miércoles, 12 de agosto de 2009

El 67% de los nicaragüenses no tiene formación suficiente para atender la demanda laboral

Cuanto más alta y especializada sea la formación de un joven nicaragüense, más equitativo y justo será el trabajo al que acceda, así como su salario. Así lo considera la ONG Intervida, que ha puesto en marcha programas de formación técnica y de orientación laboral en la comunidad de Jinotega y en barrios de Managua.

Alrededor de cien jóvenes de estas regiones ya han culminado con éxito diferentes cursos de formación técnica. Según afirma Juan González, responsable del sector de desarrollo económico de Intervida, “los talleres se han diseñado teniendo en cuenta las necesidades de la oferta laboral local”. También se ha realizado un seguimiento y evaluación de los progresos de los alumnos en la adquisición de conocimientos, y de los profesores en su divulgación.

En los últimos meses se han impartido cursos de cocina, informática, electricidad y estética a más de 70 alumnos, el 79% de ellos, mujeres jóvenes. Además, han recibido formación para elaborar el currículo, así como las pautas para afrontar con éxito entrevistas personales e identificar empresas potenciales generadoras de empleo.

El fomento de estas acciones responde a la necesidad de incrementar la competitividad en Nicaragua. El PIB per cápita de este país es uno de los más bajos de América Latina, a consecuencia de grandes tasas de paro y baja productividad. En este contexto, el crecimiento de la economía, al igual que la educación, son factores clave para ampliar las oportunidades y mejorar el nivel de vida de los nicaragüenses.

El 30% de los alumnos matriculados en los cursos que Intervida sostiene en Managua ha encontrado empleo, mientras que el resto ha entrado a formar parte de la bolsa del Ministerio de Trabajo. Por iniciativa propia, un grupo de alumnas del curso de estética ha creado una microempresa que presta servicios de peluquería entre los escolares de los barrios de Managua.

Las elevadas tasas de paro y la falta de conocimientos y capacidades técnicas entre los jóvenes que aspiran a conseguir un trabajo, frecuentemente relega a este colectivo, especialmente al sexo femenino, a desempeñar actividades informales, habitualmente poco estables y mal remuneradas, incluso no consideradas como un trabajo. Por ello, estos programas también tratan de potenciar la formación técnica y la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.

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