El costo humano de la crisis en los países ricos | iEco | Clarin.com
El desempleo de los países de altos ingresos llegó a su récord y crece el empleo informal. Un trabajador despedido en recesión, ganará un 20% menos 15 años después y vivirá uno o dos años menos. Los jóvenes desocupados de hoy pueden ser quienes reclamen a los dictadores de mañana.
PorAnahí Abeledo
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Cambios en el porcentaje de desempleo 2007-2010 de los países desarrollados
Cambios en el porcentaje de desempleo 2007-2010 de los países desarrollados
Tasa de desempleo
Tasa de desempleo
Número de desempleados
Número de desempleados
A pocos meses de terminar 2010, el mundo desarrollado repasa las heridas de la última crisis y confirma un saldo desolador: desde 2007 a la fecha se agregaron 30 millones nuevos de desempleados y la cifra de 210 millones personas sin empleo es la más alta de la historia. El crecimiento anual de la población activa es del 1,6% (45 millones de personas), lo cual requeriría la creación de 440 millones de nuevos empleos, demanda que se sumará a la actual. Las dimensiones abonan cualquier temor.
Los países ricos lideran la destrucción de empleo, su tasa de desocupación creció un 3% desde 2007 a 2010. Y España es campeón mundial nuevamente, esta vez con un incremento de más del 10% de desempleo (2,7 millones de personas) en ese trienio pese a haber aplicado más que otros países las recetas flexibilizadoras y a tener al 30% de su fuerza laboral con contratos temporarios. En tanto EE.UU., con un incremento del 5,5% en su tasa en el mismo período, es el país con mayor cantidad de desempleados nuevos: 7,5 millones).
Los datos pertenecen al documento de discusión elaborado por la OIT y el FMI, y serán analizados mañana en la ciudad de Oslo, durante la conferencia conjunta sobre "Los desafíos de crecimiento, empleo y cohesión social". La reunión se centrará en el problema de los países ricos, ya que marcaron el gran retroceso.
Mal, pero acostumbrados
En las economías emergentes, el empleo fue estable y la tasa promedio de desempleo subió sólo un 0,25% desde 2007, y en las de menores ingresos el empleo subió un par de puntos porcentuales. Esto no significa que el mundo pobre esté bien. La calidad del empleo disminuye en todas las regiones: el 80% de la población mundial no tiene acceso a la protección social y un 40% de la fuerza de trabajo global --alrededor de 1.200 millones de mujeres y hombres-- no accede a salarios que superen los US$2 diarios y se sitúan, junto a sus familias, por debajo del umbral de pobreza.
El subempleo y el trabajo informal son dos de las graves secuelas comprobadas. "Las cicatrices de este peligro en los mercados de trabajo podría durar mucho tiempo, y en el caso de los trabajadores jóvenes que no pueden obtener su primer trabajo, toda la vida", asegura Juan Somavia, director general de la OIT.
Malo y extenso, dos veces malo
También crece el desempleo de "larga duración" (más de 26 semanas sin trabajo). Según la Oficina de Censo de Estados Unidos para 2009, alguien que estuvo inactivo 26 semanas tiene el 10% de probabilidad de ser contratado en el próximo mes. Con cuatro semanas de inactividad, las chances son del 30%. Casi la mitad de los desempleados estadounidenses entran en la categoría de la "larga duración".
Este desempleo creció en la mayoría de los países de la OCDE, incluso en aquellos en donde la tasa general no aumentó tanto, como Francia. Entre las decenas de estudios tomados en el informe del FMI y la OIT, se destacan los trabajos que analizan los efectos de largo plazo, (Jacobson, L., R. LaLonde and D. Sullivan, "Earnings Losses of Displaced Workers", 1993; y Von Wachter, T. "Long-Term Unemployment: Causes, Consequences and Solutions", 2010). En síntesis se asegura que cuando alguien pierde su empleo en recesión, tendrá menores ganancias el resto de su vida, 20 años después ganará en su empleo un 20% menos que si no hubiera perdido aquel trabajo.
Además de estrés, peligro de ataques cardíacos y enfermedades de corto plazo, el aumento de la tasa de mortalidad persiste hasta 20 años después, generando una esperanza de vida de 1 a 1,5 años menos. También aumenta la tasa de mortandad de sus hijos, los cuales tienen un riesgo escolar un 15% mayor. Y, según un estudio canadiense, los hijos de padres despedidos durante una recesión, percibirán en su adultez hasta un 9% menos de ingresos de lo que hubieran podido percibir sin aquel shock.
Resentimiento, viejo enemigo
Otra preocupación es el aumento del desempleo entre jóvenes de 15 a 24 años, que creció dos veces y media más que la de otras franjas de mayor edad y alcanza, mundialmente, el 13% (81 millones de jóvenes desocupados). En España los jóvenes desempleados pasaron de ser el 20% a convertirse en el 40% en su franja de edad.
Según la "Encuesta Social General en el Desarrollo de la Sociedad Americana de 1972 a 2006", Giuliano y Spilimbergo, 2009, quienes experimentaron una recesión en la edad de 18-25 años, "tienden a creer menos en el esfuerzo personal, perciben fuertes desigualdades, y tienen menos confianza en las instituciones públicas. Una encuesta realizada en 69 países incluidos los de altos ingresos (Altindag y Mocan, 2010), asegura que el desempleo a esa edad impacta de tal modo en la experiencia futura que "se traduce en opiniones más negativas acerca de la efectividad de la democracia y aumenta el deseo de un líder sin escrúpulos. Este efecto resulta ser más pronunciado para los desempleados de larga duración y se extiende a los individuos que no sufren el desempleo en sí mismos pero viven en un país y un período de alto desempleo de larga duración". Son buenas razones para estar preocupados.
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