viernes, 30 de julio de 2010

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Socióloga del Cedem habla de las cortapisas que enfrentan las mujeres para salir al mundo del trabajo. Cree que el actual Gobierno incuba una tensión frente al tema que no sabe por donde se va a resolver.

Jueves 29 de Julio de 2010
María José Errázuriz L.
Fotos, Fabián España.

Los cambios vividos por Chile en los últimos años se pueden medir con varios parámetros. Si en 1992 sólo un 29% de las mujeres participaba del mercado laboral, y en el 2002 los hacía un 36%, hoy, según cifras del 2009, un 44% de las chilenas lo hace.

Lo anterior no es menor si se observa que las mujeres que trabajan en un empleo remunerado dicen, en 86% de los casos, tener independencia para decidir sus gastos, contra un 49% de las mujeres que sólo desarrollan labores en el hogar. O peor aún, cuando las que trabajan dicen en un 73% ponerse metas en su vida, contra un 50% de las que permanecen en sus casas.

La socióloga Teresa Valdés, del Observatorio de Equidad y Genero, Cedem, asegura que en la última década se han experimentado notables cambios relativos a la mujer, pero que aún se observan “nudos de resistencia”.

“Las deudas tienen que ver entre otros con la redistribución del trabajo doméstico. O sea, las mujeres entramos al mundo laboral y los hombres no aportar en la misma proporción en el mundo familiar y espacio privado, lo que hace que aparezca la doble jornada de la mujer”, dice.

-¿El avance que se ha registrado es mucho o poco?
“Todo es relativo, estamos frente a una discusión no terminada y que tiene que ver por qué las mujeres chilenas trabajan menos que las mujeres de otros países. Hay una serie de hipótesis como que somos un país conservador. Yo tengo mi propia hipótesis y es que en Chile los niveles medios hacen que las mujeres calculen muy claramente si conviene o no trabajar en relación al costo alternativo del cuidado de los hijos.
“El impacto más grande se va a ir viendo a partir del aumento de cobertura de las salas cunas y jardines infantiles, que era uno de los bloqueos principales”.

Las cifras son decidoras: entre las mujeres que tienen pareja, el nivel de escolaridad determina fuertemente qué pasa con ellas en el mundo laboral: las con enseñanza básica sólo trabajan en un 33%, mientras que las con educación superior en un 69%, o sea, casi el doble.

Teresa hace ver que las cosas han cambiado notablemente porque hoy la mayoría de las mujeres trabajan. “Las que nunca han participado son sólo un 21%, mientras que un 32% tiene inserción permanente o un 10% un retiro prematuro. El estudio del PNUD señala claramente que el 80% de las mujeres ha trabajado alguna vez y lo que cambia es su inserción, que es más inestable. Esto demuestra que a las mujeres les interesa entrar al mercado laboral y eso depende de una cuestión cultural y de condiciones que lo permitan”.

-¿Todo parece lento?
“Para Chile ha sido un cambio rápido, pero es lento respecto de América Latina aunque en muchos de ellos se considera trabajo a la mujer que está en la vereda vendiendo chucherías. Aquí también tenemos vendedoras informales, pero en Chile el trabajo está más formalizado y las expectativas de las mujeres al momento de trabajar son mayores y más exigentes que en los otros países”.

-¿Somos una sociedad conservadora, donde los hombres todavía prefieren a la mujer en la casa?
“No somos una sociedad conservadora, todos reconocen el derecho de las mujeres a trabajar, y quienes creen que se deben quedar en la casa son minoritarios. Hay un cambio enorme porque las encuestas muestran que ya se les reconoce que pueden trabajar sin que estén motivadas por un tema de necesidad. También hay una ampliación en el reconocimiento de lo bueno que es que las mujeres trabajen”.

