Si en Tlaxcala los casos de cuadros con la sintomatología de la influenza estacional se incrementan o se sostienen o disminuyen, esa es información que debe procesarse con agilidad y difundirse de inmediato, porque la población es demandante de datos precisos.
Las familias del obrero, campesino o empleado, son ajenas a la disputa por ganar la declaración de unos o a exponer versiones cuidadísimas de otros. Lo que les interesa es saber si hoy, cuando salgan a trabajar, habrá las condiciones para conseguir el sustento y regresar con bien.
Inescrupulosos encargados de farmacias se mezclan con paranóicos ciudadanos, capaces de pagar lo que sea por un tapabocas, mientras los más pobres van por la calle creciendo el rencor a su interior porque es hoy cuando su miseria aflora y las oportunidades escasean.
Al vendedor de tacos se le cayeron las ventas; al carnicero dejaron de visitarlo sus múltiples clientes; en el café son más los meseros que los consumidores y, ahora hasta en las oficinas el movimiento se desplomó.
A la crisis de influenza le sigue una peor. La de la miseria. ¿Qué va a hacer el vendedor ambulante ante la emergencia?, Es él quien encabeza esa economía informal en nuestro estado, de la que somos campeones a nivel nacional.
Por eso, poco les interesa que gobierno y sindicato se arrebaten la exclusividad de las notas. Lo que quieren es saber qué va a pasar con su deteriorada economía.
Hoy es cuando otro sector aprecia en todo la importancia de su empleo. Si es un burócrata, su quincena le llega, eso es un hecho.
Pero, ¿y qué hay de de los que van al día?
Con el tradicional lenguaje corporal que evoca los días de programación neurolingüística en el gobierno de Francisco Barrio Terrazas, este miércoles, Alberto Cárdenas Jiménez, el secretario de Agricultura, abordó esa crisis que se avecina.
Comió carnitas de cerdo ante decenas de productores.
Y les dijo que ese producto cuenta con un proceso que le da calidad mundial.
Yo creo que cuando un sujeto como Cárdenas come carnitas frente a los pobres, el mensaje no es suficiente.
Habrá que pensar en modelos menos molestos y no solo en las carnitas de cerdo como único producto cuyo consumo debe ser promovido por las autoridades.
Es hora de disminuir los sueldos de funcionarios; de abatir las partidas a institutos políticos, de crucificar a los servidores públicos corruptos.
El dinero escasea. Ahora, el trabajo también. Hasta la carne deja de consumirse porque llegó la temporada de vigilia por el apanicamiento de enfermar a causa del H1N1 probablemente contenido en ese producto.
Adelantémonos a la crisis que viene.
Quizás las elecciones deban suspenderse.
La gente no querrá saber de votar sino de comer y, sobre todo de no enfermar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario