sábado, 30 de octubre de 2010

Colombia: Población negra y trabajo

Colombia: Población negra y trabajo

Medellín, Cali, Buenaventura y Cartagena fueron las ciudades en las que la Escuela Nacional Sindical (ENS), en asocio con investigadores de las universidades de Cartagena, Antioquia y del Pacífico, realizó la primera investigación que se conoce en el país sobre condiciones laborales (trabajo decente) de la población negra.

Para el estudio se aplicó una muestra representativa de 755 encuestas sobre los indicadores de Trabajo Decente: Equidad, oportunidades laborales, ingresos, seguridad laboral, protección social, diálogo social, discriminación, derechos laborales, trabajo infantil y otros trabajos inaceptables. La encuesta se construyó sobre los datos poblacionales del Censo de 2005, y con base en entrevistas a profundidad, trabajo etnográfico y la revisión documental de investigaciones existentes relacionadas con el tema.

Si bien esta investigación no permite establecer consideraciones concluyentes en relaciecón al total nacional de la población negra, sí ofrece elementos claves para la interpretación y visibilización de las precarias condiciones y el grado de exclusión laboral de esta población. También corrobora que en cada uno de los indicadores explorados se presenta un déficit más pronunciado que el que tiene la población trabajadora no negra.

Asimismo se constata que las formas de discriminación étnico/racial, asociadas al color de la piel, continúan vigentes pero escondidas en discursos que pretenden ser políticamente correctos. El fenómeno del racismo aparece vinculado con fuerza a las distintas formas de exclusión y sostenimiento de la pobreza y marginalidad, frente a los cuales no existe una política interesada en resolver de forma estructural la situación de esta población, mediatizada con paliativos asistencialistas que la mantienen en la marginalidad, condenada a la lógica del rebusque y la sobrevivencia.

Las condiciones sociales, el número de hijos y de personas a cargo, el estrato socioeconómico cruzado con el grado de ingresos, la seguridad laboral y los derechos laborales, dieron como resultado un preocupante panorama de pobreza extrema, en el cual la vida de muchos hombres y mujeres se inventa día a día con las posibilidades del rebusque, en medio de las más complejas condiciones.

Los jóvenes, al igual que en el promedio nacional, resultaron ser los más afectados, sin mayores posibilidades laborales, sin acceso a programas de capacitación o formación universitaria, ubicados en los lugares más vulnerables y precarios del mercado laboral.

Se aclara que para la presentación de los datos de esta investigación, se tratan por separado los afrodescendientes que trabajan en la economía informal y los que tienen un empleo asalariado (economía formal), cuyas condiciones guardan sus diferencias. Veamos:

Datos de trabajadores informales:

Del total de la población afro de la economía informal encuestada (245), el 51,9% son mujeres y el 48,1%, hombres; cerca del 67% tiene hijos; la mayoría (47,9%) pertenecen al estrato 1, seguida del estrato 2 (28,5%), estrato 3 (21,5%), y estratos 4 y 5 (2%). De esta población, el 83% no estudia; y del 17% restante sólo el 15%, lo hace a nivel universitario; el 10%, técnico; el 6%, en secundaria; y alrededor del 4%, en media.

El 63,7% son trabajadores por cuenta propia, situación compleja puesto que, en términos generales, no son beneficiarios ni siquiera de las garantías mínimas que un trabajo en condiciones decentes debe ofrecer. Le siguen los obreros o empleados de empresas particulares, con el 21,6%. De éstos, el 68,5% realiza un trabajo permanente, el 25,7% tiene un trabajo ocasional, y el 5,8% trabajaba estacionalmente.

Las principales actividades económicas de los informales afros son: comercio, hoteles y restaurantes 43,7%, y servicios comunales, sociales y personales 41,2%.

