Gracias a la decisión del INDEC de restablecer la difusión de información es factible mejorar la descripción del comportamiento del mercado de trabajo. Los datos confirman un importante deterioro en la situación laboral que se refleja no tanto en aumento del desempleo como en caída en la calidad de los empleos. Una evidencia concreta es que el sector público fue el principal generador de empleo en el último año.
Esta dinámica laboral, más la masificación del asistencialismo a través de la asignación asistencial por hijo, llevan a una situación donde tiende a desaparecer la cultura del trabajo y del esfuerzo y crece la improductividad.
Durante dos años, la política oficial fue ocultar los datos de la base usuaria de la Encuesta Permanente de Hogares. Esta estrategia se ha comenzado a revertir y, con ello, se vuelve a disponer de información que permite describir el funcionamiento del mercado de trabajo. Un aspecto particularmente interesante es la desagregación por tipo de empleo. Hasta la publicación de las bases usuarias, sólo se contaba con los informes de prensa del INDEC que publican datos agregados sobre desempleo y el empleo asalariado no registrado. La información ahora disponible permite, entre otras cosas, identificar y cuantificar los tipos de empleos que se están generando.
Tomando la información correspondiente a los grandes aglomerados urbanos de todo el país, entre el primer semestre del 2008 y el mismo período del 2009, el crecimiento de la fuerza laboral (la población económicamente activa) fue de 133 mil nuevos trabajadores. Analizando la evolución en la composición del empleo, el destino de estos nuevos entrantes en el mercado laboral ha sido aproximadamente el siguiente:
· 53 mil de los nuevos trabajadores no consiguieron empleo con lo cual pasaron a engrosar la tasa de desempleo que en el período pasó desde 8,2% a 8,6%.
· 80 mil de los nuevos trabajadores consiguieron empleo, de los cuales aproximadamente 75 mil son nuevos asalariados formales mientras que 5 mil son nuevos trabajadores en diferentes tipos de empleos no asalariados o informales.
· Los 75 mil nuevos asalariados formales son el resultado de un incremento de 90 mil nuevos empleados públicos y una reducción de 15 mil trabajadores asalariados formales en empresas privadas.
Los datos, por ser de encuesta, son aproximados pero confirman las evidencias que se venían detectando respecto del deterioro del mercado laboral. El problema no sólo radica en el fenómeno ya conocido de aumento del desempleo sino que las ocupaciones que más crecen son el empleo público y los empleos por cuenta propia. Si el Estado (nacional, provincial y municipal) no hubiese dado empleo público a toda esta gente, la tasa de desempleo en el primer semestre del 2009 habría sido del 9,4% en lugar del 8,6%.
Esta dinámica laboral pone en evidencia una economía en decadencia. El sector público no contrata más gente para dar mejores servicios sino que, en la mayoría de los casos, responde a la devolución de favores políticos o personales. Prueba de ello es que el empleo aumenta pero el sector público muestra cada vez menos eficacia en desempeñar roles vitales de regulación, control y provisión de bienes públicos. El deterioro de la educación, la salud pública, la seguridad y la justicia constituyen ejemplos muy ilustrativos.
La caída en los niveles de actividad económica observada en el 2009 explica sólo una parte del deterioro laboral. Mucho más importante es la profundización de políticas laborales que multiplican las trabas para quiénes pretenden generar empleos “en blanco”. En la medida que se penaliza la generación de empleo productivo, se cierran las oportunidades para que la gente consiga empleos formales en el sector privado. Consistente con ello, aumentan las presiones para que se generen otras vías de subsistencia. El empleo público es la más apetecible porque los niveles de exigencias laborales son bajas y las remuneraciones relativamente más altas. Pero, como no todos lo consiguen, la alternativa es la asistencia social estatal. Una de las variantes más atractivas es la recientemente creada asignación por hijo que, si bien se trata de ingresos más bajos, no demanda esfuerzo de trabajo y permite convivir con el empleo informal.
Junto con estas tendencias, hay que considerar que entre los empresarios también se profundiza la cultura rentística y subsidiaria del Estado, en lugar de la cultura por la inversión, la innovación y la competitividad. Es un panorama donde tiende a desaparecer la cultura del trabajo, del esfuerzo y la creatividad. A cambio, la sociedad va adoptando una fisonomía donde prevalecen el clientelismo, la improductividad y la decadencia.
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