El sistema tributario de México "es muy parecido a un queso gruyere: tiene demasiados agujeros", afirmó el economista en jefe de Norteamérica del Servicio de Estudios Económicos de BBVA Bancomer, Jorge Sicilia, quien afirmó que la Ley de Ingresos 2010 aprobada por el Congreso "deja un sabor agridulce", porque fue "otra oportunidad perdida" para lograr finanzas públicas sostenibles.
Al presentar su análisis trimestral sobre la situación económica de México, el economista señaló que si bien la crisis "no hundió el barco" de la economía mexicana, que ya presenta signos de recuperación, el paquete en la materia para el año entrante "se quedó a medio camino". No se superó, dijo, "el reto de una generalización del esquema tributario, sin elementos discriminatorios ni esquemas especiales. Queda mucho camino por recorrer".
Precisó que si bien lo peor de la crisis ha pasado para la economía mexicana, en términos del escenario económico global en el que se desenvuelve, "lo cierto es que los retos que afronta siguen ahí delante, sin que en los últimos meses se hayan visto cumplidas en la práctica, decididamente, algunas de las medidas incluidas en la ambiciosa agenda del gobierno".
De los análisis realizados por Sicilia sobre la economía mexicana se desprende: el paquete fiscal aprobado en el Congreso de la Unión es insuficiente para impulsar el crecimiento; al dejar pasar la oportunidad de una reforma fiscal, el potencial económico del país se reduce a niveles de 2 por ciento anual, y el incremento de los impuestos al valor agregado (IVA) y sobre la renta (ISR) para el año entrante repercutirán en una reducción del producto interno bruto (PIB) de entre 0.2 y 0.4 por ciento. No obstante, su impacto marginal en la inflación de 2010 y 2011 tiende a disminuir, y si bien no elimina el riesgo de una baja de calificación de riesgo, permitirá mantener el grado de inversión y, entre otros efectos, provocará que los ingresos permitan sostener el gasto público, pero no utilizarlo para financiar el desarrollo del país.
Mención especial hace el especialista sobre la economía informal, la cual, si bien ha mostrado un importante crecimiento por la crisis, también representa un "enorme reto". Como en anteriores ajustes económicos, dijo, el mercado informal actúa como mercado de reserva, alternativo al formal. Ello supone, agregó, uno de los retos pendientes de la economía mexicana: lograr una proporción mayor de empleos más productivos para reducir el peso de puestos laborales de ingresos menores y más inestables.
Sostuvo que en la última década prácticamente no ha variado el peso relativo del empleo informal sobre el total del mercado laboral, y sólo se producen variaciones ligadas al ciclo económico y al carácter del mercado informal como alternativo en coyunturas económicas desfavorables.
En síntesis planteó: “La crisis ha mostrado la necesidad de rediseñar las bases de la actual política fiscal. Ésta se basa en el equilibrio presupuestario anual para tener credibilidad ante los acreedores, pero con un diseño que proporciona baja recaudación, dada la excesiva dependencia de los ingresos petroleros en una industria menguante y la base impositiva realmente reducida, tanto por el tamaño de la economía informal como por un diseño impositivo lleno de exenciones y esquemas ad hoc. Este esquema exige un gasto público sin estabilizadores automáticos –seguro de desempleo, por ejemplo– y relativamente bajo, por lo que termina cumpliendo de modo poco apropiado su papel de proveedor de bienes públicos –seguridad, justicia, educación, sanidad, infraestructura– y como redistribuidor de la renta a través del gasto social”.
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