Al indagar sobre su satisfacción con el trabajo que realizan, el 24% dijo no sentirse satisfecho; singularmente cerca del 67% manifestó satisfacción con sus labores, especialmente por el temor a no conseguir otro empleo y salir del mercado laboral, pese a que las condiciones generales son altamente precarias. Además se observó que el 81,6% de los empleados no tienen ningún tipo de contrato; el 74,4%, se caracteriza por ser un trabajador independiente; el 12,8% trabajadores contratados a través de empresas asociativas de trabajo, el 9,3% a través de una empresa de servicios temporales, y el 3,5% restante por cooperativa de trabajo asociado.

Un punto neurálgico en la persistencia de las condiciones de exclusión y pobreza es la alta cantidad de personas que reciben un salario mínimo o menos (65%). Situación alarmante, pues muchas de ellas son personas cabeza de hogar, cuyo precario ingreso escasamente posibilita garantías para el bienestar humano. Es de anotar que, según cálculos de la ENS, en Colombia es necesario devengar al menos dos y medio salarios mínimos para superar la línea de pobreza.

Un elevado porcentaje los afros que trabajan en la economía informal no tienen garantías de derechos laborales, no tienen vacaciones pagadas (94,7%), ni prima de navidad (94,7%), ni derecho a cesantías (96,6%). El 69% de ellos manifiestan el deseo de cambiar de trabajo. En el caso de las mujeres, aparte de la falta de prestaciones legales, el 89,6% embarazadas no tuvo licencia remunerada.

Algunas de las explicaciones que dieron para trabajar como independientes fueron: 24,2% no había encontrado trabajo nunca; 8,1% porque lo despidieron del empleo anterior, 23,8% porque ganaba más que como empleado, y 12,6% por la edad.

Al indagar los temas relacionados con la seguridad social, se halló que el 83,2% está afiliado a una entidad de seguridad social en salud, frente al 16,8% que no tiene afiliación; situación preocupante porque de estos últimos un 32% no estuvo afiliado en los últimos dos años, e incluso más. El 62% está en el régimen subsidiado, el 18,5% pertenece al régimen contributivo bajo la modalidad de beneficiario, y sólo el 18,5% participa como cotizante del régimen contributivo.

Ahora bien, al mirar las afiliaciones a pensiones, se encontró que sólo el 8,6% está afiliado, y el 91,4%, no tiene ningún tipo de afiliación. Este pequeño porcentaje que cotiza lo hace, en su mayoría, en un fondo privado (63,6%), seguido de los que cotizan en el Instituto de Seguro Social, ISS (22,7%). El 57,7% justifica la no afiliación a un sistema de pensiones, porque no cuenta con los recursos económicos para hacerlo, el 17,7% dijo que por desconocimiento sobre el proceso de afiliación, el 10,2% por no estar interesados, el 7%, lo justificó en que su empleador no lo exige, y un 4,2% no lo hizo porque consideraba que nunca llegara a jubilarse, entonces no lo tiene como prioridad.

Al preguntar por las afiliaciones a un fondo de cesantías, el 94,7% no está afiliado. El 89% no está afiliado a una Aseguradoras de Riesgos Profesionales (ARP).

Se destaca también la poca organización gremial de los afros que trabajan en la economía informal. El 93,5% de pertenece a ninguna, y el 6,5% que sí pertenece a alguna, no tiene dentro de sus consideraciones una organización sindical. Se trata de asociaciones referentes al oficio que desempeñan.

En materia de seguridad ocupacional, se halló que el 15,6% sufrió algún accidente en el trabajo. El 17% tuvo alguna enfermedad de trabajo, siendo la más representativa la enfermedad muscular o la de articulación (16,8%), seguida de enfermedades respiratorias (13,9%) y de la piel, (7,5%).

Sólo el 23,1%, percibió que fue discriminado en el trabajo, mientras que el 76,9%, no percibió ningún tipo de discriminación. Las discriminaciones fueron por el color de piel en el 100% de los casos, y de ellos el 35,3% manifestó haber recibido insultos por su color. El 16,4% dijo haber sido discriminado en el proceso de selección, debido a la edad; el 15% por el grupo étnico, y el 6,4% por el lugar donde vive. Se encontró, además, que el 11,7% de esta población tuvo que soportar discriminación para conseguir empleo en algún oficio. Por otro lado, el 80,5% manifestó que hay discriminación en los espacios de trabajo, y el 63,7% consideró que en la ciudad hay zonas o barrios donde discriminan a las personas de color.

