La juventud perdida de Latinoamérica | andrea ipinze
Tomado de El País.- El rostro de América Latina es joven. El 19,5% de su población tiene entre 15 y 24 años, un índice solamente superado por África (un 20,3%), y es la única región del mundo cuya juventud experimenta un crecimiento sostenido. Pero su panorama no es alentador. En Iberoamérica (América Latina, España y Portugal) hay cerca de 150 millones de jóvenes, de los que el 45% -unos 68 millones- están en paro, según un estudio de la Organización Iberoamericana de la Juventud (OIJ). Unos 105 millones están en América Latina. “Los jóvenes son invisibles para la sociedad”, asegura el chileno Eugenio Ravinet, presidente de la OIJ. “Salvo contadas excepciones, no existen políticas sociales dirigidas específicamente a ellos”.
Tanto es así que es difícil hallar el criterio utilizado para definir quién es joven. Para la OIJ, son las personas de entre 18 y 29 años. Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la ONU, la franja está entre los 15 y los 24. El 90% de los jóvenes del mundo viven en países en vías de desarrollo, indica un informe de la OIT. “El joven está desprotegido de las políticas sociales. El primer sospechoso de un crimen suele ser el joven. El jefe que va a contratar desconfía antes de un joven. La tasa de desempleo entre los jóvenes es el doble o, en algunos casos, el triple del promedio nacional y ningún país ha emprendido una reforma laboral que tome cartas en el asunto”, describe Ravinet.
La OIT detalla que, en México, Colombia, Ecuador, Panamá y Perú, el 82,4% de los adolescentes (entre 15 y 19 años) tenía un empleo informal, una cifra significativamente más alta que el 50,3% de los adultos (entre 30 y 64 años) en la misma situación laboral. “Los jóvenes son el sector más vulnerable a los trabajos irregulares, con el sueldo más castigado”, comenta Ravinet. Y la falta de oportunidades es directamente proporcional a la pobreza. El desempleo entre la población joven pobre es un 19% mayor que en las clases media y alta.
Otro dato alarmante es la cantidad de jóvenes latinoamericanos que no estudian ni trabajan: uno de cada cuatro, según el informe de la OIJ y la CEPAL. “Las consecuencias de una juventud sin oportunidades son muy graves”, asevera Ravinet. El estudio difundido por la OIT coincide. “La incapacidad para encontrar empleo crea una sensación de impotencia e inacción entre los jóvenes que puede conducir a un aumento de la delincuencia, de los problemas de salud mental, de la violencia, los conflictos y el consumo de drogas”, advierte el informe.
El mayor problema, asegura Ravinet, es el escepticismo ante la juventud. “Se cree que a los jóvenes no les interesa su futuro, que son apáticos, que no desean involucrarse en las decisiones y es mentira. El deseo de un joven es muy simple: tener un empleo y que su Gobierno no lo abandone. Urgen programas que fomenten la capacitación, el contacto con las nuevas tecnologías. Para atender a la juventud no basta con organizar un partido de fútbol o un concierto de rock”.
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