Según una investigación, a la mayoría de los que consiguen trabajo no les respetan derechos básicos como vacaciones, aguinaldo y aportes jubilatorios. Además, un 57% tiene empleos muy poco o nada relacionados con sus estudios.
Por Gabriel Giubellino | ggiubellino@clarin.com
El primer trabajo de los jóvenes en la ciudad de Buenos Aires queda a años luz del "trabajo decente" que promueve la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Esto lo acaba de ratificar una encuesta encargada por el Gobierno de la Ciudad para tener una radiografía de los jóvenes que habitan la gran capital. La respuestas indican que la primera experiencia laboral de los chicos y chicas no puede ser más decepcionante: al 83% no le hacen descuentos jubilatorios; el 81% no tiene cobertura de salud; al 80% no le pagan las vacaciones, y al 79%, le birlan el aguinaldo. ¿Escucharán, además, la explicación: "es derecho de piso, piba, pibe"?
La encuesta, 600 casos, a jóvenes de entre 15 y 29 años, fue encargada por la Unidad de Coordinación de Políticas de la Juventud. Los ocupados son el 62%. Uno de cada cuatro es desocupado (el 15%) o bien inactivo (el 23%), es decir, que no estudia, ni trabaja, ni busca trabajo.
Como el rango de edad tomado es muy amplio, es necesario observar las variaciones en la condición de actividad según la edad. Mientras que para los chicos de 15/19 años la tasa de ocupación es del 35%, en los de edad 25/29 es mucho mayor: del 79%. También aparece la discriminación a las mujeres: la tasa de ocupación femenina en la Ciudad es del 58%, contra un 67% de los hombres.
"No podemos hablar de un joven promedio. Si bien estamos en una mejor situación que el resto del país, hay diferentes juventudes. En un extremo, más posibilidad de conseguir mejores trabajos. En el otro, mayor vulnerabilidad. Creemos que el tema del empleo va a ser uno de los principales en el 2009 y por eso queremos tener un diagnóstico confiable que sirva para promover políticas públicas", dice Ezequiel Fernández Langan, director general de la unidad que ordenó la encuesta.
A nivel nacional, el desempleo juvenil, del 25%, es casi tres veces superior al del promedio de la población economicamente activa. Y la participación de la mujer es mucho menor (39%) que la de los varones (54,6%).
Si bien la calidad del trabajo mejora a medida que los chicos crecen, la informalidad sigue alta: es del 65,5%, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). No son trabajos decentes, para la OIT. Lo serían si incluyeran la libertad de asociarse sindicalmente, igualdad de derechos, protección y seguridad social y también diálogo.
El proyecto Promoción del Empleo Juvenil en América Latina (PREJAL) publicó el año pasado un libro de 190 páginas titulado "Propuestas para una Política de Trabajo Decente y Productivo para la Juventud. Argentina". Los números alcanzan para darle dimensión al problema: en Argentina hay 3.564.000 jóvenes inactivos. Pero, como aludía Fernández Langan hablando de la Ciudad, no hay un joven típico. Dice el trabajo: "Los jóvenes que pertenecen a las familias más pobres se ven obligados a integrarse al mercado de trabajo, aún cuando el empleo que puedan obtener implique el abandono de los estudios y la aceptación de condiciones laborales precarias".
También es característico del empleo joven la poca relación que tiene con los estudios. En la encuesta un 57% dijo que no está "nada relacionado" con sus estudios, y un 58%, que está "sobrecalificado" para su trabajo.
"Hoy el secundario completo no es pasaporte hacia el empleo, pero es el piso. No hay posibilidad de empleo decente sin el secundario", explica Edith Byk, consultora de OIT para temas de empleo (PREJAL). "Ahora, como hay desequilibrio entre oferta y demanda, los empleadores piden estándares mas altos de los que realmente requieren".
Byk coincide con que se necesitan políticas diferenciadas. "En el marco de una política universal de educación y de formación profesional, se necesitan dispositivos para necesidades específicas, como las de las mujeres jóvenes", dice.
