miércoles, 4 de agosto de 2010

lanacion.cl: Cómo su crisis permanente salvó a Italia de la recesión

lanacion.cl: Cómo su crisis permanente salvó a Italia de la recesión

María Cannata no puede pensar en un trabajo que pueda ser más agotador que el suyo. Ha sido la “signora del debito”, la señora de la deuda, de Italia durante casi 10 años. Durante ese tiempo ha hecho un trabajo sobresaliente. En su oficina del Ministerio de Hacienda en Roma, Cannata maneja los pasivos del segundo mayor deudor entre los países industrializados del mundo y asegura que Italia siga solvente. Mujer poco pretenciosa, Cannata, de 56 años, dice que duerme bien por la noche: ha conocido tiempos peores. La deuda pública de Italia supera los 1,76 billones de euros, o el 115,8% de su Producto Interno Bruto, lo que la hace el principal deudor de Europa. En comparación, la deuda pública promedio de los países de la zona del euro llega al 78,7% del PIB.

Junto a Portugal, Irlanda, Grecia y España, Italia es uno de los países lamentablemente llamados PIGS: el eje de la mala gestión. Es un asombroso desempeño para un Estado que pertenece al exclusivo club G-8 de las siete principales naciones industrializadas del mundo más Rusia. Las agencias calificadoras ponen a Italia a la par de países tan frágiles como Irlanda, Malta y Portugal. ¿Plantea Italia una amenaza para toda Europa?

Cannata conoce bien los rumores. El saldo final son números, no palabras; y cuánto interés tendrá finalmente que pagar Italia por sus deudas. Cada punto porcentual refleja un grado de confianza, y cada décima menos de un punto porcentual es un triunfo personal para ella. Cuando Cannata tuvo que reestructurar miles de millones en deuda nuevamente en abril (9,5 mil millones de euros para ser exactos) pareció por un tiempo que no había suficientes compradores para los nuevos bonos del gobierno. Algunos expertos le recomendaron que pusiera menos bonos en el mercado para evitar empujar los precios a la baja. Pero Cannata se mantuvo firme en su rumbo y, al final, obtuvo lo que quería. Con frecuencia negocia mejores condiciones que España, país que no tiene tanta deuda gubernamental.

¿Es ésta una habilidad extraordinaria? ¿Es apostar contra la tendencia? ¿O sólo un truco barato? ¿Por qué, en medio de la crisis financiera debiera alguien creer en este país, cuya deuda gubernamental puede atribuirse en parte al nepotismo y la corrupción romana?

El Primer Ministro Silvio Berlusconi, de 73 años, está más políticamente debilitado que en cualquier otro momento desde su reelección hace dos años. Durante semanas, su gobierno de coalición ha parecido paralizado, en medio de enconadas disputas sobre una ley contra las intercepciones telefónicas que Berlusconi quiere hacer aprobar, y sumido en escándalo de sobornos y judicial tras otro. Dos ministros han tenido que retirarse desde mayo y, ahora, nada menos que el subsecretario de Economía, Incola Cosentino, ha tenido también que renunciar bajo acusaciones de contactos con la mafia y de haber fundado una sociedad secreta. Cuando Berlusconi recibió la semana pasada en Milán el Premio Grande Milano por su trayectoria laboral, fue elogiado como un “estadista con singulares capacidades, que conduce a su país con una clara conciencia de futuro”. En realidad, sin embargo, los días políticos de Berlusconi están contados. Ya se está librando la lucha por su sucesión.

Evitado los errores de otros

Cannata no habla de política: no se le permite hacerlo. Dice que Italia ha estado afectada por una crisis sostenida durante los últimos 20 años: así de largo ha sido el período en que el país ha estado oscilando al borde de la bancarrota. En 1994, su deuda alcanzó el 121,8% del PIB. Por entonces no había crisis financiera global. Irónicamente, el estado de crisis permanente del país ha tenido, quizás, el efecto de evitar lo peor durante la crisis actual. No tiene que capear un estallido de una burbuja inmobiliaria o una crisis en el sector de la construcción. Italia no tuvo tampoco que ir al rescate de ningún banco. El gobierno ya tenía las manos llenas con sus propias deudas.

