EVA CONTRERAS
El Círculo de Empresarios cifra así la recaudación extra si se baja la economía informal de España (25% del PIB) al 19,5% de Europa.
Corría 1997. Una Corea del Sur recién ingresada en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en premio a su pujanza se desplomaba arrastrada por la crisis asiática, la primera de la globalización. Y el Gobierno apuntó a la economía sumergida para recaudar. Bonificó el pago electrónico, el uso de la tarjeta se triplicó en tres años y la recaudación fiscal pasó de 46.000 a 76.000 millones de dólares entre 1998 y 2002.
Ahora transitamos 2012 y es el Gobierno de Mariano Rajoy el que explora la vía: limita el pago en efectivo a 2.500 euros siempre que intervenga, al menos, un empresario profesional. Si lo incumplen, recibirán multas por el 25% de la operación. Quedan fueran las transacciones entre particulares. “El objetivo de implementar más pagos con tarjetas es para conseguir más transparencia y reducción del dinero negro”, explica Pilar Aurrecoechea, directora general de MasterCard, quien ha informado al Ejecutivo sobre la experiencia en la implantación de los pagos electrónicos en otros países para combatir el fraude. Un estudio del Círculo de Empresarios y AT Kearney cifra en unos 70.000 millones de euros el dinero que el Fisco español recaudaría simplemente con blanquear parte de la actividad irregular y dejarla en cotas europeas (bajarlo del 25% del PIB español al 19,5% del europeo). Los pagos electrónicos facilitan el afloramiento de actividades irregulares, al fijar una trazabilidad del camino recorrido por el dinero frente a la facilidad para escapar de Hacienda de desembolsos en metálico, que no dejan huella.
También son más baratos: una transacción de 100 euros cuesta 3 euros si es en efectivo y 1,2 si es electrónica, según la consultora DotEcon. Y es que pagar con billetes y monedas acarrea costes de producción, transportes y vigilancia de seguridad desde la fábrica al bolsillo del cliente. La vida media de un billete de cinco euros, por ejemplo, es de escasos dos-cinco meses por el acelerado deterioro con su intensivo uso. El estudio de Dot.Econ para Bruselas cifra en 14.380 millones de euros el ahorro en Europa por pagar el 22% de las compras con tarjetas y augura que se podría economizar 32.600 millones si se consiguiese migrar hasta el 50% de los pagos al dinero electrónico. Sin embargo, dejar de pagar en metálico es complicado porque implica cambiar hábitos. “El cambio de hábitos requiere un incentivo.
Que el consumidor lo pida y el comercio se sienta incentivado a aceptar el pago”, indica Aurrecoechea. El Gobierno de Corea estimuló el uso con desgravaciones fiscales: de hasta 4.200 dólares o el 20% de los ingresos en los pagos con tarjetas para sus titulares y con reducciones a los comercios de dos puntos porcentuales en el IVA en los cobros electrónicos. Argentina, en una situación, similar aprobó en 2001 limitar los pagos en metálico a los 1.000 dólares y estimular la tarjeta con devoluciones del 5% del IVA de las compras al cliente en pagos de importes inferiores.
En Francia acaban de prohibir abonos en metálico a partir de 3.000 euros entre empresas e Italia lo baja a 1.000 euros para empresas y consumidores y 500 para ayuntamientos y Gobiernos. “Se trata de dar ejemplo también desde las Administraciones Públicas y también en transparencia”, reflexiona la directora general de MasterCard e indica que también baraja implantarlo Grecia para aflorar ingresos en la coyuntura de actual descensos recaudatorios y blanquear al tiempo la economía.
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