-¿Pero qué pasa con que los hombres asuman tareas domésticas?
“Bueno, eso es distinto, ahí hay un bloqueo y ahí es donde no se produce el cambio. El kit del asunto es que las mujeres deben trabajar para no ser dependientes de los hombres no en términos de dinero, sino en la forma como se construye la relación entre ambos. Las mujeres que no trabajan y están solas en su casa ven que su horizonte se acorta, no pueden obtener un crédito, leen menos.
“A los hombres ya les interesa que sus mujeres trabajen. Tienen más temas, pueden tener conversaciones”.

-¿Al hombre de los sectores bajos le interesa que la mujer se le autonomice?
“Hay machistas pero cada vez menos. La pregunta que no vamos a poder resolver nunca es cuántos hombres tendrían a la mujer encerrada en la casa si pudieran. Lo que sabemos es que para tener la calidad de vida que ellos quieren tener necesitan el ingreso de la mujer, el famoso segundo ingreso”

-¿O sea, estamos hablando de la fuerza de los hechos?
“Claro, la fuerza de los hechos ha ido cambiando las cosas. Pero algo de positivo habrá; en mi experiencia a los varones les gusta que sus mujeres tengan actividades porque eso permite otro tipo de relaciones, otra comunicación”.

-¿Ha cambiado la visión de la mujer sobre el cuidado de los niños, ya no se considera algo personal y lo delega?
“Alguien se tiene que hacer cargo, porque las necesidades de cuidado son objetivas. Y por eso hoy se habla de la crisis de la economía del cuidado que abarca no sólo a los niños, sino a los abuelos y las personas enfermas. ¿Quién lo hace? Antes lo hacían las mujeres gratuitamente y cuando salen al mercado del trabajo lo hacen otros.
“Pero aquí la pregunta sigue siendo cuánto asumen los hombres en todo esto, porque lo que no es justo es que las mujeres tengamos que resolver este problema en forma individual”.

-En este escenario, ¿no resulta contradictorio plantearse un post natal de 6 meses, porque le devuelve a la madre el rol de cuidadora?
“Es que si se plantea así es un desastre. Por eso todos están hablando de la corresponsabilidad, que de alguna forma tiene que actuar el padre. Todavía es declarativo, pero tenemos que ver qué va a pasar. Uno de los puntos más complicados es que recarga en la mujer la tarea de cuidado de los niños como enunciado”.
Historial
Para ver entrevistas anteriores, linkea Mujeres top, arriba de esta página.

Teresa Valdés aborda el tema de la discriminación salarial señalando que la ley dictada es difícil de aplicar ya que su debilidad está en que para ello ocurra debido accionar la mujer, pero aún así cree que es importante que la sociedad deje sentada en una norma una suerte de declaración que afirma que esta situación no es aceptable.

“Eliminar la brecha salarial es muy difícil y no se ha hecho en ningún país del mundo porque hay otros temas asociados a hecho como la maternidad. Las mujeres suspenden su carrera por cada guagua, lo que provoca la brecha. En Suecia han hecho la estimación de que cada hijo cuesta como cinco años en la carrera de la madre”, explica.

-Nuevamente la fuerza de los hechos nos deja mal.
“Sí, por eso si se sigue cargando el costo de la maternidad a la mujer no habrá como avanzar. Una de las propuestas de la comisión presidencial es revisar el famoso artículo del Código del Trabajo que fija el tema de las salas cunas. Mientras todo esto ocurra, nosotras sistemáticamente apareceremos como más caras en el mercado laboral.
“Por eso no es raro que la tasa de fecundidad de las mujeres que trabajan es más baja, pero lo que no sabemos es si tienen menos hijos porque trabajan o trabajan porque tienen menos hijos”.

-¿Cómo observas al Gobierno en estos temas?
“La ministra del Sernam está claramente en la línea de que las mujeres se incorporen al mercado del trabajo, pero al mismo tiempo está el subtexto queremos fortalecer a la familia. Esto pareciera en tensión con el tema de la mujer en el mercado del trabajo. Siento que hay una tensiones internas dentro del Gobierno sobre lo qué realmente va a pasar”.

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