Uno de los elementos característicos del mercado laboral colombiano es su alto nivel de informalidad. Las distancias entre los empleos formales y los informales son abismales y entenderlo es fundamental para poder corregir varios de los problemas sociales que estamos afrontando, pues casi todos se relacionan de forma directa con el mercado laboral.
Por ejemplo, el sector salud, se basa en la aspiración de tener un aseguramiento universal. Ello sería más fácil si el número de cotizantes NO subsidiados, fuera menor que el de los que reciben alguna ayuda estatal.
Pero como nuestro mercado laboral es tan informal, el grueso de quienes tienen alguna ocupación no cotiza, y por lo tanto, la relación entre contributivos y subsidiados es adversa.
También se relaciona con el tema de las pensiones, esta semana Fedesarrollo volvió a poner en la agenda la necesaria discusión sobre la viabilidad del sistema y señaló que si las cosas siguen como van las nuevas generaciones tendrán que pensionarse a una mayor edad o el sistema podrá colapsar. El argumento es cierto y no es nuevo. De hecho, por allá en 1993, cuando se aprobó la Ley 100 y en las reformas posteriores que han ajustado la misma, se dijo que otro sería el mundo si el grueso de los trabajadores colombianos cotizara. Si eso sucediera, el sistema pensional tendría mayor viabilidad.
En el frente de la competitividad, la informalidad también nos afecta. Una parte de los costos laborales de quienes ganan más de cuatro salarios mínimos constituyen un subsidio cruzado a otros trabajadores (el fuerte en la informalidad), afectando así la competitividad de los sectores más formalizados.
La salud, las pensiones y los parafiscales incluyen un esfuerzo redistributivo que si bien es loable, sería más eficiente si se hiciera vía impuestos, y ello requiere una reforma tributaria seria y responsable en ese camino.
Cuando la tasa de desempleo sigue subiendo y nuestra economía está próxima a ser declarada oficialmente en recesión, una manera de abordar la discusión de estos temas de forma más constructiva, sería la de buscar de forma deliberada, medidas que tiendan a formalizar los empleos. Pero eso no se logrará sólo con flexibilizar el salario mínimo, o redimensionando la estructura de los parafiscales, ni discutiendo de forma separada la viabilidad financiera de los sistemas de salud y pensiones (hoy seriamente comprometidas).
Seguir proponiendo medidas parciales, sin incluir la discusión sobre el tema tributario, no permitirá avanzar en la discusión de los problemas centrales del mercado laboral. Si nos proponemos, como sociedad, un esfuerzo por formalizar la economía colombiana y sus empleos, deberemos ajustar todos estos temas de forma conjunta, y probablemente las soluciones serán menos dolorosas y los beneficios mucho mayores.
ccaballero@cifrasyconceptos.com
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