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odo político nace con un paquete de promesas bajo el brazo.
Planes para Lima Metropolitana
Todo político nace con un paquete de promesas bajo el brazo.
En 1963, Luis Bedoya propuso la protección de la producción de panllevar, la creación de la Banca Municipal, construir silos para almacenamiento de granos, implementar dos centros de veraneo popular, erradicar el tugurio.
Tres años después, Bedoya prometió construir anillos de circunvalación y vías de evitamiento, erradicar el estadio nacional y erigir una ciudad deportiva en la carretera central, instalar piscinas con agua de mar en los arenales de La Chira y Conchán, canalizar el rio Rimac profundizando su lecho.
En 1980, Eduardo Orrego ofreció impulsar la región metropolitana desde Paramonga hasta Pisco, declarar intangibles e impedir la urbanización de los terrenos agrícolas, reubicar a los ambulantes en ferias.
Transcurridos tres años, Alfonso Barrantes propuso perforar 69 pozos de agua potable, instalar una red de guarderías infantiles, distribuir un millón de vasos de leche diarios, construir diez rellenos sanitarios, fluorizar a dos millones de niños anualmente para prevenir las caries.
En 1986, Jorge Del Castillo ofreció que se incremente el número de empleados municipales destinados al control de precios en los mercados de cincuenta a mil, culminar la construcción del tren eléctrico, desviar el colector de desagüe de Surco e implementar 300 hectáreas de lagunas de oxidación y 5,800 hectáreas de bosque en las pampas de San Bartolo.
Tres años después, Ricardo Belmont prometió que las sesiones del concejo serian televisadas, vender el mercado central a sus propios comerciantes, dialogar con los ambulantes para reubicarlos en centros comerciales, determinar zonas rígidas en el centro de Lima y prohibir el uso de zonas monumentales.
En 1993, Belmont ofreció crear una alcaldía distrital para el cercado de Lima, poner en marcha el tren Ate- Vitarte- Callao, restringir las rutas de transporte público que pasen por el centro de la ciudad, habilitar el relleno sanitario de Lurín, continuar la atención a los tugurios del centro de Lima.
Esta reseña de las propuestas de los candidatos triunfantes no significa que la ciudadanía no pueda participar cotidianamente. El progreso de Lima requiere de imaginación, programas y vecinos y autoridades comprometidas.
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