Longevidad Agua(water) Electrolitos, Salud, Noticias pandemia. (earth video): La Universidad vive una relación esquizofrénica con la sociedad
(Cubadebate).- Voy a hacer una reflexión en tres tiempos, creo que no podemos pensar los últimos "paradigmas", modelos de sociedad, sin ponerlos en perspectiva histórica. No es posible hablar de sociedad de la información o del conocimiento como si no tuviera nada que ver con las transformaciones de la matriz que ha sido y continúa siendo en la inmensa mayoría de nuestros países, la sociedad de mercado.
Reflexiono primero sobre los modelos de sociedad, porque en la mayoría de nuestros países de América Latina junto al modelo hegemónico, de alguna manera sobreviven otros modelos de sociedad y otros modelos de conocimientos y de saberes que normalmente nuestras universidades desconocen.
Abordaré primero los modelos de sociedad, después los modelos de conocimientos y por último los modelos de universidad.
Modelos de sociedad
Parto de la diferencia radical entre lo que fue y todavía es en parte, aunque cada vez menos, la sociedad industrial. Hay que subrayar que el modelo de sociedad industrial que proviene de finales del siglo XVIII en Inglaterra, para buena parte de la población de nuestros países, que vivió más bien en la economía informal, jamás tuvo significación alguna.
La sociedad industrial podría caracterizarse como un modelo de sociedad integral, que para explotar tenía que dar trabajo, y por tanto integra a la inmensa mayoría de la población, la incluía con modalidades de explotación de su propio trabajo. Tenía que dar trabajo y lo daba.
No olvidemos que el éxito de los aliados que ganaron la II Guerra Mundial era haber llegado, tanto en los Estados Unidos como en Francia, Italia y Alemania, con la ayuda del Plan Marshall, a lo que presentaban como pleno empleo. Hubo un tiempo en que estos países lo alcanzaron casi por completo. Era una sociedad integrada, básicamente salarial, donde la inmensa mayoría tenían salarios fijos. Constituía una sociedad regulada por el estado, un capitalismo con reglas de juego, era una sociedad explícitamente conflictiva en que tanto los partidos de izquierda como los sindicatos podían expresar los conflictos abiertamente, se podía pelear por mejores condiciones de trabajo y de vida, y por tanto, era un modelo de sociedad negociador: había conflictos y negociación.
A mediados de los años 70 se hizo visible, con la primera gran crisis del petróleo, con el aumento de sus precios, el inicio de un nuevo modelo de sociedad del que nos había llegado hasta ahí de la sociedad industrial (conflictiva, integrada, negociadora) y hubo un discurso de la entonces primera ministra británica Margaret Thatcher, que nos dio la clave. En un pulso de dos años con los sindicatos británicos de la minería, ella sostenía que las minas británicas no eran competitivas, por tanto había que cerrarlas. Los mineros se aferraban a su fuente de trabajo, era todavía una fuente de riqueza del país, y al cabo de ese tiempo ella ganó y se cerraron las minas. Pronunció un discurso donde dijo claramente que un tercio de los británicos tendrá que dejar de serlo para que los otros dos tercios siguieran siéndolo.
Recuerdo que cuando leí ese discurso pensé que en América Latina habría que ponerlo al revés, dos tercios dejarán de ser para que un tercio tenga alguna dignidad. Ese es el modelo de sociedad al que entramos desde finales de los años 70. ¿Cómo podríamos caracterizarlo? Es un modelo de sociedad ya no integral, claramente, explícitamente, sin vergüenza; evidentemente tenemos que hacer el arco hacia fines de los 80 con la caída del muro de Berlín. A partir de aquí el capitalismo se queda solo -con muy pocas excepciones- y lo que se pierde no es solo el socialismo real sino el horizonte socialista.
Entra otro modelo de capitalismo, no ya integrado sino dual, una sociedad de los excluidos y de los incluidos, con toda claridad, sin ninguna vergüenza que se caracteriza por una transformación que reduce poco a poco los puestos de trabajo en el ámbito de la gran industria tradicional y mientras reduce el número de trabajadores en las industrias metalmecánica, las acerías, etc., se vuelve terciaria, de servicios, porque los requerimientos de esta otra industria es un tipo de trabajador diferente, de manera que en buena proporción los trabajadores del ámbito de la minería, la agricultura, etc., no encuentran trabajo en el ámbito de los servicios, por lo cual en veinte años hemos visto crecer el desempleo y la exclusión de millones de ciudadanos. Aparece una sociedad dual cuya clave es la contradicción que expresa el concepto de flexibilidad laboral. Este concepto es un hecho nuevo importante porque habla de que la mayoría de la gente que trabaja va a tener que poner menos músculo y más cerebro. Es un hecho.
La industria de esta nueva sociedad dual, no integrada, hace indudablemente una propuesta de empleo mucho menos ligada a las fuentes trabajo de operaciones repetidas, ligada a cierta experiencia de energía muscular y del entrenamiento Pasamos a un nuevo tipo de trabajo en que la información, las destrezas mentales, esas competencias tendrán más valor que la fuerza y la agilidad manual.
Pero flexibilidad laboral significa también -cuando presenté en la Universidad Nacional La era de la Información de Manuel Castells, se hizo un silencio terrible cuando el autor dijo que vamos a una sociedad en que terminó el trabajo para toda la vida y el trabajo de tiempo completo para la inmensa mayoría-; significa también que la sociedad industrial con su modelo de pleno empleo dejó de servirle al capitalismo. Yo creía que el empleo era el resultado de las luchas obreras, es cierto, pero también le funcionaba al capitalismo. Del mismo modo que la abolición de la esclavitud en Brasil, por ejemplo, fue en buena medida el resultado del interés de producción con mejores ganancias.
Recordemos a Walter Benjamín: "Todo proceso o expresión de cultura es a la vez expresión de barbarie", o sea que todos los resultados de las luchas obreras fueron el resultado de que el capitalismo podía digerir eso y ahora no lo digiere más. Y no lo digiere claramente precarizando las formas de trabajo y acabando con las prestaciones sociales.
Quiero nombrar aquí la perversión que significa para mí que en Colombia hoy se haya cambiado el concepto de seguridad social, que era salud pública, pensiones, por seguridad democrática. Con lo que nos da la privatización, se acabaron las prestaciones sociales como se ve en la mayoría de nuestros países; y ahora nos cambian el término por seguridad democrática. Lo que ocurre es sencillamente una guerra, que necesitaba quizá Colombia, pero no nos garantiza los que nos garantizaba la seguridad social.
Había que empezar por aquí, porque ahora cuando pasemos a hablar de sociedad de la información y sociedad del conocimiento no podemos olvidar que ambos calificativos de esos modelos de sociedad se dan sobre una sociedad dual, fragmentada, desregulada, donde el estado está cada vez más moldeado por las decisiones del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial para las negociaciones con sus pueblos. Esto no es una ofensa a ningún estado, por ejemplo Lula en Brasil ha tenido que negociar mucho entre los que exigía el FMI y sus movimientos sociales como los Sin Tierra, porque todavía Lula no ha llegado a atender mínimamente las demandas de su pueblo. Sabemos que Brasil es el país más desigual del mundo. No está en África ni en Asia, está en América Latina, en Brasil.
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