jueves, 31 de diciembre de 2009

La economía subterránea equivale a 50% de la legal | Milenio.com

La economía subterránea equivale a 50% de la legal | Milenio.com

La población económica activa del país es de 46 millones 842 mil personas, de las cuales 12 millones 422 mil —la mayoría mujeres — tienen una ocupación en la informalidad. Éstas desplazan mercancías de origen ilegal, “lo que nos habla de una colusión con la delincuencia organizada, que ya penetró los sistemas de distribución”, afirma Arturo Mendicuti Narro, presidente de la Cámara de Comercio y Turismo de la Ciudad de México.

Por otra parte —añade Mendicuti Narro, cuya organización agrupa 45 mil socios propietarios de micro y pequeñas empresas, almacenes comerciales y tiendas de autoservicio —, “suponemos que todo el producto que no es ilegal, debe provenir de la industria nacional. Esto nos hablaría, asimismo, de un sector que, o bien está manejando una doble contabilidad o no paga impuestos sobre los productos que desplazan a través de la informalidad”.

Con 17 años como miembro activo y cinco en el comité directivo de la Canaco, Mendicuti Narro tiene suficiente experiencia como para diagnosticar el problema y asegurar que existe una economía subterránea paralela a la legal, casi de 50 por ciento.

“Tenemos más de 120 grupos especializados. De éstos, 100 sufren la competencia desleal de la informalidad. En farmacias, por ejemplo, hay ventas de medicamentos de manera clandestina; incluso en tlapalerías y carnicerías”.

También está el trasiego de “robos estacionales”, refiere Mendicuti Narro, quien detalla: “Las ópticas son desvalijadas en agosto, septiembre, octubre y noviembre, para desplazar su mercancía a principios del año en el mercado informal. Ahora no sólo roban los lentes, sino equipos y maquinaria que sirve para hacer exámenes. Es un fenómeno que se ha reproducido año con año”.

¿De cuánto dinero hablamos, en resumen, de la economía informal?

En el mes de noviembre, en la Ciudad de México, tuvimos ventas por alrededor de 48 mil millones de pesos en los comercios establecidos. Se supone que la economía subterránea es de 50 por ciento. Lo dicen especialistas. No hay datos confiables a los que pueda uno apelar. Lo que está fuera de toda duda es que ésta práctica deteriora las finanzas nacionales. Tenemos que ampliar la base gravable y hacer que los que no contribuyan al desarrollo nacional lo hagan.

¿Y de qué manera?

Regularizándose. Es absolutamente falaz el alegato de que la informalidad es un recurso para indigente. Nosotros estamos contribuyendo para lograr que la apertura de los negocios sea rápida, sencilla y transparente. Con nuestra propuesta, aún no aprobada, se plantea reducir alrededor de 80 trámites a 23.

¿Usted cree que los líderes de comerciantes ambulantes aceptarían formalizarse?

Por supuesto que no. Ellos nunca lo aceptarán, porque ése es su negocio. Hace seis años tuvimos un Código Penal en el que se estableció que sancionaba el beneficiarse económicamente del liderazgo de la venta en la vía pública. Debe haber un relanzamiento de todas nuestras actividades y un pacto nacional en el que nos comprometamos todos al cumplimiento.

Se les acabaría el negocio y el clientelismo.

Creo que sí, pero se requiere del concurso social, y ahí está el ejemplo del perímetro A del Centro Histórico de la Ciudad de México: fueron retirados los ambulantes.

Pero aún falta.

Sí, pero este reposicionamiento es un paso fundamental. No sólo demostramos que sí se puede, sino que además es conveniente. La reconquista del Centro Histórico es el antes y después en materia de informalidad. Hay que continuar con el proceso.

¿Y cuál sería el otro paso?

Vamos por el perímetro B y por otras áreas de la ciudad. Desgraciadamente no se ha completado. Se les metió en recintos cerrados, pero siguen siendo informales, porque no pagan impuestos, etcétera, y se siguen comportando como tales. Nosotros estamos trabajando con dos plazas para auxiliarlos y enseñarles el camino.

¿Y cómo va todo?

Es muy difícil el proceso, porque algunos de los que están en las plazas nacieron en las calles, se criaron en la banqueta. Es muy difícil el cambio. Hay problemas de alcoholismo, de disfuncionalidad familiar, de drogadicción y rechazo a la autoridad. Es decir, no soportan a nadie. Cómo hacer las cosas o cómo dejarlas de hacer. Incapacidad de empatía para solidarizarse con compañeros. En las plazas, y los puede ver, los únicos que venden son los de la entrada. Hay desorden.

¿Y ustedes en qué contribuyen?

Con asesoría en diseño de estantería, de aparadores, colocación de mercancías, manejo de inventarios, porque se llenan de inventarios. Llega alguien y les dice: traigo cien teléfonos celulares, ¿los quieres ahorita? No, ahorita nada más necesito diez. Ah, yo no te puedo volver a surtir hasta dentro de diez meses. Los tomas o me los llevo. Y ante el temor, como son distribuidores de mercancía informal, no tienen certidumbre de que les van a surtir.

El sistema de ellos es muy lento.

Es muy torpe el sistema bajo el cual operan. Por eso los asesoran viejos empresarios nuestros, colmilludos, que se las saben de todas-todas. El Tec de Monterrey está poniendo todo su equipo de investigadores y asesores.

¿Y ustedes confían en el plan?

Confiamos en hacer el experimento y hasta ahí llegamos, porque es un plan piloto y estamos poniendo todo nuestro entusiasmo. La UAM, que tiene maravillosos expertos en desarrollo social, se ocupan para poner un CENDI, donde las madres puedan tener a sus hijos y éstos no estén en las banquetas; auxiliarlos en manejos de adicciones y en padecimiento de alcoholismo. Es un entorno total.

Es como cambiar la mentalidad.

Es de responsabilidad social y de voluntad política del Estado, de los empresarios, de los trabajadores, de los sindicatos, de las escuelas, de padres de familia. De otro modo estaríamos claudicando y rindiéndonos ante fenómenos de irritación social cada vez más perversos, más pertinaces.

¿Ha crecido el ambulantaje?

Es una manifestación de la economía informal, pero ésta tiene muchas manifestaciones: desde servicios, que se otorgan sin el cumplimiento de las leyes y el pago de impuestos. Pareciera que este es un problema de los comerciantes y que sólo afecta a estos, pero no es cierto: se afecta a la economía nacional.

Y saca a relucir un dato sabido pero que en voz de Mendicuti adquiere un matiz diferente, pues está basado en una investigación: “La mayor parte de los que se encuentran en los puestos callejeros no son dueños de estos, sino empleados que carecen de Seguro Social, ni reciben pagos de vacaciones, ni les pagan horas extras y trabajan sábados y domingos. Hay gente en el ambulantaje que nació en los puestos”.

Humberto Ríos Navarrete

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