El escenario según los datos suministrados por el INE es para muchos economistas una máscara que sólo tiene intenciones de ocultar los altos niveles de desempleo que registra el país. En el caso de Ciudad Guyana, una región famosa y anhelada por sus campos laborales en las empresas básicas, la historia resulta bastante decepcionante.
Desde las empresas
Una vez que el presidente de la República, Hugo Rafael Chávez Frías, tomó posesión del mandato en nuestro país el apoyo hacia los sindicatos no se hizo esperar, el parecer del Ejecutivo nacional era justo que los trabajadores de las empresas, sobre todo las privadas, reclamaran lo que por derecho les corresponde; sin embargo jamás imaginó que el monstruo sindical que conforman los trabajadores del estado se le rebelaría.
Desde el centro de los sindicatos más fuertes de Ciudad Guayana conformados por el sector aluminio, hierro, eléctrico entre otros, se escuchan las innumerables denuncias hechas por dirigentes sindicales en cuanto al ingreso de profesionales foráneos en la factoría y la falta de meritocracia; mientras que del lado obrerista los sindicatos también denuncian los innumerables ingresos de personal que pertenece a círculos familiares y amistosos de altos cargos gerenciales.
Así mismo, denuncian las largas listas de espera para las pasantías y los ingresos para hijos de trabajadores pasivos, cooperativistas y personal contratado, dejando una cantidad de personas que terminan decepcionándose del sistema de ingreso a las empresas básicas.
Por el ramo de la construcción la realidad se ajusta a la venta de los reportes, cientos de desempleados pasan meses en los portones de una obra esperando una oportunidad de ingreso, pero debe disponer de unos 1.500 a 3.000 bolívares fuertes para comprar el reporte, eso sin contar que la primera quincena pertenece al contacto que facilitó la entrada a la fuente de empleo.
Desde la calle
Personas que hicieron de las aceras de Ciudad Guyana su lugar de trabajo expresaron que pasaron mucho tiempo sin conseguir empleo por lo que decidieron trabajar por su propia cuenta o aceptar la proposición de atender un puesto en la calle.
Junior Thomas de 24 años, quien es bachiller y atiende un negocio de chicha desde hace un año, expresó que estuvo tres meses buscando trabajo y terminó pensando que no había oportunidad para él, por lo que atendió el llamado de sus tíos para trabajar en la economía informal y está convencido que es más rentable que trabajar para una empresa; “aquí tengo un sueldo fijo, me pagan bono alimenticio, tengo transporte y un horario flexible”.
Por otro lado, un auxiliar químico de nombre Naibet Torregrosa con 40 años de edad, frente a su pequeño negocio de arepas expresó que el desempleo durante tres años lo conllevó a montar su propio negocio; dijo “yo trabajé durante quince años para una empresa española que alegó estar en la quiebra para cerrar sin cumplir con sus obligaciones laborales dejando a más de 10 personas desempleadas, desde allí pasé tres años buscando trabajo y nada”.
Torregrosa agregó que la única oportunidad para él estaba en el sector de la construcción, pero se encontró con la solicitud de 2.000 bolívares fuertes a cambio de un reporte, efectivo con el que no contaba y tenía en su hogar a dos hijos que mantener, fue allí que decidió sostener su hogar en la venta de arepas, que es atendida por él y sus hijos. Agregó que entre 10 personas de su círculo amistoso y familiar su situación se repite al menos seis veces.
Más adelante Grismaldo Solano de 44 años de edad, quien es colorista textil, contó su historia como desempleado, “estuve trabajando en Grafidiseños en Caracas y por bancarrota cerró sus actividades, desde allí estuve tres años desempleado, en ese tiempo maté trigritos y terminé en un portón en el sector construcción pero no tuve resultado, por eso decidí meterme en el negocio de la venta de perros calientes y aquí estoy desde hace cuatro años”. Grismaldo denunció el sometimiento que tiene el sector sindical sobre los desempleados, se debe tener una fuerte cantidad de dinero para una oportunidad de trabajo. Entre 10 personas de su círculo amistoso y familiar su situación se repite al menos cuatro veces.
Jenifer Palmares, una ama de casa de 29 años de edad, estudiante de administración industrial, padre y madre de familia que trabaja en un puesto de llamadas telefónicas, expresó que la necesidad la llevó a buscar trabajo y durante dos años no le dieron oportunidad, por lo que encontró una salida en la economía informal donde tiene el sostén de sus hijos. En su círculo amistoso y familiar su situación se repite al menos unas 10 veces.
Emigrar de ser empleados a comerciantes no resulta fácil para los guayaneses, quienes se cansan de insistir por un trabajo fijo y terminan decepcionados, esta historia se repite no sólo en los guayaneses si no en miles de venezolanos; a pesar de esto los entrevistados manifestaron tener esperanzas de que la situación en Venezuela cambie. Por otro lado, si el Instituto Nacional de Estadísticas tomara en cuenta este grupo de ex trabajadores que hoy son comerciantes informales las cifras duplicarían el porcentaje actual.
Empleo: “Palanca o soborno”
Los rostros de los entrevistados no reflejaban más que tristeza, cuando fueron interrogados en cuánto al por qué de su trabajo en la economía informal, el desempleo fue el único motivo; la decepción en cuanto a la situación de ocupación en Venezuela se repitió en todos los entrevistados, quienes dijeron que para tener un buen empleo fijo se debe tener influencia, también llamada “palanca”, o dejarse sobornar por sindicalistas de un determinado sector.
Escrito por Geris Martínez/Fotos: Luis González
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