Una tabla dispareja
Sin empleos dignos, empleos que le permitan a la población mejores condiciones de vida mediante salarios más altos, seguridad de permanecer en un trabajo por medio de contratos permanentes, con posibilidad de pensión, aunado a actividades que no mermen la dignidad, sino por el contrario, que lo desarrollen como ser humano, no vamos al lograr un país digno y sin empleos formales, no hay más que buscar otras opciones de donde surge entonces el empleo informal; de esos que carecen de prestaciones, salarios dignos, seguridad laboral, etc. Esta desbandada la dedico a hablar de uno de ellos que afecta directamente a las mujeres en su imagen y dignidad, que refleja las creencias asociadas a lo que debe ser una mujer, un empleo vinculado al denominado trabajo sexual, actividad que forma parte de la industria del sexo, en la que la fuerza de trabajo es el cuerpo y lo que se vende es “un servicio”.
Al respecto hay eternos debates, los permisivos que atenúan el porqué de su existencia y las posturas más radicales que pugnan por eliminarlo. Del primer grupo su discurso es que este tipo de trabajo no siempre implica una relación sexual o contacto directo con el cliente, ya que las personas que laboran en el -sex work- pueden ser desde modelos desnudas de revistas, actrices y actores de pornografía, call girls, escorts o acompañantes, strippers, bailarinas eróticas o exóticas, masajistas y personas que trabajan en las estéticas y salas de masaje que ofrecen servicios sexuales, hasta las mujeres que se prostituyen en la calle o en prostíbulos. Del segundo grupo representado por ejemplo por la Coalición Internacional contra el Tráfico de Mujeres (cictm/catw) considera que la “venta del cuerpo” es en sí misma una violación de los derechos de las mujeres que se dedican a esa actividad. Y como trabajo, es un negocio que otorga ganancias millonarias y forma parte de una industria socioeconómica que incorpora todas las características de explotación social, racista, étnica y sexista vigentes en nuestras sociedades globalizadas y patriarcales por lo que calificar dicha actividad como “trabajo sexual” y a ellas como “trabajadoras” amortigua y confunde pues lo que subyace es un concepto arcaico de la mujer donde es tomada como un producto, un objeto sobre el cual se trabaja libremente, que cuando actúa en un lugar como un table dance pierde su esencia para volverse un elemento más del lugar, donde se valora a las mujeres desde el punto de vista de la rentabilidad y donde los intereses económicos priman sobre el bienestar de las “trabajadoras sexuales”.
Pero indistintamente de la postura, es real que representa la fuente de empleo de muchas mujeres. ¿En qué consiste el trabajo de las mujeres que laboran en los centros nocturnos conocidos como table dance y cuáles son sus condiciones de trabajo, sus riesgos, las consecuencias? En México el table dance se refiere al baile erótico y striptease que realizan mujeres sobre una plataforma o escenario que tiene uno o más tubos, alrededor de los cuales bailan, pero también se conoce así a los establecimientos en donde éste se practica. Como ya se mencionó la situación laboral de las mujeres que se dedican al trabajo sexual en los table dance es similar en varios aspectos al de otros empleos informales: carecen de prestaciones sociales, seguro social, vacaciones y de la certeza de permanecer trabajando en el mismo lugar por determinado tiempo; mucho menos se puede pensar en una pensión al dejar de trabajar o jubilarse. En otras palabras, no existe un contrato de trabajo donde se especifiquen los derechos y deberes que pueden ejercer al laborar ahí.
Los derechos y obligaciones que adquieren las mujeres al empezar a trabajar en un centro nocturno se expresan por medio de un contrato verbal, mediante una entrevista en la que el gerente en turno le explica a la solicitante las características del empleo y el sueldo por cada actividad que se lleve a cabo dentro del establecimiento. Al empezar a trabajar en un table dance las mujeres a veces deciden qué actividades quieren realizar, en la mayoría se les impone. Las actividades son bailar, fichar, hacer sexies, privados o salidas. La principal es bailar, pero no a todas se les permite hacerlo, sólo las delgadas y con el cuerpo bien formado, las que no cumplen con ese requisito se dedican a las otras actividades.
