Lo más importante en las políticas que rigen el trabajo no es fijar los precios, sino facilitar la creación de empleos
PABLO GARCÍA DE PAREDES
pablo_gdep@hotmail.com
El ideal de la medida regulatoria del salario mínimo es el siguiente: suben los salarios de los trabajadores y el descenso en el número de desempleados es escaso, de manera que en el futuro la renta total económica se distribuye de una mejor forma.pablo_gdep@hotmail.com
Un ejemplo: imaginemos que nuestra economía tiene 100 empleados ganando un dólar al día; la renta de este grupo social es de 100 dólares diarios. Cuando subimos el salario de estos trabajadores a 2 dólares diarios, suponemos que con un aumento del desempleo del 10% tendremos 90 trabajadores ganando 2 dólares diarios, lo que crea una renta para este grupo social de 180 dólares diarios. $80 más que antes. Los 10 trabajadores que fueron despedidos ingresarán a otros trabajos donde sus capacidades sean mejor valoradas, o tendrán que trabajar en la economía informal.
La pregunta central es: ¿quién paga por esos 80 dólares más de renta para los trabajadores con el salario mínimo? Como puede verse esta respuesta es diferente en todos los países, ya que cada país tiene una estructura económica diferente de empresas que podrán (o no) pagar estos salarios.
En el caso de que el país del ejemplo tuviera una gran población recibiendo el salario mínimo, y las empresas que los emplean trabajaran con márgenes pequeños, y el control estatal no fuera muy fuerte institucionalmente, nuestra medida de aumento de salarios terminaría ampliando la economía informal, junto con los sobornos públicos. Esto también se traduce en una menor recaudación de impuestos para el Estado.
Para resolver esta cuestión no hace falta preguntarse si es bueno o malo ganar más dinero. Las preguntas a responder son: ¿qué industrias pagan el aumento de precios del salario mínimo? ¿Están en condiciones de pagarlo? ¿Tiene el gobierno las herramientas de control para asegurar que no ampliará la economía informal?
Lo más importante en las políticas que rigen el trabajo no es fijar los precios, sino intervenir para facilitar la creación de empleos, la competencia eficiente y la redistribución a través de servicios como la educación pública, el cuidado del medioambiente e infraestructura urbana.
El autor es arquitecto
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