El comercio informal en nuestro país, es un desafío para nuestras autoridades. La actividad es cada vez más abrumadora en calles y avenidas de las ciudades, esto ha generando desorden, conflictos entre ciudadanos y autoridades, poca concurrencia a los mercados y ha dejado al descubierto la cruda y triste realidad en la que viven miles de familias.
Prueba de esto, es que en ciudades como Santo Domingo de los Tsáchilas y Esmeraldas, las calles se han convertido en epicentro de la informalidad comercial, la necesidad ha obligado a muchos a salir a las calles y violentar la Ley de Tránsito y la Ordenanza Municipal, dando paso a la improvisación de puestos de venta de manera arbitraria.
Con el control diario, las autoridades intentan superar esta invasión comercial autónoma. La actitud de las mismas es tolerante y sensible, pero el objetivo es regular el comercio de manera temporal hasta su futura reubicación y así solucionar al problema, mientras tanto es necesario el diálogo y los acuerdos.
Los mercados y centros comerciales se han visto afectados, como el centro comercial La Bahía, el mercado Municipal, y los dueños de los edificios, quienes se sienten perjudicados de distintas formas.
El problema es incontrolable, no existe alternativa viable de solución de parte de las autoridades; al dialogar con un comerciante nos indica que “cuando nos den un buen sitio para trabajar y nos garanticen que no vendrán otros a ocupar las calles, nosotros con mucho gusto nos reubicaremos, siempre y cuando sea un lugar que la gente vaya a comprar y no tengamos que volver a las calles otra vez” Ante esta drástica situación que atenta contra la buena imagen de la ciudad, los ciudadanos se preguntan, ¿cuál es el plan inmediato de solución al problema por parte de las autoridades?
Por: Mercedes Aviléz
Octavo Ciclo de Comunicación Social
Universidad Técnica Luis Vargas Torres de Esmeraldas
Extensión La Concordia
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