viernes, 12 de diciembre de 2008

Cerca de la Duarte hay de todo, menos orden

El Nacional
Las ofertas a todo pulmón o con megáfonos, el bocineo de los vehículos, improperios de cobradores de guagua, la presencia de descuiditas, aceras, calles y contenes repletas de todo tipo de chucherías e indiferencias de las autoridades municipales y policiales, es el ambiente que impera en las calles aledañas a la avenida Duarte, principal área comercial del país.

En lo que parece una guerra a muerte por captar clientes, vendedores de los más diversos artículos, propietarios de tiendas, terminales de autobuses se disputan las aceras, contenes y en ocasiones más de un carril de las calles José Martí, Doctor Betances, Ana Valverde, Juana Saltitopa, Manuela Diez, Caracas y Barahona.

El bullicio permanente, basura acumulada por doquier, aguas negras, convierten esta zona en un infierno terrenal, mientras las posibles soluciones lucen cada día más lejos, ya que los proyectos del Ayuntamiento del Distrito Nacional no plantean soluciones definitivas, sino que llevan el problema a zonas más lejanas del área comercial.

Prestamistas, fruteros, fritureros, coqueros, ropa, tenis, zapatos, cuidadores de autos, carteristas, estafadores, son parte de la “chercha permanente” que ha convertido el lugar en uno de los peores mercados públicos.

Sin embargo, y a pesar de los inconvenientes que esto representa para los clientes y peatones, la realidad es que de este desorden viven miles de personas, que ante la falta de empleos recurren a la informalidad para ganar el sustento de la familia.

Algunos de estos vendedores obtienen mayores ganancias que muchos ejecutivos medios de empresas, ya que no tienen que pagar impuestos, servicios, ni empleados

Los dueños de estos mini comercios libran entre ellos una “guerra” permanente impulsada por la necesidad de adquirir nuevos clientes que le permitan aumentar sus beneficios y hacer frente a las necesidades familiares.

Estas pequeñas colonias de negocios informales, se identifican por el tipo de mercancía que ofrecen, lo que facilita a los clientes su movilidad en el lugar, porque saben dónde están los suplidores de cada artículo.

En el 2002, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) recomendó el uso del término “economía informal”, en vez de “sector informal”, a fin de engrosar toda la actividad productiva con trabajadores vulnerables e inseguros, o sea a cualquiera que no esté protegido por el marco legal y regulatorio.

En el 2007 la Secretaría de Economía, Planificación y Desarrollo, encargó un estudio sobre el mercado informal, donde se determinó que el 54% de la población se ha autoempleado, como alternativas de sustento.

La economía informal que genera la mayor cantidad de buhoneros y vendedores ambulantes constituye un fenómeno complejo, asociado al crecimiento poblacional, el desempleo y la falta de oportunidades, lo que con la actual crisis económica y las festividades navideñas produce.

Alrededor del 65% de los trabajadores informales se encuentran entre los cotizantes a la Seguridad Social, de los que el 30% trabaja por su cuenta y el restante 35% lo hace en pequeños negocios

“Ya estoy viejo, no me dan un empleo público. Tengo más de 60 años de vida, de los que llevo 15 vendiendo zapatos usados en las calles. A mí acuden todo tipo de personas, ricos y pobres, con la venta de estos artículos he logrado mantener mis hijos”, expresa Andrés Féliz.

“En este trabajo no contamos con la protección de la Seguridad Social. Estamos expuestos a que nos choquen. Llevo 27 años comercializando frutas en la calle José Martí y mis ventas diarias están entre los 2,500 y 3,000 pesos”, dice Julio Mercedes.

Plaza del Buhonero

Este proyecto concebido por el doctor José Francisco Peña Gómez cuando ocupó la sindicatura del Distrito Nacional, nunca fue usado por los vendedores, porque cuando se terminó de construir, la cantidad de vendedores en el área se había triplicado.

Hoy esa estructura de concreto luce abandonada y convertida en refugio para delincuentes, indigentes y prostitutas que logran burlar la escasa vigilancia de la Policía Municipal.

En el lugar operan algunos pequeños talleres de zapatos, carteras, correas, a pesar de que el proyecto fue concebido para vendedores que serían desalojados de las aceras de la Duarte, José Martí, París y calles aledañas.

La degradación de esta plaza a llegado a tal punto que es usada por vendedores del lugar para hacer sus necesidades fisiológicas y algunos hasta para hacer el amor, “Mire aquí hemos vistos muchachas con uniformes escolares salir de ahí, y todo el mundo sabe lo que estaban haciendo”, dijo uno de los fabricantes de bultos y carteras que ocupan espacio en el lugar.

Escrito por: JOSE ANTONIO TORRES

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