Aunque falta un poco más de un mes para comenzar la Navidad, en las calles del centro de Cali ya se respira a ella, con la instalación de sombrillas, alfombras y vitrinas improvisadas por incontables vendedores ambulantes. Un panorama que va en contravía de las cifras entregadas por el Dane, que señalan que el número de caleños en el rebusque ha disminuido.
Según la entidad, entre julio y septiembre había 452.000 subempleados en Cali y Yumbo, cuando un año atrás, en igual lapso, la cifra llegó a los 485.000, lo que significa que 33.000 personas pasaron a ocupar un empleo formal o desaparecieron del mercado laboral.
Para algunos analistas la reducción del rebusque (subempleo) en Cali se debe a los planes que subsidian al desempleado, pues sin duda alguna se convierten en un ‘colchón’ en el que se duermen en los laureles y alejan la posibilidad de conseguir trabajo.
Otros, como John James Mora, jefe del Departamento de Economía de la Universidad Icesi, piensan distinto: “si bien los programas de asistencia han llevado a disminuir la participación en el mercado laboral, no creo que influyan en la percepción actual de las personas que están trabajando, así sea de manera informal”.
Si bien es una buena noticia que en Cali haya bajado el subempleo, tampoco se puede cantar victoria, pues la tasa aún está por encima del 36%, una cifra muy alta para una ciudad de dos millones de habitantes.
José Alfonso Santacruz, profesional del Sistema Nacional de Recurso Humano del Sena, en el Valle, dice que el índice no baja por el deterioro en la calidad del trabajo formal y por ende de su remuneración.
“Las transformaciones laborales deben tratarse con cuidado y se deben revisar muy bien, porque si las cifras no disminuyen con empleos de calidad el panorama no es bueno. Lo cierto es que el menoscabo de las condiciones de trabajo preocupan mucho”, aseveró Santacruz.
En la práctica, muchas personas prefieren ‘rebuscársela’ en la calle que dedicarle ocho horas diarias o más a un empleo que ni siquiera le permite devengar el salario mínimo.
De eso da cuenta Miryam Campuzano, quien prefirió dejar su trabajo en el que sólo le pagaban $25.000 semanales, $100.000 mensuales. Hoy sobrevive con una venta de comidas en el antejardín de su casa que le deja $80.000 semanales.
¿Y en el resto del país?
Contrario a lo que sucede en Cali, en el resto de ciudades el rebusque no da tregua. El aumento del subempleo subjetivo (ver gráfico titulado Tasa de subempleo en Colombia ) saltó de casi 6 millones de personas en septiembre del año pasado, a 7,1 millones en el mismo mes del presente año, cifra que representa casi el 34% de la población activa, según el Dane.Al igual que en Cali, la situación a escala nacional es la misma. Muchos colombianos que salen a buscar un empleo acorde a sus competencias se sienten defraudados cuando llega el momento de hablar del salario, razón por la cual se inclinan por otro tipo de actividad que le pueda dar mejor remuneración.
Javier Andrés Castro, director de economía de la Universidad del Valle, lo dice con claridad: “hay empleados que se sienten menospreciados porque no les reconocen sus capacidades o porque no reciben los ingresos que esperan, lo que demuestra que la gente ha tenido mayor ocupación en puestos de trabajo que no llenan realmente sus expectativas y en términos subjetivos no están siendo bien aprovechados como profesionales en el mercado laboral”.
El problema es y seguirá siendo delicado, por eso los abuelos dicen que hay que cuidar bien el trabajo que se tiene. Pero más allá de eso, Gobierno, empresarios y academia deben pensar qué nuevos planes pondrán en marcha para acabar con el rebusque.
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