miércoles, 28 de abril de 2010

Impuestos - Excélsior

Impuestos - Excélsior

Hora es de pagar impuestos. Lo señala la ley, usando una denominación venida del siglo XIII: tributo, es decir, el pago del vasallo al señor.

Suponemos que fue una decisión —la palabra— de tecnócratas para denominar al Servicio de Administración Tributaria y quitarle al Secretario de Hacienda la imagen de recaudador del gobierno federal.

Como es conocido, lo haremos los profesionistas no empleados, los arrendadores, los empresarios, los vendedores de bienes y los asalariados cuando reciban otros ingresos; estos últimos abundan, porque siendo realistas, con el sueldo mensual de un bombero, por ejemplo, no puede formar a su familia.

En este capítulo es cuando el asunto se le complica al contribuyente, porque ha de declarar ingresos por los cuales casi nadie guarda constancia documental.

Es decir, cuando esas percepciones llegan de la llamada economía informal, la más multiplicada en todo el país.

La ley vigente también exige dar cuenta de los ingresos por conceptos de viáticos, herencias o legados o debido a la venta de casa habitación aunque, por lo común, la última operación siempre pasa por manos de un notario quien tiene el deber de autorizar la compra-venta cuando haya sido pagado el precio del contrato.

La misma ley señala las posibles deducciones: honorarios médicos, gastos hospitalarios, prótesis (dentadura postiza), análisis clínicos, lentes (miopía, para leer), pago de servicios funerarios, seguros de vida, trasporte escolar, intereses de hipotecas y algunos otros que escapan a la memoria y a la información.

Con la primavera nos llega el compromiso de pagarle al gobierno. Sin duda han lanzado una campaña de publicidad para lograr la máxima recaudación.

Pero si se considera el momento de la crisis, una gran cantidad de contribuyentes no tienen todos los recursos completos, por falta de efectivo, incluida la ausencia de previsión.

El SAT debería abrir un camino de facilidades para no atribular más a la gente porque, como ya es una verdad conocida y pública, el temor ha invadido buena parte del país y no son pocas las familias enlutadas.

Nadie en su sano juicio puede discutir la legalidad colocada tras los impuestos, pero éstos han sido pensados para tiempos normales y ahora no lo son.

Existen zonas donde el cobro de impuestos a rajatabla va a exasperar al contribuyente, por ejemplo: Sinaloa, Nuevo León, Tamaulipas y el típico caso de Chihuahua, añadido el de Morelos, cuyos pobladores están amedrentados y desconcertados.

Aquí es dónde se va a conocer la sensible habilidad e inteligencia de los responsables del SAT porque, si cierran el puño, ahogan a la paloma y, si intentan sacar agua de las piedras, no habrá milagros.

El pago de impuestos va a ser una prueba y la autoridad debe proceder con gran tacto e inteligencia.

*Abogado y político

sanchezmagallan@hotmail.com

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