lunes, 14 de diciembre de 2009

El país tiene perspectiva en empleo, pero va detrás de otras naciones :: El Informador

El país tiene perspectiva en empleo, pero va detrás de otras naciones :: El Informador

Una de las grandes deficiencias en México es la desvinculación de esfuerzos en la formación profesional, que impacta nuestro futuro
GUADALAJARA, JALISCO.- Independientemente de la crisis económica que actualmente enfrenta México, hace muchos años que el país no produce el número de vacantes suficiente para atender a la población joven que llega a la edad productiva. Actualmente, cada año más de un millón 200 mexicanos llegan a esa edad, de los que unos 80 mil son jaliscienses.

Históricamente, el país ha tenido dos válvulas de escape a esta presión por trabajo: la migración de mano de obra a Estados Unidos, sobre todo indocumentada, y la enorme economía informal mexicana, en la que actualmente laboran 12 millones de personas.

Hasta hace 40 años tener una carrera universitaria era un seguro de trabajo. Muchas familias, incluso con grandes sacrificios económicos, invierten en dar estudios profesionales a sus hijos, pero hoy ni siquiera las instituciones de más prestigio ofrecen una preparación que garantice que sus graduados obtengan una actividad remunerada satisfactoria. Por el contrario, siete de cada 10 desempleados en México tienen estudios medios o superiores, cuando apenas representan una cuarta parte de la población en edad productiva.

El fondo de este problema económico, pero de enormes repercusiones sociales, ha estado en la falta de coordinación entre los Gobiernos, federal y locales, los sectores productivos y las instituciones educativas, señala Ricardo Parra, gerente comercial de Manpower en Jalisco, una de las agencias de colocación laboral más grandes del planeta.
Esta desvinculación ha propiciado que existan millones de profesionales de nivel técnico o superior que no encuentran empleo, o que se ven obligados a realizar actividades laborales dinstintas de sus estudios.

“Los egresados de contaduría o administración difícilmente encuentran trabajo”, señala Parra. Como los médicos o los abogados, son especialidades con saturación de candidatos que buscan una colocación que no encontrarán.

Competencia global

Por si fuera poco, la globalización planetaria ha complicado el mundo del trabajo en México. Por una parte, los profesionales locales tienen que disputar puestos de trabajo en el país con especialistas de otras naciones, a menudo mejor preparados. Un ejemplo de esto son los especialistas en tecnologías de información. En Guadalajara, es conocido que las empresas de software han señalado que habiendo buena cantidad de ingenieros en programación computacional o diseñadores digitales no es posible contratarlos porque, salvo en raras excepciones, no saben inglés. “Esta es una gran carencia entre los egresados universitarios”, afirma el directivo de Manpower.

Por otra parte, la globalización ha ocasionado que las empresas mexicanas, muchas bajo estándares tradicionales de baja tecnificación y bajo diseño, pierdan mercados frente a compañías de otros lugares del planeta. La evidencia está en los comparativos. Por volumen, México es la décimotercera economía del planeta, pero está en el lugar 60 en competitividad internacional.

El país está perdiendo terreno en el mundo, y las empresas, las universidades y los Gobiernos en México apenas están tomando medidas en común para contrarrestarlo.

Pero los profesionales mexicanos, actuales y futuros, no pueden esperar a que alguien les resuelva. Para Javier Hernández, director comercial de Recluter, una agencia local de colocaciones laborales, los que cultiven la iniciativa y la creatividad en su especialidad tienen ventajas de colocación, como también los que se mantengan más informados sobre su campo de trabajo. Parra, de Manpower, resalta que los profesionales con más futuro son los que desarrollen el sentido de la autocapacitación, que les faculta una mejor actualización.

Por la experiencia de Manpower en México, las especialidades con mayor nivel de colocación son todas las ingenierías, “particularmente en biotecnologías”.

También cuenta el interés propio. En un reciente foro de El Universal, una persona le preguntó a Javier Hernández: “Mi hijo actualmente estudia la preparatoria. ¿Qué carreras recomendaría para que en unos seis años tenga mayores posibilidades de empleo?”. El especialista le contestó: “Carreras que tengan que ver con Tecnologías de la Información. Rodolfo, deja que tu hijo estudie lo que quiera, porque también de esto depende qué tantas ganas le pueda echar en su carrera profesional”.

A la zaga de Brasil

Mientras México se rezaga en actualización de su planta productiva —pese a que el Presidente Calderón celebró recientemente la creación de 118 mil empleos formales en noviembre pasado, aunque muchos de carácter eventual, baja calificación y remuneración, de los que nueve mil son en Jalisco— otras naciones están registrando mejores éxitos, como puede verse en el mapa adjunto, con las perspectivas de contratación para el primer trimestre de 2010, en el que destacan India, Singapur y Taiwán en Asia, y Costa rica, Perú, Guatemala, Argentina, Colombia y, particularmente, Brasil en América Latina.

TELÓN DE FONDO
¿Para qué formar profesionales?

El rector del sistema educativo del Tecnológico de Monterrey, Rafael Rangel Sostmann, suele resaltar que en India, un enorme y poblado país con imagen de pobre, las familias suelen reunir sus pocos bienes para financiar la preparación profesional del joven más capaz de destacar. “Todos saben que, al alcanzar el éxito, va a distribuir los beneficios que obtenga entre la familia”.

En México también se da esta costumbre. Por muchos años se pensó entre las familias de clase media que apoyar la formación de “profesionistas” aseguraría el futuro, de ellos y de sus familias. Por desgracia, hace muchos años que eso ya no es cierto.

De los dos millones 780 mil desempleados y cuatro millones de subempleados en el país, 65% tiene estudios de preparatoria o universitarios. Por el contrario, la mayor parte de las vacantes laborales son para puestos no calificados y de baja remuneración.

Formar un profesional —incluso en universidades públicas, vía impuestos— cuesta de 300 mil a 500 mil pesos. Si lo multiplica por la cantidad de profesionales desocupados podrá dimensionar el tamaño del problema.

Es difícil imaginar un México más competitivo sin buenos profesionales, pero es lamentable que se les forme sin una perspectiva real de colocación. (JAC)

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