Según el folclorista Guillermo Vásquez, no hay evidencia documentada sobre la llegada del barrilete a Guatemala, pero lo cierto es que es una tradición arraigada que practican niños y adultos con la llegada de los vientos de la estación fría.
Mediante la tradición oral, Vásquez ha logrado rastrear la existencia de barriletes hasta 1930, aunque ha encontrado documentos anteriores en los que se les llama papalotes, denominación mexicana de este artefacto.
En cuanto a su origen, dijo que se tiene conocimiento de que ha sido utilizado desde tiempos ancestrales en Asia, y fue traído al país por inmigrantes chinos o por los sacerdotes franciscanos, quienes tuvieron a su cargo la cristianización de esa parte del mundo.
Ayuda en la economía
En la actualidad, el barrilete es parte de la economía informal nacional, pues en cientos de hogares del país son elaborados y vendidos de manera artesanal.
Víctor Samuel Cuc, vecino de Santiago Sacatepéquez, explicó que su elaboración es un aliciente para la economía familiar, por lo que deja temporalmente su oficio de agricultor para dedicarse a fabricar pequeños barriletes, que distribuye en tiendas.
Rosa Contreras, de El Tejar, Chimaltenango, se dedica a su elaboración desde hace 41 años. Contó que cada año fabrican más de 10 mil, que vende en las tiendas de ese departamento.
No solo elabora barriletes redondos, sino también coronas, estrellas y faroles; además, hace diseños más complicados, como trompos, palomas, zopilotes, aviones y payasos.
Rosa considera que, como en toda actividad, debe haber un ingrediente especial que marque la diferencia.
Pese a la popularidad del barrilete, Samuel Cuc relató que este año no ha tenido la demanda esperada: “Han bajado las ventas en las tiendas”.
Se le debe sumar que los precios de los insumos han subido. “Lo peor es que al ofrecerlos en la calle, la gente ofrece comprarlos a precios irrisorios”, dijo.
Estrategia
Para balancear los gastos, los fabricantes redujeron las dimensiones, de tal forma que pueden vender a Q1 los de 22 centímetros de diámetro y a Q1.50 los de 32 centímetros de diámetro.
Lo mismo ha ocurrido con los barriletes que tienen otros diseños, aunque se sabe que hay algunos estilos especiales que son vendidos hasta en Q50.
Pero el precio no es estándar en todos los departamentos; en Jutiapa, Orlando Méndez expuso que vende a Q3 los más pequeños y a Q20 los más grandes.
A lo largo del año se dedica a la venta de esencias y especias vegetales, pero en octubre y noviembre, fabrica barriletes. Hago de 150 a 200 por día, contó.
En Nebaj, Quiché, vive Felipe Velasco, quien es agricultor, hace adobes y es asistente médico comunitario, pero al llegar octubre, agarra tijeras, pegamento, papel de china, hilo y varas para hacer unos 400 barriletes, que vende a Q3 cada uno. “Hacerlos es la herencia que me dejó mi padre, porque él los hacía desde antes que yo naciera”, puntualizó.
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