Por: Alicia Barcena
Fuente: Secretaria ejecutiva de la Cepal
Fuente: Secretaria ejecutiva de la Cepal
La actual crisis financiera golpeará con fuerza nuestra región y es altamente probable que acreciente la vulnerabilidad de las mujeres. Ya sea porque baja el empleo formal y con él el número de mujeres que trabajan en condiciones laborales decentes, o porque disminuyen los ingresos familiares (incluidas las remesas de los migrantes) o porque se acrecienta la vulnerabilidad de los empleos precarios y mal remunerados donde las mujeres son mayoría.
Inclusive aquellos sectores donde las mujeres consiguieron mejorar sus condiciones de empleo las últimas décadas retrocederán, empujándolas hacia trabajos peor remunerados o informales.
Otro efecto previsible será la mayor transferencia de actividades no remuneradas a los hogares, debido a la disminución de ingresos y a los probables recortes en los servicios públicos, lo que impactará negativamente sobre la carga total de trabajo. Las tareas domésticas de reproducción y cuidado en manos de las mujeres se pueden ver incrementadas.
¿Cómo evitar que la crisis se convierta en enemiga de los avances de la mujer? Con una agenda de protección que considere levantar las barreras que enfrentan las mujeres para acceder al empleo digno y las libere de la responsabilidad exclusiva del trabajo doméstico.
Esa agenda debe incluir, por ejemplo, canalización de apoyos e ingresos mínimos a las mujeres más vulnerables y pensiones no contributivas para aquellas que dedicaron su vida al trabajo doméstico no remunerado o a pequeñas actividades informales, sin acceder a mecanismos formales de protección social.
Además de buen manejo macroeconómico hay que tomar medidas destinadas a mantener el gasto social a través de una política fiscal contracíclica; evitar el proteccionismo en el comercio internacional y prestar atención a que la disminución de las inversiones no implique mayor desempleo femenino; promover paquetes de estímulo a la demanda agregada y mantener la asistencia oficial al desarrollo.
Debemos evitar que la crisis se convierta en una excusa para detener el avance de la mujer.
Inclusive aquellos sectores donde las mujeres consiguieron mejorar sus condiciones de empleo las últimas décadas retrocederán, empujándolas hacia trabajos peor remunerados o informales.
Otro efecto previsible será la mayor transferencia de actividades no remuneradas a los hogares, debido a la disminución de ingresos y a los probables recortes en los servicios públicos, lo que impactará negativamente sobre la carga total de trabajo. Las tareas domésticas de reproducción y cuidado en manos de las mujeres se pueden ver incrementadas.
¿Cómo evitar que la crisis se convierta en enemiga de los avances de la mujer? Con una agenda de protección que considere levantar las barreras que enfrentan las mujeres para acceder al empleo digno y las libere de la responsabilidad exclusiva del trabajo doméstico.
Esa agenda debe incluir, por ejemplo, canalización de apoyos e ingresos mínimos a las mujeres más vulnerables y pensiones no contributivas para aquellas que dedicaron su vida al trabajo doméstico no remunerado o a pequeñas actividades informales, sin acceder a mecanismos formales de protección social.
Además de buen manejo macroeconómico hay que tomar medidas destinadas a mantener el gasto social a través de una política fiscal contracíclica; evitar el proteccionismo en el comercio internacional y prestar atención a que la disminución de las inversiones no implique mayor desempleo femenino; promover paquetes de estímulo a la demanda agregada y mantener la asistencia oficial al desarrollo.
Debemos evitar que la crisis se convierta en una excusa para detener el avance de la mujer.
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