Datos de trabajadores asalariados


En la investigación se entrevistaron 234 personas que trabajan en la economía formal, el 52,6% mujeres y el 47,4% hombres. De éstos, el 39,8% pertenecen al estrato socioeconómico 2, el 28,6% al 1, el 27,3% al 3, el 3,5% al estrato 4, y 0,9% al 5. El 68,4% tiene hijos y el 63,1% tiene 2 o más. El 28,3%, aparte de laborar, estudia, y de éstos el 35,4% tiene estudios universitarios incompletos, el 16,9% tiene posgrado incompleto, y el 15,4% tiene técnicos o tecnológicos incompletos, entre otros.

El 68% de los encuestados trabaja como obrero o empleado de empresa particular, el 26%, como obrero o empleado del gobierno, y el 3% como empleado doméstico, entre otros. Así mismo, se encontró que el 89% tiene un trabajo permanente, el 6,5% ocasional, y el 3,9% estacional. El 37,3% tiene contrato a término fijo (hasta 6 meses, el 48,2%; y entre medio y un año, el 51,8%), y a término indefinido el 62,7%.

En la actividad económica de servicios comunales, sociales y personales labora el 68,4%; en comercio, hoteles y restaurantes el 10,3%, es decir, cerca del 84% se desempeña en el sector terciario de la economía, un 13% en el sector secundario, y el porcentaje restante en el sector primario. El 54,1% labora entre 25 y 48 horas semanales, el 23,2% hasta 24 horas semanales, el 11,6% entre 49 y 56 horas semanales, y el 11,2% más de 56 horas a la semana.

El 94,4% de quienes laboran en la economía formal tiene contrato laboral: el 91% escrito y el 9% verbal. El 43,3% recibe entre uno y dos salarios mínimos como remuneración, el 13,9% más de dos y tres, el 12,6% más de tres. Sin embargo preocupa que el 29% de la población encuestada reciba hasta un salario mínimo, si tenemos en cuenta que esta puede ser la población que tiene bajo su responsabilidad a un determinado número de personas. Además, el 48,3% señaló que su remuneración no cubre gastos de alimentación, vivienda y servicios. Para paliar esta situación el 15,5% tiene un segundo empleo, y de éstos el 31,4% lo hace para cubrir sus gastos de sostenimiento, el 65,7% para complementar sus ingresos; y 11,4% para ocupar su tiempo libre. El 64,1% de los trabajadores tiene hasta dos personas a cargo, el 31,2% entre 3 y 5; y el 4,8% tiene 6 o más.

Sobre el cumplimiento de las prestaciones sociales derivadas del contrato laboral, se encontró que el 38,2% no tiene derecho a vacaciones pagadas, el 28,2% no recibe prima de navidad, y el 29% tampoco recibe el auxilio de cesantía. También se encontró que el 31,8% trabajó horas extras en la semana anterior a la realización de la encuesta; y sorprende que al 50,7% no les hubieran compensado estas horas de acuerdo con lo establecido por la ley, al 19,1% se las pagaron con días de descanso. Más preocupante aún es que al 56,3% no se le reconocieron de ninguna manera. En el caso de las mujeres, se encontró que el 58% no tuvo licencia remunerada cuando estuvo embarazada. Así mismo, el 7,2% manifestó que tuvo problemas laborales por estar en tal estado.

Por otro lado, el 40,6% de los afros que tienen un empleo formal manifestó su deseo de cambiar de trabajo. Entre las razones expresadas tenemos: el 40,2% para mejorar la utilización de sus capacidades o de su formación; el 13,5% desea trabajar menos horas, el 12,2% dijo que su trabajo exige mucho esfuerzo físico o mental, y el 77% quiere mejorar sus ingresos.

