domingo, 5 de octubre de 2008

Slim & Yunus, fórmula microcréditos -El Grameen Bank de los mexicanos -Préstamos a la palabra. Sector formal

En mayo de este año sorprendió en México la decisión de Carlos Slim Helú de vender el 20% de las acciones del Grupo Financiero Inbursa a La Caixa, el español líder en el segmento de cajas, un preludio de la reorientación de mercado a la que Inbursa va acogiéndose.

Y es que Inbursa tardó años en entender que existe un amplísimo mercado desprotegido de servicios financieros formales en México que a pesar de sus condiciones de ingresos irregulares, empleo dentro de la propia economía informal y de hogares ubicados entre uno a cuatro deciles , aún así algunos ahorran y desde luego requieren de crédito.

En México existen más de 25 millones de personas trabajando en algún canal de la economía informal y más de 45 millones de personas oscilando entre la pobreza extrema y la pobreza.
No obstante, ser informal y pobre, no implica que no se requiera de acceso al crédito ni se tenga capacidad de ahorro aunque ésta sea mínima.

Es increíble pero sucede, por eso surgen de forma paralela canales informales de obtener apalancamiento o de ahorro como las famosas tandas. En México no hay famuya sin tanda, ni obrero que no obtenga crédito de la tienda de abarrotes de su barrio.

Como el marco en el que suceden dichas actividades no está regulado son conocidas las cantidades de fraudes y robos de gente que desaparece de las colonias con la tanda de más de 50 personas o las tiendas que a cambio del crédito cobran intereses a plazos que les permiten recuperar hasta 7 veces las cantidades que prestaron.
Por ende hay todo un amplísimo mercado de informales y pobres en México huérfanos de las instituciones financieras y presas de las redes informales.

La experiencia de Elektra, propiedad del grupo que comanda Ricardo Salinas Pliego, ha demostrado que los pobres saben cumplir con sus compromisos de pago aunque estos abonos chiquitos en realidad sean una sangría para su bolsillo.

Los pobres y las personas de bajos ingresos, con remesas y salarios de la economía informal han respondido con fidelidad absoluta a Elektra. Contar con más de un millón de abonados es precisamente la prueba más fehaciente de que ser pobre y no tener un contrato laboral formal no significa que no pueden cubrir pagos semanales de 30, 50, 70 o hasta 100 pesos que es precisamente lo que tradicionalmente destinarían cada viernes a la tanda organizada por la comadre.

Así es que Elektra ha demostrado que el milagro es posible, por ello el denodado interés de nuevos modelos de entidades microfocalizadas como las microfinancieras, bancos de nicho súper orientados a incidir en zonas perfectamente delimitadas y delineadas con un perfil de cliente de muy bajos recursos pero ávido de oportunidades y dispuesto a pagar por la confianza.

Las microfinancieras en México quieren repetir el éxito en otros países de experiencias como las del Grameen Bank en la India, ese proyecto cristalizado de la mano del Nobel Muhammud Yunus.

A COLACIÓN

La verdad es que Inbursa demoró años en reaccionar a favor del mercado de nicho de los microcréditos, y como llegaron otros como Azteca dispuestos a comérselo demostrando que es factible una rentabilidad, entonces los dueños y directivos del Grupo Financiero Inbursa se dicen dispuestos a orientarse a competir y captar al público olvidado.

Primero se alían con La Caixa que tiene toda la experiencia de masificar productos en España a bajos costos, luego recientemente, Slim Helú anuncia una estrategia con Yunus para la creación del Grameen-Carso, una institución dirigida a los microcréditos para mexicanos de escasos recursos en las zonas más desprotegidas del país.

Slim quiere reproducir la experiencia exitosa del Grameen Bank en la India, que actualmente tiene una red social de incalculable valor y sirve de ejemplo sobre del empoderamiento.

En México, el Grameen-Carso iniciará operaciones con 5 millones de dólares de capital y 40 millones de dólares para líneas de crédito a largo plazo con tasa preferencial.

Se trata de aplicar la filosofía Yunus trasladada de la India a México, dando créditos a la palabra a mujeres de escasos recursos dispuestas a sacar adelante a su familia, a los hijos, emprendiendo labores en las que tienen aptitudes naturales como bordar, zurcir, tejer y un largo etcétera de manualidades.

Fundamentalmente son mujeres con escasa preparación educativa pero con talentos para satisfacer el autoconsumo.

Se trata de creer en mujeres, en personas que rara vez tienen un título de propiedad, por lo que carecen de avales y que viven sometidas a la cabeza de familia, un varón, con múltiples problemas, desapegos e ínfima cultura para poner la tierra bajo un título y las escasas propiedades que acumulan.

Muchas de esas mujeres además reciben remesas, no olvidemos que existen miles de comunidades en México donde lo único que se ven son mujeres, niños y personas mayores; los varones jóvenes y en edades promedio están trabajando en Estados Unidos y envían remesas en dólares a sus familias.

Esas mujeres tampoco reciben orientación acerca de cómo sacarle el mejor provecho a esas remesas, oxígeno de su diario vivir; muchas lo gastan en pagar letras interminables por la adquisición de electrodomésticos, cuando no los propios varones deciden comprar un coche o más animales pensando que con ello protegen sus ahorros.

GALIMATÍAS

En la India, el Grameen Bank, concede créditos a más de 7 millones de personas.
De origen bengalí, el economista Muhammad Yunus, orientó su doctorado para llevarlo a la práctica a favor de una “institución financiera para los pobres”.

Inició primero en 1976 con un programa piloto que operó como una especie de caja de microcréditos hasta que fue tomando forma, ganando credibilidad y respeto, para ser finalmente reconocido como banco en los primeros años de la década de los ochenta.

Con el paso del tiempo se consolidó el banco más famoso de los pobres: el Grameen Bank como modelo a exportar a otros países, ejemplo útil de que el crédito debe romper condiciones sociales y elitistas; cortar la dependencia a programas del gobierno operados en bancos de segundo piso; y dar otra connotación a la banca social desde la iniciativa privada, incluso con mayor eficiencia.

A lo largo de su historia ha prestado más de 5 mil 700 millones de dólares de los que han sido devueltos (pagados por los clientes) 5 mil millones de dólares y su funcionamiento se basa en conceder préstamos que van desde 75 hasta tres mil dólares por persona.

Hoy el Grameen Bank apunta hacia a México como una sólida realidad.

POR LA ESPIRAL/Claudia Luna Palencia

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