Se le indican los horarios de trabajo, el tipo de vestuario con que debe presentarse, los zapatos que debe usar, y el número de funciones. Los establecimientos no les proporcionan ni la ropa ni los zapatos de trabajo a las solicitantes, por lo que cada una debe conseguirlos por su cuenta.
La rutina que siguen las bailarinas consiste en bailar dos o tres canciones sobre el escenario. Ahí se van quitando la ropa poco a poco al ritmo de la música hasta que terminan completamente desnudas. Dicha práctica la repiten dos o tres veces por noche, depende del número de mujeres que haya en el establecimiento para realizar esa tarea. El poder de atracción e influencia del baile radica en la buena utilización de símbolos, maquillaje, sensualidad, iluminación en colores, coreografía y vestuario así como el poder que una mujer puede tener para hacerlo natural a fin de que en conjunto los clientes se vean inducidos a beber. Sin embargo en el espectáculo se subyace el entendimiento de la edad de piedra de el ser mujer, pues ahí se entiende y refuerza que la mujer no es más que su cuerpo y está para servir y utilizar.
El principal ingreso económico para los establecimientos proviene de la venta de bebidas y de los servicios que ahí se prestan, el baile es sólo el espectáculo que se ofrece para atraer a los clientes. Para obtener el sueldo base deben permanecer cada noche al menos siete horas en el establecimiento. No en todos hay un sueldo base para las mujeres que bailan, las tarifas varían, no es lo mismo un table dance de la Zona Rosa que uno de Celaya, Zapopan o Ciudad Juárez, puede ir en promedio desde unos 280 a 600 pesos o más por noche. Eso además depende del físico, del vestuario utilizado para bailar y de la calidad de la actuación sobre el escenario.
En algunos establecimientos las mujeres que se dedican sólo a fichar tienen un sueldo base menor al de las bailarinas y éste se les paga sólo si realizan un determinado número de fichas durante la noche. En otros casos, a las ficheras no se les paga salario base y sólo ganan lo que acumulen por las fichas, lo cual es un porcentaje del costo de los tragos que los clientes les hayan invitado. Éste va de treinta pesos que reciben por una cerveza en adelante.
En los sexies las mujeres ganan como mínimo sesenta pesos, mientras que para los clientes el precio inicia a partir de ciento veinte pesos, depende de cada establecimiento. Por su parte, los privados y las salidas le cuestan al comprador alrededor de dos mil pesos. Para determinar el precio se toma en cuenta la tarifa que señale cada mujer, más el cobro por el servicio que ha sido establecido previamente por la administración o el gerente de cada centro nocturno.
Así una “buena” noche de trabajo distan mucho de los sueldos que se obtienen como obreras de las empresas maquiladoras o como empleadas domésticas o de alguna tienda de autoservicio. Los sueldos que ofrecen en los trabajos anteriores son de alrededor de ochocientos pesos por semana, mientras que en los centros nocturnos esa cantidad aproximadamente es la que obtienen las mujeres por cada noche de trabajo, aunque eso depende de varios factores, entre ellos la categoría del establecimiento y la apariencia física de cada mujer. No obstante, un mayor salario no implica mejores condiciones de trabajo pues, como ya se mencionó, las mujeres que laboran en los table dance carecen de seguridad laboral y prestaciones sociales.
En cuanto a los riesgos laborales, los más comunes son las adicciones al alcohol y a las drogas y enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y el riesgo que implica salir con los clientes de los establecimientos, ya que al ser consideradas mercancía, pueden ser secuestradas, maltratadas físicamente o violadas y quizá hasta asesinadas. Hasta aquí llega por hoy la desbandada, queda pendiente desmenuzar un poco más esta problemática, a fin de entender quién se beneficia de su existencia, qué lo sustenta, por qué se ha ido extendiendo y hasta dónde puede llegar. n
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