Mientras en España e Irlanda un boom de la construcción financiado con deuda y dudosas operaciones de los banqueros de inversión estaba generando altas tasas de crecimiento, Italia estaba lidiando con su alto endeudamiento gubernamental. “Un sistema bancario más altamente regulado ofrecía menos oportunidades para copiar los errores de otros países de la Unión Europea”, dice Alexander Kockerbeck, analista de la agencia estadounidense de calificación Moody’s. Italia no ha caído en los excesos de los últimos años. A Italia se la ve de pronto como el país que ha tomado la postura más dura en la crisis, como un experto en gestión de deuda. Ningún país de Europa se ha visto obligado a ajustarse el cinturón tan brutalmente como Italia. Su ministro de Hacienda, Giulio Tremonti, jefe de Cannata, acaba de aplicar draconianas medidas de rebajas de costos. Lo hizo en contra de la voluntad de Berlusconi, quien ha estado eludiendo la crisis durante meses, y hasta prometiendo rebajas de impuestos y sosteniendo que Italia es el país más rico de la UE. Las medidas de austeridad apuntan a ahorrar cerca de 25 mil millones de euros para el año 2012 y el principal peso recae en las municipalidades y las regiones. Su déficit presupuestario equivale al 5,3% del PIB, casi dos veces más que en el pasado, y sin embargo sigue siendo significativamente más bajo que el promedio europeo. Los italianos tienen planes de que baje lo suficiente para cumplir con los criterios de Maastricht, que estipulan que el déficit presupuestario de un miembro de la zona del euro no puede exceder el 3% del PIB para el año 2012.

Una montaña de deudas

Italia podrá no ser el único país de la UE que está planteando exigencias a sus ciudadanos, pero es el único que no los está ayudando en otras áreas. El país ni siquiera tuvo el dinero suficiente para un paquete de estímulos económicos durante la crisis financiera. Y no hay nada que indique que las cosas vayan a mejorar en el futuro. Según el último estudio del instituto italiano de investigaciones Demos & Pi, titulado “Nosotros, los otros y la crisis”, 56% de los italianos ya no cree en el optimismo decretado por el Estado de Berlusconi. Cerca de la mitad de los encuestados teme una tragedia griega y evalúa su propia situación económica en el año 2010 como “mala” o “muy mala”.

“La necesidad es la madre de la inventiva”, dice Cannata, la administradora de la deuda. Viaja ahora mucho por el mundo representando a Italia, en una misión de construcción de confianzas. Tiene que dejar en claro que la sola deuda no dice nada sobre un país y que no representa una amenaza, sino una oportunidad. Según ella, son los años de experiencia con una montaña de deudas los que convencen a sus inversionistas. Cree que no es por coincidencia que Italia fuera el primer país que creó un sofisticado sistema de transacciones electrónicas para los bonos del gobierno, la plataforma de transacción de bonos MTS.

Italia ha asegurado financiamiento de largo plazo, dándole una base relativamente sólida. El plazo promedio de vencimiento de los bonos gubernamentales es de siete años. Además, la mayoría de estas securities tiene tasas de interés fijas, no variables. “Esto permitirá a los italianos beneficiarse de las tasas actuales, históricamente bajas, por largo tiempo en el futuro”, dice el analista de Moody´s. Incluso hoy, los balances de los bancos italianos contienen principalmente préstamos comerciales para las compañías pequeñas y medianas del país, que forman la espina dorsal de la economía nacional. No hay enormes volúmenes de préstamos inmobiliarios tóxicos, lo que puede también explicarse por el hecho de que la ley italiana hace difícil a los bancos hacerse de las propiedades cuando los dueños de casa quedan morosos en sus hipotecas. Esto significa que los bancos exigen a menudo pagos iniciales que pocas personas pueden permitirse. “La verdadera burbuja inmobiliario se dio más en la economía informal y fue financiada con capital privado”, dice Kockerbeck.

