Este domingo, de manera un poco sorpresiva, el gobierno de EU anunció la nacionalización de las dos grandes empresas de respaldo inmobiliario: Fannie Mae y Freddie Mac
Fannie Mae fue creada en 1938 por Franklin Roosevelt, para darle liquidez al mercado inmobiliario. Lo que esta empresa hacía era comprar las hipotecas que los bancos otorgaban a las personas, permitiendo a aquellos financiar a nuevos clientes. Si le suena un poco raro es que nosotros apenas hace poco empezamos a tener empresas de este tipo (sociedades inmobiliarias, o financieras de objeto limitado, por ejemplo).
El nombre de la empresa creada por Roosevelt era la Asociación Federal de Hipotecas Nacionales, pero por su nombre en inglés, Federal National Mortgage Association, acabó en un acrónimo fácil de recordar, Fannie Mae. Para 1968, cuando el gobierno de Estados Unidos estaba en un proceso de déficit fiscal creciente, decidieron sacar a Fannie Mae del presupuesto, y aprovechando, intentaron hacer un poco competitivo el mercado secundario de hipotecas, en donde Fannie era un monopolio. La solución fue mala: privatizaron a Fannie Mae, pero como nosotros, dejando al gobierno como pagador de último recurso, y crearon una nueva empresa, la Federal Home Loan Mortgage Corporation, que también para no sufrir con el nombre es apodada Freddie Mac.
Estas dos empresas son una excelente muestra de lo que los economistas llaman Moral Hazard, riesgo moral. En ocasiones, hay quien traduce la frase como “azar moral”, pero es una pésima traducción. En el Moral Hazard no hay nada de azar, muy por el contrario. Este concepto describe una situación en la que los incentivos están hechos de forma tal que la gente se acabe portando mal, por eso lo de “moral”. En el caso de estas dos empresas, son negocios privados pero respaldados prácticamente por completo por el gobierno estadounidense. Así, los administradores tienen un incentivo para correr riesgos, porque si ganan, ganan ellos, y si pierden, paga el gobierno.
La mejor comparación con nosotros es lo que ocurrió con la privatización de la banca en 1991, y su posterior hundimiento en 1995. El gobierno privatizó como con Fannie Mae, sin dejar a los bancos en manos del mercado, sino que continuó garantizando 100% de los ahorros. Por eso en la crisis de 1995 tuvimos que financiar entre todos la quiebra de los bancos. No quiero decir que sin ese seguro total al ahorro los bancos no hubiesen quebrado, sino que el pago de esa quiebra se hubiese distribuido de forma diferente.
Bueno, pues ahora el gobierno de Estados Unidos enfrenta lo mismo que el de México en abril de 1995: sus empresas mal privatizadas están al borde de la quiebra.
Cuando eso nos pasó, el gobierno mexicano optó por el rescate, financiando a los bancos a través de la compra de pasivos incobrables.
En su momento, esta columna insistió en que ésa era un pésima idea, porque promovía una nueva forma de Moral Hazard: le permitía a los banqueros meter créditos mal dados entre los incobrables por cuestión macroeconómica.
Es decir, aunque la gran mayoría de Fobaproa resulta de un problema general, hubo banqueros que aprovecharon para esconder ahí sus ineptitudes (o peor, sus fraudes), trasladando el costo a los demás.
En aquel entonces lo que Economía Informal proponía es precisamente lo que el gobierno de Estados Unidos está haciendo: estatizar las empresas, limpiarlas, y luego volverlas a vender a los privados, bajo condiciones que reduzcan el Moral Hazard y promuevan la competencia.
Es muy interesante ver que lo que Fannie Mae y Freedie Mac representan se parece a nuestro Fobaproa. Entre las dos empresas respaldan hipotecas por 5.3 billones de dólares (billones de los nuestros, de 12 ceros), que es cosa de 40% del Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos. Si la mitad de esos créditos fuesen incobrables, el país vecino enfrentaría un costo exactamente del mismo tamaño que el nuestro: 20% del PIB.
Esta decisión es muy importante en el proceso de resolver el problema financiero estadounidense, y tenía que tomarse ahora, antes de la elección presidencial.
No tengo duda de que los funcionarios esperaron a la culminación de las dos convenciones (la Demócrata y la Republicana) para anunciar una decisión que ya se había tomado.
El anuncio, como era de esperarse, envió las bolsas para arriba.
Pero, como también se podía esperar, el impulso no alcanzó para todo el día. Y es que todavía falta para saber si la crisis inmobiliaria ha quedado atrás o no.
