lunes, 14 de diciembre de 2009

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La formalización de la economía informal, que en nuestro país se estima que representa el 75 por ciento de la actividad económica, no se reduce a combatir la evasión tributaria, a base de endurecer los castigos y encarcelar a los defraudadores del Fisco, como creen o apuestan los militantes tributarios.


La economía informal, que habría que diferenciarla de la economía brutal (los negocios ilícitos que lleva a cabo la delincuencia organizada), prospera en países como el nuestro debido a un problema sistémico.


El sistema es excluyente y no otorga carta de naturaleza a los informales. Les niega la titulación de sus propiedades y negocios. Les niega el acceso al crédito y a los seguros contra pérdidas. Les niega que puedan constituirse como empresas de responsabilidad limitada. En fin, el sistema no protege legalmente a los informales y, por ende, no les garantiza el acceso a una justicia imparcial.


Los empresarios informales, que como los formales ponen su capital en riesgo, operan bajo constantes amenazas. Son víctimas de una inseguridad completa y de una humillación permanente.


Son vulnerables a la extorsión, al soborno, a la expropiación y a la agresión en general. Su vida y su integridad física están en constante peligro. Sobreviven siempre temerosos de ser aplastados por el sistema.


Sus márgenes de ganancia están condicionados a la minimización de sus costos. Manejan y distribuyen productos que muchas veces provienen de negocios ilícitos, que la misma ausencia del imperio de la ley alienta y estimula.


La formalización es, además de costosa, inaccesible e insufrible. El centralismo y la burocratización son verdaderos azotes. Para hacer los trámites requeridos hay que transportarse de lugares lejanos. Asimismo, abundan los requisitos, el expedienteo, las colas, las demoras y, por supuesto, la corrupción.


Por supuesto, la informalidad y sus inclemencias también se hace extensiva a los trabajadores de empresas informales, ya que no se les garantiza el pago del salario mínimo ni el acceso al régimen de seguridad social.


En mi opinión, la economía informal no debe ser vista como un mal, sino como un potencial de capitalismo popular. No debe ser combatida, sino incorporada a base de garantizar a los informarles oportunidades, incentivos y protección legal. Cuestión de sentido común ¿o no?

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