SALVADOR CAMARENA - México - 30/12/2009
La broma la adoptó el propio presidente Felipe Calderón. En una de sus últimas reuniones del año, con legisladores de su partido presentes, el mandatario declaró que lo mejor de 2009 es que estaba por finalizar. Con las campanadas que marquen el inicio de 2010, sin embargo, el alivio estará lejos de llegar: los mexicanos recibirán nuevos impuestos al consumo y a la renta, así como nuevas tarifas de diversos servicios, que entrarán en vigor desde primer minuto de enero.
La tasa del IVA, que se aplica a todo menos a alimentos y medicinas, pasará del 15% al 16% (del 10% al 11% en las fronteras). El impuesto sobre la renta se incrementará del 28% al 30% de media. Cervezas, licores y tabacos también verán elevadas sus imposiciones. Las telecomunicaciones, excepto la conexión a Internet, estrenarán una tasa del 3%. Y los depósitos bancarios en efectivo mayores de 800 euros mensuales pagarán un 3% de impuestos. A eso hay que agregar un aumento gradual de las gasolinas, que ha comenzado ya desde diciembre.
El problema es que, salvo el Gobierno, nadie se atreve a asegurar que con estos impuestos México haya comenzado su ruta hacia la recuperación. De hecho, no había terminado de aprobarse el paquete fiscal, a mediados de noviembre pasado, cuando ya algunos legisladores entonaban la cantaleta de la urgencia de una reforma fiscal que subsane las deficiencias estructurales de una economía que, según los cálculos oficiales, caerá en 2009 un 7%. "La mala noticia de cara al 2010 es la falta de consenso político para llegar a soluciones definitivas. La crisis no sirvió para alertar al Congreso sobre el problema estructural de la economía del país", explicó ayer Juan Pardinas, director ejecutivo del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
En su propuesta original, el Gobierno había solicitado incrementar el impuesto al consumo en dos puntos porcentuales. El ingreso extra se destinaría a combatir la pobreza, que este año afectó a seis millones más de mexicanos.
Ante la gravedad de la situación, Hacienda incluso planteó un tema tabú en este país: gravar alimentos y medicinas. El Ejecutivo acusó, entre otros, a los empresarios de haber boicoteado su propuesta y de no querer pagar más impuestos. Pero el paquete fiscal también fue desmantelado por un puñado de gobernadores del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que manejan un número suficiente de diputados como para ganarle el pulso al Gobierno federal.
Distintos observadores advierten que las malas noticias seguirán en el horizonte si no se corrige la falta de creación de empleo. Además de los que se destruyeron este año, algunos calculan hasta 400.000, faltan por crear el millón de plazas que cada año demanda la población que se incorporan al mercado laboral.
"Es algo que no se trata y es el punto principal, en Estados Unidos se destruyeron 7,3 millones de empleos este año. Aquí nunca hablamos de eso. Con un crecimiento del 3% en 2010, cifra que es optimista, a lo sumo se crearán 500.000 empleos", opina el analista Joel Martínez, de la firma Visor Financiero. El problema sería mayúsculo de no contarse con dos válvulas de escape: la migración a EE UU y el subempleo. Se calcula que este último absorbe a 16 millones de personas, entre subempleados y dedicados al empleo informal, es decir, más que los 14 millones de trabajadores formales que tiene registrados la seguridad social mexicana.
'Annus horribilis'
El annus horribilis mexicano que fue 2009 terminó de concretarse con la caída de la venta petrolera, el costo por el equivalente a un punto del PIB, debido a las consecuencias de haber sido el país donde se originó la gripe A -el turismo se derrumbó durante meses- y la disminución de las remesas que desde Estados Unidos envían los migrantes. Aunque por la variación al alza del precio del dólar los mexicanos recibieron de sus paisanos prácticamente el mismo monto de pesos, se calcula que las remesas caerán al cierre de este año un 10%, cifra que adquiere dimensiones de gravedad en regiones como Zacatecas, en las que representan casi el 50% de los ingresos.
"Tenemos que tomar conciencia para hacer los cambios que nos lleven a crecer al 5% o al 6% como lo hará Brasil, y generemos entre 800.000 y un millón de empleos. Esta crisis es un llamado de atención a la clase política", agrega Martínez. De no ser así, ni siquiera la recuperación en EE UU servirá de mucho a un país como México, que quitando su languideciente industria petrolera recolecta entre sus ciudadanos menos del 11% del PIB, una cifra inferior a la de El Salvador.
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