Por posición ocupacional de las personas encuestadas, tenemos que el 40,6% se desempeña como auxiliar operativo, el 19,2% en servicios generales/oficios varios, el 12,4% como docente, el 9,8% como jefe o coordinador, el 7,7% como ejecutivo; el 5,6% como asistente, y el 3% es directivo.

El 31,6% no contó con la provisión de ropa de trabajo y elementos de protección por parte de la empresa. El 59,7% de las empresas no tiene servicio médico dentro de sus instalaciones, en el 24,3% no informó a los trabajadores sobre los riesgos y las medidas de prevención, en el 43,3% de ellas no existen comités de seguridad e higiene en el trabajo, y el 50% no cuenta con un experto en prevención de riesgos.

Al indagar sobre los espacios de concertación con los trabajadores, se halló que en el 70,7% de las empresas los trabajadores no hacen parte de estos espacios. En el 71,2% de las empresas no hay organización sindical. Además el 54,5% de los encuestados no pertenece a ninguna organización sindical o gremial. Dentro de las razones esgrimidas se encontró que el 9,7% cree que los sindicatos no sirven, 9,8% no se afilia por miedo a las represalias, 13,1% porque el contrato lo impide, 4,9% porque desconfía en los dirigentes, 8,2% porque cree obtener más beneficios sin estar afiliado, 29,5% por desinformación, y 33,3% porque no le interesa.

En afiliación a salud se encontró que, del total de trabajadores formales encuestados, el 5% no está afiliado a ningún régimen de salud, el 89,3% cotiza al régimen contributivo, el 7% en el régimen subsidiado, y el 2,8% en el contributivo como beneficiario.

En protección pensional tenemos que el 85% se encuentra afiliado, frente al 15% que no lo está. La mayoría de los afiliados: el 65,3%, está en un fondo privado, seguido por los afiliados al ISS: el 20,5%, los regímenes especiales: el 7,4%, y a un fondo subsidiado: el 6,8%. Por otro lado, se tiene que el 72,8% está afiliado a algún fondo de cesantías, frente al 27,2% que no lo está. Por el lado de las afiliaciones a ARP, se tiene que el 78% está afiliado, y el 22% no.

En el componente de discriminación, se encontró que cerca del 21% de los trabajadores(as) affros de la economía formal manifestó haber sido víctima de discriminación en el trabajo. Las formas en que ésta más se manifiesta son: discriminación laboral en lo referente a salarios y tipo de contratos, seguida de los malos comentarios y los insultos; y la no selección para un trabajo por el color de piel del trabajador. Asimismo, al preguntar por algunas discriminaciones en los procesos de selección, se encontró que en el 22,6% hubo discriminación por la edad, en el 8,6% por el género, en el 8,6% por la condición socioeconómica, en el 13,3% por el grupo étnico; en el 6,6% por la orientación sexual, en el 12,3% por discapacidad física o mental; en el 5,7% por el lugar de procedencia o nacimiento, ene el 2,9% por las creencias religiosas, en el 9,4% por el lugar donde vive; en el 3,8% por diferencias salariales, en el 4,8% por que se era sindicalista. Por otro lado, se encontró que en el 73,4% de las empresas no había políticas a favor de la equidad.

Conclusiones


Los datos hasta aquí señalados, nos indican que en la esfera formal del trabajo es notable el nivel de desigualdad frente al promedio nacional; y que para los trabajadores(as) afrocolombianos tampoco la formalidad laboral es un indicativo de condiciones de trabajo decente.

La investigación asimismo revela un panorama políticamente inmoral, y genera profundos cuestionamientos a la inclusión y la democracia en términos de diversidad étnica-racial, dejando claro que continúa vigente el esquema discriminación-exclusión-desigualdad-pobreza para la población afrocolombiana. En este escenario, la posibilidad de la ciudadanía plena, resulta ser una simple ficción para la población afrocolombian. En la vida cotidiana, hombres, mujeres y niños deben inventarse un lugar político y productivo en sociedad que aún no los reconoce.

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