lunes, 23 de mayo de 2011

Un obrero sin contrato tiene más posibilidad de enfermar que un ejecutivo agresivo

Cómo las condiciones laborales influyen en la salud de los trabajadores de todo el mundo. Éste es el principal objetivo de la obra de Benach en la que se pone de relieve cómo los países nórdicos nos llevan una clara ventaja



PINO ALBEROLA El libro "Empleo, trabajo y desigualdades en salud" ofrece una visión de cómo las condiciones de empleo afectan a la salud de los trabajadores y trabajadoras del mundo. La obra nace a raíz de un estudio elaborado por la comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud de la Organización Mundial de la Salud. Su autor, Joan Benach, ha presentado en Alicante su obra en la Universidad y en la sede del sindicato CC OO.



Su libro incluye una clasificación de países, según su mercado laboral y los problemas de salud. ¿Qué países lo encabezan?

Es imposible de resumir, porque hablamos de 200 países en todo el mundo. Actualmente hay 250 millones de personas en situación de desempleo en todo el planeta. Si hablamos de precariedad laboral, las cifras son alarmantes porque el 80% de la gente trabaja en empleos informales, ganándose la vida en talleres clandestinos o en la calle, expuestos a todo tipo de riesgos y accidentes. Tampoco los niños se libran de esta situación. Unos 300 millones de menores trabajan expuestos a todo tipo de riesgos y sin la posibilidad de acudir a la escuela. Además, siguen existiendo 25 millones de personas que están en situación de trabajo forzado. Éste es un número mayor que el de todos los esclavos que fueron trasladados de África a América.

¿Goza España de buena salud en este terreno?

En el caso español hemos analizado la precariedad laboral, que muchas veces se equipara con los contratos temporales. Con la crisis se ha reducido el trabajo temporal, porque hay más paro, pero no quiere decir que la precariedad haya desaparecido. En este sentido, hemos analizado la precariedad, según el miedo y la falta de derechos de los trabajadores, y hemos concluido que casi la mitad de los trabajadores están en precario.

Pero haciendo referencia a las situaciones que citaba anteriormente, los trabajadores españoles, ¿nos podemos sentir afortunados?

Depende de con quién nos comparemos. La mayoría de países son más pobres que España y tienen un mercado laboral muy informal. Pero aún así, estamos lejísimos de una situación adecuada. En nuestro país sigue habiendo muchas muertes por accidente de trabajo, aunque los sistemas de información apenas las registran. La Administración debe hacer un mayor esfuerzo.

¿Cuáles son los países en los que deberíamos mirarnos?

Los nórdicos. Son países con políticas públicas y una negociación colectiva fuertes. Los trabajadores tienen derecho a opinar, a que las condiciones laborales no sean impuestas por decreto, sino por negociación. Además, poseen un alto nivel de tecnología, de productividad y de funcionariado. Aquí se dice que sobran funcionarios y creo que no es cierto. Debería haber más empleados públicos prestando servicios sociales, ya que faltan guarderías, recursos en salud mental, etcétera.

¿Qué papel tienen las grandes multinacionales a la hora de frenar estas desigualdades?

Tienen un enorme papel. Por ejemplo, el 90% del cacao que consumimos viene de Costa de Marfil y es recogido por niños en un país donde el gobierno es corrupto. Este cacao se envía luego a países como Francia o Reino Unido que lo procesan y reciben millones de beneficios. Estos niños no reciben absolutamente nada.

¿Cree que las reformas laborales abordadas por el Gobierno español son suficientes?

No. Estas nuevas reformas siguen de "pe a pa" las reformas de corte neoliberal. Este tipo de reformas son las dominantes en todos los países. Suponen un recorte de servicios públicos, un aumento de la precariedad laboral y todo ello sin que haya pruebas de que vayan a reducir el desempleo. No se va en la buena dirección.

¿Cuál es su receta?

Apostar por políticas públicas potentes que permitan la redistribución de la riqueza. Hay que tratar de reducir la desigualdad social entre ricos y pobres, que ha aumentado, en parte por la crisis y en parte por la desigualdad en salud. Pasamos muchas horas trabajando y no hacerlo con unas condiciones de protección social física, daña la salud y encima de forma desigual. Lejos de los tópicos, no es lo mismo cuando enferman los directivos que cuando lo hacen los obreros. Todos tenemos la imagen del ejecutivo agresivo estresado, pero los estudios demuestran que tiene más repercusiones para la salud la situación de un obrero sin contrato al que pueden tirar en cualquier momento.

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