadamente o no, ha cerrado la economía: primero, la cuenta de capitales con la mora unilateral de la deuda externa y el impuesto del 1% a la salida de dinero; y ahora, la cuenta corriente con la serie de aranceles y restricciones a más de 600 bienes importados.
Como su economía no podrá ser vigorizada con financiamiento o inversiones del exterior, el Ecuador dependerá aún más del gasto público para estimular la demanda. Así que el Gobierno continuará entregando bonos en efectivo que la gente utilizará para consumir. Pero como la oferta será menor -por la restricción a las importaciones y por la ausencia de inversión privada- la inflación seguirá al alza, deprimiendo aún más la capacidad adquisitiva de la gente.
En ese momento la informalidad y la precarización de la economía comenzarán a agudizarse porque la pérdida del poder de compra hará que los empresarios informales busquen formas de ofrecer productos y servicios menos caros. Para ello deberán obviar todo tipo de procesos o estándares que supongan costos adicionales. Como resultado, el mercado nacional se inundará de bienes de pésima calidad. Para acceder a mejores productos las personas deberán pagar primas muy altas. ¿Resultado final? La pobreza por fin nos pertenecerá a todos.
(Esta reflexión asume que Correa ganará hoy las primarias de Movimiento País y las elecciones de abril. ¿Podrá perder en abril y echar abajo estas predicciones informales?)
Por Gonzalo Maldonado Albán
Durante los próximos meses y años, el Ecuador sufrirá una creciente ‘informalización’ de su economía: un número cada vez mayor de personas se verá forzado a ofrecer bienes y servicios por fuera de la Ley y de los mercados tradicionales.
El aumento del desempleo será el principal detonante de esa suerte de ‘boom’ de empresas unipersonales o familiares que volverán a surgir sin ningún tipo de normas o regulaciones. Las restricciones comerciales recién impuestas abonarán en ese sentido, pues mucha gente buscará ingresos ejerciendo el contrabando. La reducción del crédito en el sistema financiero también hará lo suyo, pues otro grupo de gente recurrirá al ‘chulco’ para dar y conseguir financiamiento. Si el Gobierno tumba la dolarización, una legión de cambistas callejeros inaugurará un mercado negro para ofrecer divisas a mejores precios que el fijado por las autoridades.
Los semáforos ya no sólo indicarán cuándo detenerse. Cuando estos aparatos vuelvan a cobijar a miles de personas vendiendo toda clase de productos indicarán también que la economía ecuatoriana habrá arribado a un nuevo estado marcado por la precariedad de las relaciones económicas.
La creciente ‘informalización’ del país es el resultado de la política económica del Gobierno. Deliberadamente o no, ha cerrado la economía: primero, la cuenta de capitales con la mora unilateral de la deuda externa y el impuesto del 1% a la salida de dinero; y ahora, la cuenta corriente con la serie de aranceles y restricciones a más de 600 bienes importados.
Como su economía no podrá ser vigorizada con financiamiento o inversiones del exterior, el Ecuador dependerá aún más del gasto público para estimular la demanda. Así que el Gobierno continuará entregando bonos en efectivo que la gente utilizará para consumir. Pero como la oferta será menor -por la restricción a las importaciones y por la ausencia de inversión privada- la inflación seguirá al alza, deprimiendo aún más la capacidad adquisitiva de la gente.
En ese momento la informalidad y la precarización de la economía comenzarán a agudizarse porque la pérdida del poder de compra hará que los empresarios informales busquen formas de ofrecer productos y servicios menos caros. Para ello deberán obviar todo tipo de procesos o estándares que supongan costos adicionales. Como resultado, el mercado nacional se inundará de bienes de pésima calidad. Para acceder a mejores productos las personas deberán pagar primas muy altas. ¿Resultado final? La pobreza por fin nos pertenecerá a todos.
(Esta reflexión asume que Correa ganará hoy las primarias de Movimiento País y las elecciones de abril. ¿Podrá perder en abril y echar abajo estas predicciones informales?)
Por Gonzalo Maldonado Albán
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