Macario Schettino
Fannie Mae fue creada en 1938 por Franklin Roosevelt, para darle liquidez al mercado inmobiliario. Lo que esta empresa hacía era comprar las hipotecas que los bancos otorgaban a las personas, permitiendo a aquellos financiar a nuevos clientes. Si le suena un poco raro es que nosotros apenas hace poco empezamos a tener empresas de este tipo (sociedades inmobiliarias, o financieras de objeto limitado, por ejemplo).
El nombre de la empresa creada por Roosevelt era la Asociación Federal de Hipotecas Nacionales, pero por su nombre en inglés, Federal National Mortgage Association, acabó en un acrónimo fácil de recordar, Fannie Mae. Para 1968, cuando el gobierno de Estados Unidos estaba en un proceso de déficit fiscal creciente, decidieron sacar a Fannie Mae del presupuesto, y aprovechando, intentaron hacer un poco competitivo el mercado secundario de hipotecas, en donde Fannie era un monopolio. La solución fue mala: privatizaron a Fannie Mae, pero como nosotros, dejando al gobierno como pagador de último recurso, y crearon una nueva empresa, la Federal Home Loan Mortgage Corporation, que también para no sufrir con el nombre es apodada Freddie Mac.
Estas dos empresas son una excelente muestra de lo que los economistas llaman Moral Hazard, riesgo moral. En ocasiones, hay quien traduce la frase como “azar moral”, pero es una pésima traducción. En el Moral Hazard no hay nada de azar, muy por el contrario. Este concepto describe una situación en la que los incentivos están hechos de forma tal que la gente se acabe portando mal, por eso lo de “moral”. En el caso de estas dos empresas, son negocios privados pero respaldados prácticamente por completo por el gobierno estadounidense. Así, los administradores tienen un incentivo para correr riesgos, porque si ganan, ganan ellos, y si pierden, paga el gobierno.
La mejor comparación con nosotros es lo que ocurrió con la privatización de la banca en 1991, y su posterior hundimiento en 1995. El gobierno privatizó como con Fannie Mae, sin dejar a los bancos en manos del mercado, sino que continuó garantizando 100% de los ahorros. Por eso en la crisis de 1995 tuvimos que financiar entre todos la quiebra de los bancos. No quiero decir que sin ese seguro total al ahorro los bancos no hubiesen quebrado, sino que el pago de esa quiebra se hubiese distribuido de forma diferente.
Bueno, pues ahora el gobierno de Estados Unidos enfrenta lo mismo que el de México en abril de 1995: sus empresas mal privatizadas están al borde de la quiebra.
Cuando eso nos pasó, el gobierno mexicano optó por el rescate, financiando a los bancos a través de la compra de pasivos incobrables.
En su momento, esta columna insistió en que ésa era un pésima idea, porque promovía una nueva forma de Moral Hazard: le permitía a los banqueros meter créditos mal dados entre los incobrables por cuestión macroeconómica.
Es decir, aunque la gran mayoría de Fobaproa resulta de un problema general, hubo banqueros que aprovecharon para esconder ahí sus ineptitudes (o peor, sus fraudes), trasladando el costo a los demás.
En aquel entonces lo que Economía Informal proponía es precisamente lo que el gobierno de Estados Unidos está haciendo: estatizar las empresas, limpiarlas, y luego volverlas a vender a los privados, bajo condiciones que reduzcan el Moral Hazard y promuevan la competencia.
Es muy interesante ver que lo que Fannie Mae y Freedie Mac representan se parece a nuestro Fobaproa. Entre las dos empresas respaldan hipotecas por 5.3 billones de dólares (billones de los nuestros, de 12 ceros), que es cosa de 40% del Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos. Si la mitad de esos créditos fuesen incobrables, el país vecino enfrentaría un costo exactamente del mismo tamaño que el nuestro: 20% del PIB.
Esta decisión es muy importante en el proceso de resolver el problema financiero estadounidense, y tenía que tomarse ahora, antes de la elección presidencial.
No tengo duda de que los funcionarios esperaron a la culminación de las dos convenciones (la Demócrata y la Republicana) para anunciar una decisión que ya se había tomado.
El anuncio, como era de esperarse, envió las bolsas para arriba.
Pero, como también se podía esperar, el impulso no alcanzó para todo el día. Y es que todavía falta para saber si la crisis inmobiliaria ha quedado atrás o no.
Macario Schettino
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