Al respecto, el Ministerio de Trabajo echó a rodar el Programa "Jóvenes con Más y Mejor", para desempleados y con secundario incompleto de entre 18 a 24 años. Muy ambicioso, se propone la meta de llegar a atender a 100.000 jóvenes este año. "Buscamos acompañar en la formación y promover la inserción laboral de los jóvenes de hogares pobres", explicó Enrique Deibe, secretario de Empleo, a cargo del programa. La ambición, en este caso, es necesaria: la OIT señala que los jóvenes son los primeros en perder el empleo en momentos de crisis y los últimos en ser contratados en momentos de expansión económica.
La encuesta, 600 casos, a jóvenes de entre 15 y 29 años, fue encargada por la Unidad de Coordinación de Políticas de la Juventud. Los ocupados son el 62%. Uno de cada cuatro es desocupado (el 15%) o bien inactivo (el 23%), es decir, que no estudia, ni trabaja, ni busca trabajo.
Como el rango de edad tomado es muy amplio, es necesario observar las variaciones en la condición de actividad según la edad. Mientras que para los chicos de 15/19 años la tasa de ocupación es del 35%, en los de edad 25/29 es mucho mayor: del 79%. También aparece la discriminación a las mujeres: la tasa de ocupación femenina en la Ciudad es del 58%, contra un 67% de los hombres.
"No podemos hablar de un joven promedio. Si bien estamos en una mejor situación que el resto del país, hay diferentes juventudes. En un extremo, más posibilidad de conseguir mejores trabajos. En el otro, mayor vulnerabilidad. Creemos que el tema del empleo va a ser uno de los principales en el 2009 y por eso queremos tener un diagnóstico confiable que sirva para promover políticas públicas", dice Ezequiel Fernández Langan, director general de la unidad que ordenó la encuesta.
A nivel nacional, el desempleo juvenil, del 25%, es casi tres veces superior al del promedio de la población economicamente activa. Y la participación de la mujer es mucho menor (39%) que la de los varones (54,6%).
Si bien la calidad del trabajo mejora a medida que los chicos crecen, la informalidad sigue alta: es del 65,5%, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). No son trabajos decentes, para la OIT. Lo serían si incluyeran la libertad de asociarse sindicalmente, igualdad de derechos, protección y seguridad social y también diálogo.
El proyecto Promoción del Empleo Juvenil en América Latina (PREJAL) publicó el año pasado un libro de 190 páginas titulado "Propuestas para una Política de Trabajo Decente y Productivo para la Juventud. Argentina". Los números alcanzan para darle dimensión al problema: en Argentina hay 3.564.000 jóvenes inactivos. Pero, como aludía Fernández Langan hablando de la Ciudad, no hay un joven típico. Dice el trabajo: "Los jóvenes que pertenecen a las familias más pobres se ven obligados a integrarse al mercado de trabajo, aún cuando el empleo que puedan obtener implique el abandono de los estudios y la aceptación de condiciones laborales precarias".
También es característico del empleo joven la poca relación que tiene con los estudios. En la encuesta un 57% dijo que no está "nada relacionado" con sus estudios, y un 58%, que está "sobrecalificado" para su trabajo.
"Hoy el secundario completo no es pasaporte hacia el empleo, pero es el piso. No hay posibilidad de empleo decente sin el secundario", explica Edith Byk, consultora de OIT para temas de empleo (PREJAL). "Ahora, como hay desequilibrio entre oferta y demanda, los empleadores piden estándares mas altos de los que realmente requieren".
Byk coincide con que se necesitan políticas diferenciadas. "En el marco de una política universal de educación y de formación profesional, se necesitan dispositivos para necesidades específicas, como las de las mujeres jóvenes", dice.
Al respecto, el Ministerio de Trabajo echó a rodar el Programa "Jóvenes con Más y Mejor", para desempleados y con secundario incompleto de entre 18 a 24 años. Muy ambicioso, se propone la meta de llegar a atender a 100.000 jóvenes este año. "Buscamos acompañar en la formación y promover la inserción laboral de los jóvenes de hogares pobres", explicó Enrique Deibe, secretario de Empleo, a cargo del programa. La ambición, en este caso, es necesaria: la OIT señala que los jóvenes son los primeros en perder el empleo en momentos de crisis y los últimos en ser contratados en momentos de expansión económica.
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