En un año de crisis económica con 2,2 millones de empleos perdidos en América Latina, Perú ha visto descender su desempleo en forma ínfima, una notable rareza, debido a un mercado de trabajo muy flexible e informal, en que la precariedad y bajos salarios son la otra cara del problema.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha elogiado a Perú por bajar el desempleo de 8,6% a 8,5%, lo que convierte al país en uno de los dos países latinoamericanos, junto con Uruguay (de 7,6% a 7,3%), que ha mantenido o apenas aumentado su nivel de empleo.

"Es un ejemplo de éxito en la lucha contra la crisis y su impacto sobre el mercado de trabajo", comentó Jean Maninat, director regional de la OIT para América Latina, durante un foro social en Lima.

Un éxito que tiene apariencia engañosa, para algunos expertos en temas laborales.

"La tasa de desempleo en Perú ha sido siempre bastante baja, alrededor de 8%, pero el verdadero problema no es el desempleo oficial, sino la calidad del empleo que genera bajos ingresos y pobreza", dijo a la AFP el economista Jorge González Izquierdo, ex ministro de Trabajo.

La desregulación del mercado de trabajo en gran parte promovida en los años 90 bajo el gobierno del ex presidente Alberto Fujimori, tuvo como corolario una erosión de los derechos de los trabajadores, sostiene Jorge Castro, profesor de derecho del trabajo de la Universidad Católica de Lima.

"La realidad peruana es frecuentemente de 10 o 12 horas de trabajo en lugar de las ocho o nueve horas reglamentarias y las horas suplementarias raramente son pagadas", explicó.

La protección a los trabajadores recientemente ha sido retomada por las autoridades, señaló Castro, tras indicar que bajo el actual gobierno el número de inspectores de trabajo aumentó de 100 a cerca de 700.

Advierte que existe una "flexibilidad laboral que permite un mayor acceso de personas al empleo, pero sin embargo eso implica eliminar ciertos derechos".

La OIT ha advertido que en Perú -país con una de las economías más exitosas de América Latina y que en 2009 registró un aumento de su producto interno bruto en 1,12%- el salario mínimo se mantiene en 550 soles (183 dólares) y figura entre los más bajos de la región, sin aumentar desde enero de 2008.

El Ministerio de Trabajo señaló que durante crisis económicas no es momento de aumentos salariales y que la defensa del empleo ha pasado por la inyección de 70 millones de soles (23 millones de dólares) en un plan de reconversión.

En la vida cotidiana muchos peruanos experimentan la necesidad de una doble actividad, de "guardar una carta bajo la manga", explicó Denissela de Vettori, joven abogada de Lima que comparte su tiempo entre la corte y su albergue de jóvenes en el distrito limeño de Miraflores.

"Si un empleo no camina, el otro viene en auxilio", agregó.

Si una minoría de 10% de esos pluriempleados buscan mejorar su nivel económico, para la inmensa mayoría es una cuestión de satisfacer necesidades básicas, estimó el profesor Castro.

"Es mejor tener un trabajo informal que nada, porque permite a los trabajadores tener ingresos", precisó.

Cuando el empleo formal se ve afectado "la informalidad actúa como una ayuda. Cuando alguien pierde su empleo, se desliza al sector informal", anotó Gonzalez Izquierdo que agrega: "ese sector aunque no está protegida por la ley es una amortiguación ante la crisis".

"Normalmente trabajo en la construcción, pero cuando no hay trabajo, como ahora, vendo golosinas en las calles y en los minubuses", explicó Denis Causso, un vendedor ambulante en Miraflores.

Según el Ministerio de Trabajo, en la zona metropolitana de Lima (cerca de un tercio de la población de Perú) el empleo informal se ha mantenido constante, representando el 59% del total de la población ocupada. Más alarmante resulta la tasa de empleo informal a nivel nacional, que representaria un 75%.