Salir sin llevar efectivo no es un problema en Costa Rica. Hoy la posibilidad de pagar bienes o servicios con tarjeta de débito o crédito es una de las mejores de América Latina, pues el país cuenta con la mayor cantidad de datáfonos por cada 100.000 adultos en la región.
Y si de todas formas ocupa el efectivo, el país ofrece una de las mayores concentraciones de cajeros automáticos disponibles por cada 100.000 adultos, según un ranking que incluyó a 16 países latinoamericanos.
Ese importante despliegue de infraestructura bancaria permite extender los servicios financieros formales y reducir la cantidad de efectivo en la calle, lo que favorece a la seguridad pública y permite controlar mejor los impuestos que se recaudan.
Los datos que revelan esta posición ventajosa de Costa Rica fueron recopilados por el Consultative Group to Assist the Poor (CGAP) y procesados por la Asociación Bancaria Costarricense (ABC). Permiten asegurar que, a la fecha, el país sobresale en el desarrollo de infraestructura bancaria.
Un total de 182 datáfonos por por cada 100.00 adultos colocan a Costa Rica en el primer lugar de los países latinomericanos estudiados.
De acuerdo con la misma medición, en el país hay 1.695 cajeros automáticos (ATM) por cada 100.000 adultos, un número que solo es superado por Chile, pero está por encima de México, que cuenta con apenas 592 cajeros por la misma cantidad de personas, un 34% menos que Costa Rica.
Lo anterior supone que antes de agotarse en la búsqueda por lograr acceso a una sucursal bancaria, usted la encontrará. En el país hay 32 oficinas por cada 100.000 adultos, mientras que en otros mercados, como el chileno, hay solo 19 oficinas bancarias por la misma cantidad de personas.
Todo lo anterior habla de un buen nivel de bancarización, –medida por la extensión de servicios a la población –, pero no implica una tarea terminada.
Si se mide la bancarización según el acceso que tienen las personas a servicios financieros formales, se evidencia que todavía hay retos.
A la fecha, un 43% de la población nacional no tiene ni siquiera una cuenta corriente o de ahorros, una carencia que no se ha resuelto pese a que cerca de 2 millones de personas excluidas de los servicios financieros formales estén rodeadas de bancos y cajeros.
Razones del éxito
Lograr un amplio despliegue de infraestructura bancaria fue posible por ser Costa Rica un país pequeño, bien comunicado y con una alta integración geográfica, explicó el economista y responsable del estudio, Ronulfo Jiménez.
Lo anterior ha facilitado la inversión de las empresas y organizaciones vinculadas al sistema financiero que vieron, junto a esa expansión, opciones de negocio.
Jiménez apunta que en la tarea de llevar los bancos a las zonas lejanas del país destaca la labor de los bancos estatales y el Banco Popular. “El Banco Nacional tuvo un programa de juntas rurales de crédito desde la primera mitad del siglo XX”, recordó.
Un ejemplo son los 1.715 comercios que se encuentran afiliados al programa de BN Servicios del Banco Nacional, el cual inició operaciones en el 2008. Con esta modalidad se han llevado servicios bancarios a lugares como Nandayure de Guanacaste, la isla de Chira, Suretka de Limón, Pavones de Puntarenas y Venado de Alajuela.
El programa permite que en pulperías, farmacias y supermercados funcionen pequeñas sucursales bancarias a través de las cuales los usuarios pueden pagar servicios públicos y privados, realizar pagos de tarjetas de crédito y retirar dinero.
Solo en marzo anterior, los comercios que operan como corresponsales de BN Servicios realizaron cerca de 965.000 pagos, lo que representó cerca del 55% del total de pagos realizados por medio de la plataforma digital del Nacional. El crecimiento de las transacciones ha sido de un 2.900% del 2008 a la fecha.
Este tipo de esfuerzos se une al que tanto bancos públicos como privados han realizado al ofrecer ampliamente tarjetas de débito y crédito a todos los segmentos de la población, incluyendo a los de bajos ingresos.
La tarea ha sido fácil en el país, en el tanto los niveles educativos y de pobreza permiten que una gran mayoría de la población tener el conocimiento suficiente para poder darles uso; algo que no se ha logrado en otros territorios donde los bajos niveles de alfabetización lo impiden.
Unido a lo anterior, la buena cedulación de personas contribuye a que las posibilidades de ofrecer servicios financieros formales sean mayores.
Datos de la ABC contabilizaban a enero anterior la existencia en Costa Rica de un total de 5,5 millones de tarjetas de débito y crédito, una masificación que ha permitido que muchos tengan el servicio a un costo accesible.
El servicio tan extendido en la parte de tarjetas hace posible cierto subsidio de los clientes de mayor ingreso a los clientes de menor ingreso, pues mientras estos últimos generan pérdidas, los de mayores ingreso generan mayor rentabilidad.
Ventajas fiscales
El uso masivo de pagos electrónicos tiene, además, la ventaja de facilitar la recaudación fiscal.
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