viernes, 13 de noviembre de 2009

La informalidad: ¿alternativa o sentencia?

Allá vienen. Los diviso en el horizonte como una pequeña línea, son perfectamente cuantificables, pero el recorrido es largo y muchas cosas aún pueden suceder. Aquellas figuras, apenas definibles, van tomando cuerpo a cada momento. Aumentan o disminuyen en número, unas salen y otras entran.

Ya se acercan a la línea enemiga. ¡Es increíble! El cruce, en lugar de diezmarlas, las reproduce. ¡Se han duplicado, triplicado…! ¡Son casi una hemorragia, un verdadero ejército, no las puedo contar! Así lo imagino.

No se trata de una batalla campal, ni es la escena de una de esas películas de comandos, como las llaman. Es la lucha de miles de hombres y mujeres contra un enemigo despiadado y calculador que asedia sus vidas: la crisis económica global.

La recesión hace con ellos lo que mejor le plazca. Los toma o los deja a su antojo sin darles algo bueno a cambio. Un día los coloca en determinado lugar, y quizá al otro decide que ahí no los quiere más. Eso sí, para provocar pobreza, hambre, desempleo y enfermedades, búsquenla.

No, no se trata de una broma o de un juego. Así actúa la crisis con las personas del mercado laboral informal. Tampoco se trata de maleducados, sino de individuos que quedaron sin trabajo con algún tipo de beneficio social, desposeídos de sus empleos formales y arrojados a la pobreza y a la búsqueda de otras formas de ganarse la vida por el azote de la recesión. Algunos les llaman los nuevos pobres; ni tan nuevos, porque el fenómeno no lo es, pero sí más pobres.

En el denominado mercado laboral informal podemos encontrar desde vendedores ambulantes, hasta dueños de pequeñas empresas o negocios. Los niveles de productividad por lo general son bajos. Estos individuos padecen porque les pagan poco, no tienen protección social y de ellos, quienes pudieron estudiar, rara vez ejercen su profesión.

La mayoría de estas personas tenían trabajos estatales, pero los perdieron. En épocas de crisis ni hablar, el fenómeno se hace más cotidiano. Las medidas extraordinarias adoptadas durante este período aumentan los despidos.

Por varios años el sector informal, actualmente en aumento, ha sido el camino para miles en todo el mundo. Un estudio realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) reveló que en varios países latinoamericanos, más del 80 por ciento de la ocupación está fuera del mercado de trabajo oficial, por llamarlo de alguna manera.

Pero el asunto no termina ahí. Más del 60 por ciento de los obreros centroamericanos no encuentra un empleo en el que les paguen bien y no tienen otra alternativa que recurrir a la agricultura tradicional o alistarse en el sector informal, según explica la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Además de los bajos salarios, las condiciones de trabajo son duras y las personas no tienen días laborales específicos. A veces están tan desesperados por la falta de algún ingreso que llegan a firmar contratos en blanco, sin conocer bajo qué condiciones serán aceptados.

Las políticas económicas de las principales instituciones mundiales no han reducido el número de personas que trabajan en el sector informal. Todo lo contrario, la "informalidad" cada vez gana más adeptos.

Por ejemplo en los Estados Unidos, los despidos casi rozan el diez por ciento, la cifra más alta en los últimos 26 años. Por ello se ha acrecentado el mercado de trabajo informal, una suerte de arréglenselas como puedan, pues la mayoría de las empresas no han vuelto a contratar a los antiguos trabajadores.

La crisis económica mundial ha arrojado a muchos a los cercos de la pobreza, pero su factor sorpresa, devenido su principal arma, ha sido el aumento creciente del desempleo. Tal es la magnitud de su táctica de desocupación, que ya algunos hablan de la crisis del paro.

Precisamente de estos miles de cesantes se ha nutrido el mercado laboral informal, un modo de empleo que para algunos es una alternativa, pero para la mayoría, es la única salida. ¡Lo que puede provocar la recesión! ¡Con ese arsenal bélico, no digo yo!

MASIEL FERNÁNDEZ BOLAÑOS

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