Cómo mirar a Italia

¿Debiéramos admirar a Italia o ridiculizarla? “Europa está convergiendo hacia Italia”, dice Kocker-

beck. El país, explica, tiene décadas de experiencia en manejar alto endeudamiento y bajas tasas de crecimiento. Éstas son lecciones que los otros países de la UE tienen todavía que aprender si quieren evitar repetir los errores de los últimos 10 años. No hay un estado generoso de bienestar social en Italia, ni financiamientos extras durante la crisis. Allí ,donde el Estado ha fracasado, la gente ha tomado las cosas en sus propias manos… y ahorrado sus centavos de euro. La deuda de los hogares en Italia es de sólo el 56,6% del ingreso anual disponible, mientras que en Alemania es de 89,4%, en España de 127,8% y en el Reino Unido de 152,6%. Quizás la lección por aprender del milagro italiano es que cada cual debiera preocuparse de sí mismo.

“Los italianos nunca han esperado mucho de su gobierno, no confían en él”, dice Beppe Severgnini, columnista del diario Corriere della Sera. “Dependen de sí mismos”. Severgnini escribe libros

best seller sobre la singular mentalidad de los italianos. “Los italianos son caminantes de cuerda floja”, dice, explicando que han dominado el aire de caminar por una delgada cuerda sin marearse ni mirar al abismo. No hay duda de que los hechos son dramáticos. Los desafíos que enfrenta Italia incluyen los últimos escándalos políticos, un gobierno que se desintegra, un desempleo juvenil extremadamente alto, la más baja tasa de nacimientos de Europa (junto a España) y catastróficos recortes en los sistemas de educación y salud. Todas estas cosas son bien conocidas, pero son solamente una parte de la historia.

LA FAMILIA RESCATA AL ESTADO

Los italianos son conocidos internacionalmente como “animali sociali”, dice, gente de familia. Todos se preocupan de sí mismos y de su clan. La familia es el verdadero paquete de rescate de Italia. Reemplaza al ausente sistema de protección social, capea cualquier crisis y no tiene costo para el Estado. De hecho, le hace incluso a éste más fácil la vida. Sobre el 80% de los italianos son dueños de su casa o departamento y las hipotecas de la mayoría de esas propiedades ya están pagadas; otra razón de por qué no hubo desplome inmobiliario en Italia durante la crisis financiera.

Durante un período de vacas flacas, las familias estrechan filas, ponen con menos frecuencia a sus miembros más ancianos en casas de reposo, viven con tres generaciones bajo un mismo techo, comparten los fondos de retiro de los abuelos, dan empleos en sus negocios familiares, se prestan unos a otros casas de vacaciones y recurren a sus ahorros. “La familia rescata al Estado”, dice Severgnini, “lo que es otra razón de por qué a Italia le está yendo relativamente bien durante la crisis financiera”. Los italianos han acuñado un término para este fenómeno: bamboccioni, literalmente “guaguas grandes”. Se utiliza para describir a hijos ya crecidos hace mucho tiempo que siguen viviendo con sus padres, y se aplica al 70% de todos los que tienen entre 20 y 30 años. Son por lo general hombres bien educados, como Giorgio y Franco Mazzeo, de 44 y 35 años, respectivamente. Todas las noches, los hermanos duermen en el departamento de sus padres en el Trastevere, uno de los mejores vecindarios de Roma. Giorgio es ingeniero y su hermano trabaja en un call-center. Juntos, ganan menos de lo que su padre recibe como pensión: cerca de 2.000 euros. Ayudan en la casa, pero no pagan ni un centavo. Les gusta quejarse por la duración de la crisis y por tener que vivir con sus padres. Giorgio se ha acostumbrado a la crisis. Si algún día ésta se supera, probablemente la echará de menos.

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