Barrancabermeja blog: La economÃa del transporte informal en Barrancabermeja
Hace un poco más de dos semanas, la Inspección de Tránsito y Transporte de Barrancabermeja publicó el informe de accidentalidad en la ciudad para el año 2009. Las cifras por sí solas, aparte de demoradas en salir a la opinión pública (lo que le quita un poco de transparencia al asunto) son aterradoras: durante el año pasado hubo un total de 986 accidentes de tránsito (más de dos diarios) que involucraron 870heridos, y 57 muertes. Con respecto a 2008, se presentó un crecimiento del 10% y la tendencia es al alza, ya que durante el primer mes de 2010 se presentaron 94 accidentes.
Llama mucho la atención que de este total, mayoritariamente estuvieron involucradas motocicletas, con un alarmante 20% del total, muy, muy por encima del 9% de automóviles, particulares y servicio público. Miento, no llama la atención. Es apenas obvio que en una ciudad con menos de 300.000 habitantes, pero con más de 50.000 motos registradas (sin contar las que llegan de poblaciones aleñadas como Yondó, San Pablo, Sabana de Torres, Puerto Wilches y demás) y con el nivel de imprudencia con el que manejan las motos se queda pequeña la cifra. En Bogotá los reyes del asfalto son los taxistas; en Barrancabermeja son los motociclistas, particularmente representados por los más de 2.000 “moto-piratas” o como ellos piden ser llamados: “transportadores informales”, como si un eufemismo de ese tipo solucionara la situación.
Es un fenómeno en Colombia, claro que lo es. Se ve mucho en la Costa Atlántica, y “si se ve allá, por qué no acá” me comentaba en una ocasión un “líder cívico” que agremia a este sector (igual de ilegal a su profesión). Pero es que en Francia, en Alemania y en Australia también hay transportadores de motos, pero son legales, tienen rutas y tarifas establecidas, y un dato adicional: tienen kits de desinfección para cascos y asientos. Acá no pasa nada de esto y sus nuevas reglas aplican como mandato; en Barranca las motos son dueñas de todo el ancho de la vía, no existe un mínimo respeto por las más elementales normas de tránsito, y no existen señales de pares, cruces, semáforos, nada. Sólo hay una regla: recoger clientes y llevarlo a su destino final, como cueste. Es la economía del rebusque y la guerra del centavo; es el “negocio socio”. Lo importante es conseguir los 10.000 de la cuota diaria, los 2.000 de la gasolina y de ahí en adelante es ganancia; no hay prestaciones sociales, no hay aportes parafiscales, no hay ARP y en muchos casos ni siquiera hay SOAT. El transporte informal no es generación masiva de empleo, no es una solución a la pobreza: es una mafia del transporte y empeora las condiciones de vida de las personas. En cientos de casos los transportadores no son de Barrancabermeja y no conocen cómo llegar de un lado a otro.
Las autoridades municipales al respecto brillan por su ausencia. Como siempre en nuestra folclórica democracia, las soluciones se presentan ante una crisis. Se presentan paros, disturbios, caos en las vías (en el de octubre pasado la Cámara de Comercio reportó más de 450 millones de pesos en pérdidas económicas) y ahí sí, hay que encontrar una solución, y entre más rápida mejor. Se expiden decretos que a la postre no sirven para nada y no son más que salidas temporales a un problema que se viene agravando en la ciudad. La salida no es prohibir las motos una vez al mes, tampoco prohibir el parrillero que no sea núcleo familiar (todavía no entiendo cómo a alguien se le puede ocurrir algo tan peculiar); mucho menos establecer rutas dónde puedo y dónde no puedo circular. Todas estas decisiones son excluyentes y arbitrarias, y cómo dije anteriormente, no apuntan a la raíz del asunto.
Acuñaba Bill Clinton una de mis frases favoritas durante su campaña presidencial en 1992 para derrotar a George Bush padre: It’s the economy, stupid! Es un problema de oferta y demanda, así de simple. La población de Barrancabermeja crece a niveles por encima de la media, y siguiendo el patrón de crecimiento lineal del país, tenemos que 75 de cada 100 nuevos habitantes usarán transporte público para movilizarse. Claro, no hay cómo movilizarse, sólo tenemos menos de 100 buses, busetas y colectivos que se encuentran todos obsoletos, inseguros, en pésimas condiciones de comodidad y sin cumplir ninguna norma de seguridad. Todo sería diferente con más y mejores buses. En vez de estar peleando, taponando vías y lanzando arengas contra todo lo que se atraviese, deberían tomar todas las ganancias que deja el transporte y optimizar la flota de transporte. Si no hay dinero es entendible, pero los dueños de buses deberían emplear más tiempo consultando opciones de leasing.
El Gobierno puede hacer mucho, pero no tiene la voluntad política para hacerlo. Al fin y al cabo son 50.000 votos que fácilmente pueden influenciar para escoger un alcalde, un concejal y hasta un congresista. No es políticamente correcto dirían los diplomáticos y es mejor invertir en diez caballos moribundos para hacer paseos de dos cuadras. Pero el problema sigue ahí, creciendo como bola de nieve, y mientras la Secretaría de Movilidad siga siendo una cartera de quinta categoría, acá no va a pasar nada. Seguiremos viendo como las estadísticas de accidentalidad crecen y nos sentiremos muy orgullosos que en este 2010 superemos a Pereira en el primer puesto de accidentes pér capita.
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