Los esfuerzos por formalizar la economía informal en el Centro Histórico de la Ciudad de México, a partir de la re ubicación de los vendedores ambulantes en plazas comerciales con locales, no sólo proporcionan muchos elementos de discusión respecto a la delgada línea entre la economía formal e informal, sino que, responden a una lógica, y un contexto que merece la pena analizar con detalle.
Entre los años 92-94, dado el poder que tiene como centro político del país, y siendo designado patrimonio cultural e histórico de la humanidad, el centro histórico ha sido objeto de estudio y campo de experimentación de la política pública de los gobiernos locales respecto al "problema" que es el ambulantaje y el comercio informal en el primer cuadro del centro. Las autoridades del Gobierno del Distrito Federal, se basaron en hechos evidentes como: que los ambulantes hubiesen tomado la mayoría de las calles, bloquearan el tránsito vehicular, impidieran que la ciudad se volviese un escenario turístico de arquitectura colonial y compitieran “deslealmente” con los comercios formales(evadiendo impuestos), además de ser una amenaza sanitaria para todos los transeúntes; para implementar políticas de desalojo de las calles y reubicación de comercios en plazas comerciales.
Con el Tratado de Libre comercio de América del Norte recién firmado, la Ciudad de México prometía ser un centro de desarrollo y modernidad, y la confianza de nuestros gobiernos en que el mercado por si sólo sería un vigorizante para nuestras economías y un proveedor de empleos, era completamente antagónica e incompatible a la permisividad del estado de bienestar subsidiario respecto al comercio ambulante (y de muchos otros ámbitos). Las ideas de que había que “limpiar la calle” y de que los vendedores eran algo que recordaba un pasado tradicional, opuesta a una idea de modernidad, circularon entre las clases medias, empresariales los pequeños propietarios y la clase política que pretendía proyectarse hacia la presidencia de la República; los ambulantes, habrían de pagar los costos completos de la formalidad, y las fallidas alternativas de reubicación exigieron que los ambulantes pagaran el costo total de sus locales y fuesen víctimas de una gran especulación
El programa de construcción de mercados/bazar en la Ciudad de México pareció ser un éxito para "formalizar" la venta ambulante, en parte porque se compró la estructura de liderazgo de los vendedores ambulantes, dándole a los líderes un control total sobre el programa del mercado; pero al hacerlo, se firmó también la derrota del programa a largo plazo para resolver el “problema” de la venta ambulante. Las políticas implementadas en torno al ambulantaje, seguirán sin tener éxito, en tanto que no se piense en el comercio ambulante como un resultado del propio Estado y del modelo Neoliberal, que lejos de producir una oferta de empleos suficiente, han declarado informales e ilegales formas de autoempleo tradicionales; empujando a la gente fuera de la formalidad cada vez más, y a la vez persiguiéndolos por haber cruzado una línea que ellos mismos trazaron.
Bibliografía:
Cross, John (1995). Fomalizing the Informal economy: The Case of Street Vendors in Mexico City. The American University in Cairo. Cairo.
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