El crecimiento o contracción de la economía informal depende en gran medida de la capacidad real que tiene un Estado de aplicar sus propias normas y de la participación de la sociedad para hacer valer la ley o transgredirla, afirmó Alejandro Portes, experto en sociología urbana de la Universidad de Princeton.
Alertó que “sólo un Estado fallido, capaz de legislar en materia económica, pero incapaz de hacer valer las reglas, ofrece las condiciones ideales para la proliferación de la informalidad económica”.
Al participar en una conferencia magistral denominada Economía informal y sociológica económica, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso)-México, destacó que a pesar de que en la mayoría de las naciones de América Latina y el Caribe, y en general en las economías en desarrollo, la informalidad “nos habla de empleos de sobrevivencia, no podemos utilizarla como sinónimo de pobreza, pues es uno de los fenómenos más complejos y diversos que se presentan en nuestras sociedades”.
En entrevista, agregó que en México prevalece lo que denominó un “Estado frustrado”, que es característica de casi todos los estados latinoamericanos, donde se legisla en materia económica para establecer reglas, pero no se pueden hacer cumplir. “La solución a este problema podría estar en flexibilizar cuidadosamente, es decir, reducir el nivel de legislación a aquello que se puede hacer cumplir, y mejorar la calidad del Estado.”
Otro aspecto –advirtió– son los bajos salarios que percibe la mayor parte de los trabajadores, “que son quienes deben hacer cumplir las reglas que crea el Estado”.
Laura Poy Solano La Jornada
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