Un viejo problema con muchas aristas
Retomando el tema del desempleo, el empleo informal y las actividades relacionadas a la industria del sexo, continúa esta desbandada con más datos que den un poco de luz a fin de entender quién se beneficia de su existencia, qué lo sustenta, por qué se ha ido extendiendo y hasta dónde puede llegar. Y aquí ya empezamos con más preguntas que respuestas. La industria del sexo ¿es natural que exista?,¿propicia empleos dignos y desarrollo?. El debate depende de la postura y la mirada con que se quiera ver, el tema no trata de situaciones moralizantes sino de elemental derecho humano. Un viejo problema con muchas aristas. ¿Que lo sustenta?, pues según el discurso de algunos teóricos, los varones necesitan confirmar su superioridad dominando a otro a través de la violencia sexual considerada ésta, en decidir sobre el cuerpo de otros y qué mejor que sobre capital humano barato, considerado indigno, esos cuerpos para uso de los hombres, cuerpos accesibles a ser comprados, sólo cuerpos no personas, así a la mujer se le transforma en objeto y no sujeto para poder ser usado y abusado. Y aquí inicia la crisis de desigualdad, pues la supuesta supremacía masculina se otorga el derecho de dominio. Esto no es nuevo, ya durante la época colonial mujeres y niñas, particularmente africanas e indígenas, eran desarraigadas de sus lugares de origen y comerciadas como mano de obra, servidumbre y/o como objetos sexuales. Actualmente la situación no ha cambiado y mucho menos mejorado, la mujer sigue siendo vista como un producto que se vende y esta creencia arraigada y avalada socialmente, permite entonces la venta de los cuerpos de las mujeres y niñas como resultado. Y como dato curioso resalto que en el mundo de los table dance y prostíbulos, las mujeres que lo viven coincidieron al afirmar en una encuesta realizada, que la mayoría de los clientes son casados y suelen pedir relaciones sexuales sin preservativo aún a riesgo de contagio del VIH.
Y a la mujer le corresponde ser mercancía. Una posible causa es que en general, las mujeres están más afectadas por la violencia y la discriminación de género en la educación, la inequidad laboral, caracterizada por la segregación ocupacional y una representación desproporcionada en los sectores informales de empleo. Todo ello trae como consecuencia una muy particular vulnerabilidad así como una enorme inseguridad económica y por lo tanto la propensión a migrar, generalmente en forma irregular, a pesar de los riesgos e implicaciones que esto conlleva. Esto se refleja en nuestro país donde por poner un ejemplo, cerca del 50 por ciento del personal que labora en centros nocturnos o “table dance” ubicados en Celaya y municipios aledaños, se trata de mujeres de procedencia extranjeras. El Instituto de Migración no verifica la situación migratoria de las trabajadoras. Las extranjeras llaman la atención por su acento y por sus movimientos, son diferentes a las mujeres mexicanas y ahí esta el gancho. Y así hay mujeres de Argentina o Uruguay, en otras comarcas como México, DF o la playa, se puede encontrar asiáticas, alemanas o francesas; y otro dato curioso, como estrategias para “llevar un padrón de las extranjeras en el país”, los responsables del traslado y amarres, “marcan” a sus mujeres con tatuajes distribuidos en la parte baja de su cuerpo, ya que con esto otros “promotores” saben que la extranjera ya es manejada por un compañero, es decir las mujeres son como mercancía y hasta podría verse como ganado pues a este se le marca aunque también en su momento se hizo con los esclavos ¿habrá alguna similitud?
Y no bastando los centros nocturnos para este negocio, la situación es ya masiva, por ejemplo la “Expo Sexo 2010” en el Palacio de los Deportes (por séptimo año consecutivo), se anuncia como una versión más renovada donde se pretende crear el “Table Dance” más grande del mundo con 150 bailarinas donde en entrevista con René Franco el productor del evento, destacó que este año el show viene totalmente renovado “para darle a la gente un evento con mayor nivel”. “Siete mil 500 metros cuadrados, ocho pistas, 150 bailarinas. La idea es crear un concepto con una producción gigantesca con macro-pantallas, iluminación y pirotecnia”, algo que el denomina como “Fantasy city”, en donde los visitantes van a poder tomarse fotos “totalmente gratis”, además de que habrá dos espectáculos internacionales; uno “súper stripers”, show erótico, sexual fuerte y otro “show home” el único show donde hay un desnudo total. Y así anunciándose en la web, en el metro y donde se pueda, entre bombos y platillos, las masas sólo asimilan y consumen, no piensan que quienes laboran en la industria del sexo no tienen ninguna garantía o prestación de las que se ofrecen en los empleos formales lo que obvio, no trae consecuencias benéficas ni de desarrollo para quienes se dedican a él.
Y de ahí a la trata de personas hay sólo un paso, aunque aparentemente inocente, todo esto prepara el terreno para facilitar uno de los tres negocios más rentables del crimen organizado después del tráfico de armas y de narcóticos. Las cifras hablan, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que, a nivel mundial, cada año aproximadamente un millón mujeres, niños y niñas son engañados, vendidos, coaccionados o sometidos a condiciones semejantes a la esclavitud bajo distintas formas y en diversos sectores: construcción, maquila, agricultura, servicio doméstico, prostitución, pornografía, turismo sexual, matrimonios serviles, entre otros, siendo las mujeres y las niñas y los niños el sector más vulnerable.
Según el informe Anual sobre Trata de Personas del Departamento de Estado de Estados Unidos, cada año entre 600,000 y 800,000 personas cruzan las fronteras internacionales como víctimas de trata; de esta cifra el 80 por ciento son mujeres y niñas. Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que del total estimado de personas sometidas a trabajos forzados como consecuencia de la trata (calculado por ese organismo en 2,450,000) y el caso de trata con fines sexuales, una abrumadora mayoría del 98% es ocupado por mujeres y niñas. Estas estimaciones muestran una realidad ineludible, la trata de personas y el comercio sexual es un crimen que no es neutral en términos de género y que afecta a las mujeres de manera desproporcionada. No sólo por registrar la mayor parte de las víctimas, incluso en el sector laboral, sino porque las formas de explotación a las que son sometidas suelen ser más severas.
Y algunas formas de trata y abuso no son reconocidas como tales y peor aún, son validadas por antiguos sistemas patriarcales, machistas y conservadores. Esto es más palpable en algunas regiones que en otras, como la venta de niñas y adolescentes en las comunidades indígenas, los abusos en el servicio doméstico, los matrimonios serviles o la violencia doméstica y todas ellas atentan contra la dignidad y los derechos de la persona por lo que es un delito contra el individuo, aunque lamentablemente la trata de personas se ha normalizado como una estrategia de supervivencia porque el dinero al final, en una sociedad mercantilista y consumista lo redime todo. Sea esta desbandada entonces, un intento para plantear la situación a fin de abrir un espacio de reflexión como primer paso para promover cambios en la conciencia colectiva que nos devora sin ni siquiera ser cuestionada. En todo caso todo empieza por un primer paso.
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